Patrocinado porPatrocinado por

Dos gallegos, entre los 15 marineros de un gasero abandonado en Filipinas

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Llevan desde diciembre fondeados frente a Manila, sin cobrar, y ahora sin gasoil

10 may 2020 . Actualizado a las 16:50 h.

El gasero Celanova es una de esas rara avis de la marina mercante nacional: navega con bandera española en lugar de hacerlo con pabellón extranjero fiscalmente más conveniente, como la mayoría de la flota controlada por los navieros de España. Pero la situación en que se encuentra flaco favor hace a la imagen de su Estado de pabellón: fondeado a 13 millas del puerto de Manila y con 15 tripulantes a bordo -dos gallegos, una por origen y otro por adopción- que no cobran en algunos casos desde hace siete meses y ahora, por encima, se han quedado sin combustible, lo que significa que no tienen luz, cocina, refrigeración, aire acondicionado... Escasean también los víveres y no disponen de agua potable. En esa tesitura, no es extraño que la Federación Internacional del Transporte (ITF) esté pidiendo a las autoridades correspondientes -Filipinas y España- el atraque urgente del buque por razones humanitarias, pero también por seguridad, dado que el Celanova tiene todos los certificados caducados y la falta de mantenimiento y la basura que se acumula a bordo constituyen un serio peligro.

 Luz Baz, coordinadora de la ITF en España, que se está encargando de las gestiones, explica que el gasero es el único barco de la naviera española Globalgas, una armadora, según dice, con un largo historial de incumplimientos y retrasos en el pago a sus marinos. Por ejemplo, como buque de bandera española que es, solo puede embarcar a un 50 % de marineros extracomunitarios y, sin embargo, de los 15 que ahora están a bordo 2 son gallegos y los otros 13, extranjeros.

Pues bien, el diciembre pasado, el día 17, navegando duras condiciones de mar, el buque perdió una pala del timón a 160 millas de Filipinas y tuvo que ser remolcado hasta Manila. Y allí quedó. Desde entonces permanece fondeado a 13 millas de la capital filipina, en una situación que encaja perfectamente con la definición de abandono que da la OIT (Organización Internacional del Trabajo): el armador ha dejado de pagar las nóminas de los trabajadores -alguno está en el barco desde agosto- y de hacer frente a las necesidades básicas del buque y la tripulación (agua dulce, combustible, víveres, etcétera) en repetidas ocasiones.

Si los marinos hasta ahora han podido subsistir a bordo han sido gracias al crédito que ha seguido dando una empresa de suministros filipina, supuestamente con la intención del embargo. Pero esta ha dejado de fiar y ahora, tras las promesas incumplidas del armador -que «aparece y desaparece», apunta Luz Baz-, están a expensas de la ayuda que pueda proporcionarles la ITF, que resalta las complicaciones que supone la distancia a la que está fondeado el gasero.

Repatriación

Lograr que el Celanova atraque en puerto es esencial para que pueda intervenir la aseguradora, American P&I Club, que se encargaría de la repatriación de los tripulantes -que ahora se vería dificultada por las restricciones del covid-19 en el transporte internacional- y del pago de 4 meses de salario. Pero las autoridades filipinas deniegan el atraque. Exigen la contratación de un remolcador al costado del muelle, un requisito imposible de atender por parte de una tripulación abandonada que lleva más de medio año sin cobrar.

La delegación de ITF en España, en coordinación con la de Filipinas, están tratando desde febrero pasado de resolver el asunto en contacto con la Dirección General de Marina Mercante española -el Estado del pabellón- y las autoridades de Filipinas -Estado del puerto-, pero hasta ahora no han tenido una respuesta positiva. Baz advierte de los peligros que existen por el hecho de permanecer el barco tantos meses desatendido.

Una tripulación agotada tras varios meses de enorme tensión

Puede que por de salud estén perfectamente, pero la tripulación del Celanova «está agotada tras haber sufrido durante meses una enorme tensión». Abandonada a su suerte, sin recibir salario y con las necesidades básicas cubiertas solo a veces, el cansancio hace mella y los marineros solo quieren salir de allí lo más rápido posible. Pero no acaba de resolverse. Al menos no con la diligencia que Baz y los marineros querrían.

La representante de ITF España apunta que, al parecer, hay un potencial comprador del gasero, no en vano es un buen barco a pesar de que ahora tiene los certificados caducados y necesita reparaciones. Pero la empresa interesada no ofrecería la cantidad suficiente para cubrir la hipoteca naval que Globalgas tiene suscrita con Abanca, según Baz, por lo que la operación de adquisición no acaba de fraguar. En este sentido, la inspectora de la organización, por la experiencia de otras situaciones similares, apeló a la entidad financiera a estudiar bien el caso, puesto que lo habitual es que el buque acabe saliendo a subasta tan deteriorado que la puja quede desierta y sin cubrir ni hipoteca ni gastos: «Sucedió en el caso del Severnaya Zemlya, un buque que estuvo más de dos años abandonado en Avilés». Con bandera y tripulación rusa, tenía hipoteca naval con un banco ruso que se negó a vender y después acabó a subasta, con una deuda millonaria con el puerto, sin nadie que lo quisiera y sin el crédito bancario satisfecho.

Según han comentado a la inspectora de la ITF, «la empresa ha entrado en concurso», con lo que solo la intervención de las autoridades puede acabar con el calvario de la tripulación.