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Emilio Martínez Cadilla

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Barcos gallegos que capturan peces espada como estos pedían el reparto de cuotas de palangreros de superficie que quedaban sin pescar
Barcos gallegos que capturan peces espada como estos pedían el reparto de cuotas de palangreros de superficie que quedaban sin pescar Oscar Vázquez

Opinión del director general de Espaderos del Atlántico y presidente de Anecteam

09 abr 2020 . Actualizado a las 11:29 h.

El sector pesquero gallego, tanto los productores como su industria derivada, se enfrenta al gran desafío que implican  a las gravísimas consecuencias del COVID-19. Y lo hace con una preocupación imposible de medir pero aportando, como siempre, su incondicional compromiso y esfuerzo dirigido a garantizar a la población el abastecimiento de productos de la pesca, y en ocasiones, como esta, incluso perdiendo dinero.

Para frenar la expansión de esta pandemia, los gobiernos han aplicado medidas extraordinarias de limitación de movilidad y distanciamiento social, afectando a los mercados, al consumo general y al pescado en particular .Esta circunstancia ha  provocado una inseguridad sin precedentes en la economía. La magnitud del impacto económico al que nos enfrentamos es de difícil previsión, sobre todo por la incertidumbre asociada al comportamiento desde la perspectiva sanitaria del virus. Esta incertidumbre también planea sobre la efectividad de las políticas y medidas adoptadas para luchar contra esta crisis sanitaria y económica.

No vamos a aburrir a los lectores haciendo una  análisis detallado sobre la suficiencia, conveniencia y acierto de las medidas adoptadas. Para eso está el espectáculo que nos están brindando nuestros políticos, tanto los de babor como los de estribor. Para unos las medidas son las adecuadas para salvaguardar al tejido productivo, para otros son fuegos de artificio. Dejemos ese debate al tiempo, único elemento capaz de juzgar el impacto de tales actuaciones

En este sentido, y volviendo al asunto de la pesca, desearía trasladar  dos reflexiones: la primera, relacionada con medidas de inyección de crédito a las empresas pesqueras. Valorar si son suficientes o no sería entrar en un debate improductivo, tanto para el que las propone como para el que las demanda. Nunca nos pondríamos de acuerdo.Tomar decisiones ante tal excepcionalidad, ante lo nunca visto, no debe ser fácil y por ello es necesario, más que nunca, que entre todos ejercitemos la ética de la comprensión. Lo único que necesita el sector es claridad y que se dote de liquidez a las empresas de forma inmediata. Las medidas de este tipo o son agiles y de fácil procedimiento o estarán abocando al sector a su desaparición. La situación es la que es, y este sector, en su condición de pilar de la estrategia alimentaria de la UE, se merece que todos (los de babor y de estribor, los del puente y los de la cubierta) remen en la misma dirección.

Es en este ámbito, el comunitario, sobre el que quisiera centrar la segunda de mis reflexiones. El fracaso de las recientes cumbres europeas ante esta emergencia ha puesto de manifiesto las líneas divisorias existentes entre los países del norte y del sur. Las consecuencias políticas de esta división puede ser infinitas. Esta política de conflictos y de falta de solidaridad no es nueva y en ningún caso es la más adecuada para la reactivación de la economía. En lo que a la pesca se refiere, nos transporta a otros tiempos en los que la construcción europea iba por un camino y la pesca, una de sus políticas comunes, por otro. Parece que nada ha cambiado. Aunque el paquete de medidas propuesto por la Comisión Europea para paliar el impacto del coronavirus representa cierta sensibilidad hacia este sector, queda por ver si de nuevo se cumple la paradoja comunitaria; esto es, la tradicional ralentización en la ejecución de medidas urgentes o, por el contrario, esta vez nos dan una sorpresa positiva, aunque todo lo que viene de Bruselas nunca dejará de sorprendernos.

En todo caso, la crisis del COVID-19 nos está dejando un mensaje claro: la dependencia que tenemos de China. Basta con ver a quién recurrimos para acopiarnos del material sanitario esencial para combatir esta emergencia y dónde está focalizada su producción a nivel mundial. Con los productos de la pesca está ocurriendo lo mismo. La política comunitaria pesquera ha venido marcando en los últimos años unas claras líneas de desmantelamiento y deterioro del tejido productor e industrial pesquero, poniendo en grave peligro el abastecimiento de pescado para la población comunitaria. Paralelamente advertimos como la flota china crece cada vez más y captura productos de la pesca sin cumplir con las medidas internacionales en materia de control y conservación de los recursos pesqueros, ante la pasividad y laxitud comunitaria. Nosotros perdiendo flota y ellos aumentándola. Al mismo tiempo asistimos a una agresiva estrategia de inversión del país asiático en sectores trascendentales como la alimentación y en especial en empresas pesqueras. A estas alturas no podemos pretender discutir que tienen el control comercial a nivel mundial y que son conscientes de su poderío.

Ante este mensaje se hace cada vez más necesario que protejamos y valoricemos a nuestra flota y a la industria comercializadora y transformadora. Protegiendo nuestro tejido comercial y productivo pesquero, protegemos a nuestra población. Solo de este modo le garantizaremos proteína de pescado a precios asequibles y con todas las garantías en materia de seguridad alimentaria. Si somos capaces de hacerlo, evitaremos la dependencia y la política del rodillo. Esperemos que no llegue el momento en el que tengamos que consumir el pescado que ellos deseen y a los precios que quieran; dicho de otro modo, que nos fuercen a jugar según sus reglas. Deseamos que no llegue el momento en el que lamentemos la pérdida de nuestra industria pesquera por falta de previsión o, lo que es peor, por falta de protección.

Protejamos los sectores estratégicos. Protejamos a la Pesca como sector necesario e indispensable. Defendamos lo que forma parte de nuestra identidad y de nuestra cultura.

Emilio Martínez Cadilla es director General de Espaderos del Atlántico y presidente de Anecteam (Asociación Nacional de Empresas Comercializadoras y Transformadoras de Especies Altamente Migratorias)