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La acuicultura se «ahoga» en sus propios peces

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

ALBERTO LÓPEZ

La patronal pide agilidad en la puesta en marcha de las ayudas al sector, al que el cierre de la hostelería tapona la salida al mercado de sus peces, que siguen vivos y comiendo

07 may 2020 . Actualizado a las 19:40 h.

A la acuicultura española le gustaría que su Gobierno mostrase la misma agilidad que el griego, que ha acudido en auxilio de su sector con una batería de medidas urgentes y potentes para atajar los daños de la crisis del coronavirus. Ya por no hablar del turco, que no duda en recurrir a las trampas para que sus productores puedan capear la crisis. Claro que la importancia política que el Estado helénico concede al sector, uno de los principales competidores de España en dorada y lubina, nada tiene que ver con la consideración que se le otorga en un Estado como el español, con un sistema de competencias en el que la gestión de ese manguerazo de liquidez que ha autorizado Bruselas recae en «23 organismos diferentes», apunta Javier Ojeda, gerente de la asociación de productores acuícolas Apromar, lo que complica y lastra ese flujo financiero que tanto precisan ahora las empresas.

Así que urgir al Gobierno español a «impulsar de manera inmediata las compensaciones del Fondo Europeo Marítimo y de la Pesca (FEMP)» ha sido el primero de los acuerdos adoptados en la asamblea general que Apromar celebró por medios telemáticos el pasado martes.

La urgencia viene dada por que granjas y piscifactorías se están ahogando en sus propios peces. El cierre de bares, restaurantes, hoteles y demás establecimientos del denominado canal horeca ha provocado cancelación de pedidos y caídas de ventas que el consumo minorista no ha podido mitigar. Con esa salida al mercado taponada, en las piscinas y jaulas se acumula demasiado stock de peces vivos que, aparte de alterar los tiempos del ciclo de producción, elevan sus costes, puesto que estos continúan comiendo y generando gasto en lugar de proporcionar ingresos. Ante ese panorama, algunas empresas han comenzado ya a sacrificar peces y a congelar parte de su producción para evitar el colapso productivo.

Criterios comunes

Por eso que ahora que la Comisión ofrece la posibilidad de conceder capital circulante y compensar las pérdidas por unas ventas menores o costes adicionales, las empresas piensan que no hay más tiempo que perder y el Gobierno debe acabar de articular las medidas asegurando «unos criterios comunes» que no lastren el acceso a los fondos en función de la comunidad autónoma en la que se asientan las piscifactorías. Y, sobre todo, abogan por desarrollar de forma ingeniosa y pragmática las ayudas, en el sentido de que «determinar los menores ingresos, el lucro cesante o los costes de almacenamiento no es lo mismo que comprar una máquina y presentar la factura», explica Ojeda, que llama a fijar parámetros «sencillos, flexibles y rápidos», que eviten actitudes excesivamente precavidas de las Administraciones.

El sector reclama que el apoyo se extienda a criaderos y depuradoras Apromar entiende que las ayudas también deben extenderse a las hatcheries (criaderos de alevines) y las instalaciones de preengorde, así como a aquellas empresas que además de criar especies, las procesan y comercializan sus productos; es decir, exportadores y depuradores, como elementos esenciales necesarios de la producción primaria.

Otra de las inquietudes de la patronal es si llegarán los fondos, puesto que hay comunidades que pueden haber agotado sus partidas o que ni siquiera hayan dotado ese capítulo. En ese sentido, plantean que haya organismos intermedios de gestión para que todas las plantas de acuicultura en problemas tengan acceso a subsidios.

Que las empresas en concurso con convenio puedan puedan recibir compensaciones y que haya ayudas de mínimis para complementar las del FEMP son otras de las peticiones del sector.

Apromar plantea que cuente como almacenamiento la suelta de ejemplares para repoblación

Bruselas permite compensar los costes de almacenamiento de pescado por parte de las empresas, tanto en el agua como fuera de ella. Hasta ahí, bien. Pero, ¿qué ocurre si pasado el tiempo el mercado no es capaz de absorber a precios viables esa producción almacenada? La patronal del sector propone que, si se da esa situación, se permita la conversión de esos productos en harina o aceite de pescado o se entregue a oenegés o bancos de alimentos. Además, plantea que en el caso de determinadas especies, como la anguila o la trucha, se pueda entender como una forma de almacenamiento sin retorno el empleo de ejemplares para repoblación.

Si las empresas de engorde de lubina, dorada y corvina están sufriendo duramente las consecuencias del cierre de la restauración y los hoteles, peor lo tienen otras especies como el rodaballo, todavía con menos cabida en los hogares que aquellas. Como Galicia es líder en la producción de este pez plano, poco más hay que decir de cuál es una de las comunidades más perjudicadas. A ese golpe hay que sumar el que ha sufrido la trucha, también parte esencial de la acuicultura gallega, que a regañadientes ha tenido que derivar a la exportación un producto que paga mejor el mercado nacional debido al cierre de muchos detallistas.

Aunque Ojeda señala que el impacto de la crisis del coronavirus no tiene el mismo impacto en todos los cultivos, según el informe de resultados del primer trimestre de Stolt Sea Farm, las ventas cayeron un 32 % y los ingresos un 29 % debido a la subida de precios del rodaballo.