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Salen a pescar algunos atuneros vascos fondeados en Seychelles por la pandemia

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

La muerte en tierra de un marinero en sus vacaciones inquieta a las tripulaciones

15 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Después de más de quince días fondeados frente al puerto de la capital de las islas Seychelles porque se habían detectado hasta 70 casos positivos de covid-19 entre los marineros de las tripulaciones, algunos atuneros españoles y de capital español han podido ya salir a faenar al haber cumplido la cuarentena preventiva y certificado que no había casos a bordo. Alakrana, Jai Alai, Aterpe Alai... son algunas de las embarcaciones que han dejado el fondeadero y puesto rumbo a los caladeros de pesca en el océano Índico. Con todo, más de una quincena de buques continúan viendo la capital de la isla Mahé desde la cubierta.

Julio Morón, gerente de la Organización de Productores de Atún Congelado (Opagac), a la que están adscritos los atuneros que faenan en el Índico, explicó que los test que se están realizando a los afectados «están saliendo negativos; más de la mitad de los recibidos». De los 70 casos que se habían detectado, faltan ahora por conocer los resultados de 30 pruebas, que confían en que resulten negativas.

La mayor parte de los afectados, marineros que habían zarpado de distintos países de África y que dieron positivo en covid-19 al llegar a Victoria, pasaron la cuarentena en sus respectivos barcos y solo dos precisaron ingreso hospitalario, para lo que fueron trasladados a la isla de Perseverance.

Pero tanto tiempo varados, con demasiadas horas muertas y demasiados momentos de roce, ha minado los ánimos de la tripulación, entre la que hay un nutrido número de gallegos, que se quejan de no recibir suficiente información. A la vez, reprochan a las armadoras que los hayan obligado a quedarse confinados a bordo y expuestos a contraer la enfermedad, pues incluso los que se fueron al llegar el relevo estuvieron en contacto con los que llegaron infectados. Así, hay quienes han hecho llegar a este periódico mensajes en los que piden responsabilidades a las empresas por la negligencia de embarcar a personas con el virus y al Estado por haber permitido viajes sin control a los que llegan a Madrid y se dispersan después por el territorio.

En este sentido apuntan al caso del cocinero de uno de los atuneros, de origen africano, que falleció por coronavirus a su llegada al País Vasco. Aseguran no entender cómo pudo llegar en avión a Bilbao con el virus en el cuerpo sin que le fuera detectado. Según esas fuentes, el malestar es tal que la tripulación del barco afectado se está planteando dejar la compañía y presentar demanda.

Desde Opagac confirman la muerte de ese tripulante, pero desvinculan esa desgracia de cualquier cuestión laboral, dado que el marinero se había ido de vacaciones y dejado el barco en marzo, antes de que la pandemia aconsejase alargar mareas. Al parecer, viajó a Madagascar, contrajo el virus y de regreso a su domicilio falleció por covid-19.

El gerente de Opagac afirma que no hay problema en ningún barco y que en los pesqueros siempre se cumplieron escrupulosamente las indicaciones de las autoridades sanitarias de Seychelles y del médico que el ISM tiene en la capital de ese país africano.

«Siempre que ha habido un caso sospechoso, se ha aislado. Como los barcos tienen varias cubiertas se reunía a los positivos en la misma y no hubo problema de contacto en absoluto». También se turnaban los positivos y los negativos a la hora de almorzar y «se desinfectaba el comedor, siguiendo todas las recomendaciones». Porque, subraya Morón, los primeros interesados en que no se produzcan contagios son los tripulantes, por supuesto, y los armadores, por eso los capitanes están siendo «escrupulosos al máximo en el cumplimiento de las medidas de seguridad».