Acudieron a trabajar una treintena de mariscadores de Corme, pero casi ninguno cogió el tope de 6 kilos

toni longueira
Sucesos, deportes y municipal de los concellos de Malpica, Cabana, Coristanco, Cerceda, Laxe, A Laracha y Ponteceso

«En son de aquí, de Corme, e imponme o que vexo». Lo decía ayer Eva Calvo, técnica del Servicio de Prevención Mancomunado Mar Seguro de Galicia. Eran las once y cuarto de la mañana. El termómetro del coche marcaba seis grados, pero la sensación térmica era de frío casi polar. Llovía intensamente. Treinta mariscadores se preparaban para faenar en uno de los puntos más emblemáticos de Galicia: O Roncudo. La cofradía de Corme solo lo abre dos veces al año: en julio, para la Festa do Percebe, y ahora, para Navidad.

De la treintena de profesionales, 9 osaron trabajar en la zona de mayor rompiente. Entre ellos, Roberto Vidal. Mientras se colocaba la mandileta y asía la ferrada para bajar a A Moa do Vendaval, ya predecía una jornada difícil: «Hai mareas mortas e ondas de 5 e 6 metros, pero xa vin algunhas de 7. Vai ser complicado traballar».

Media hora más tarde, los nueve percebeiros, pertrechados en sus trajes de neopreno, bajaban a las rocas. Y como Vidal había predecido, les esperaba un mar duro, complicado... Un fuerte mar de fondo con oleaje, que ya rompía con toda su fuerza en punta Roncudo, un saliente situado a 600 metros del faro, que es la que da fama al tramo cormelán.

En tanto los mariscadores trabajaban, arriba aguardan amigos, familiares, vecinos y un vigilante del pósito. Roberto Vidal y sus compañeros estaban con un ojo en los percebes y el otro en el mar. Cada poco tiempo se escuchaban gritos de alerta: «¡Ehhhh!», «¡Coidado!», «¡Ola de fóra!». Estos avisos tenían una rápida respuesta: correr hacia arriba a la velocidad que dan las piernas.

Con el transcurrir de los minutos, las olas se volvían más grandes e impactaban con mayor virulencia contra las rocas, pese a que era casi bajamar. A Tono, un mariscador, lo cogió una ola tratando de apañar un puñado de percebes. Hubo grito de alerta previo, pero no le dio tiempo a subir. Se agarró como una lapa a las piedras y, aunque el mar lo empujó, por suerte, no lo hizo con la fuerza suficiente como para arrancarlo de la roca.

Los percebeiros se pasaron casi más tiempo corriendo que trabajando. El cansancio hizo mella en ellos y el que más y el que menos tuvo que dar cuenta de la botella de Coca-Cola y de agua que guardaban en las mochilas. Aprovechaban para tomar aire, vaciar la mandileta, meter el percebe en un saco y regresar al tajo.

«O mellor percebe está abaixo das rochas pero o mar non deixa chegar ata el». Roberto Vidal, patrón mayor de Corme

Tras hora y media de complicado trabajo, Roberto Vidal dijo basta. «Estou canso, non podo máis». Sus ojos rojos por el efecto del salitre lo decían todo. Al igual que sus manos, moradas de tanto frío. Casi ninguno de los 30 percebeiros logró el cupo de 6 kilos: «O mellor percebe está abaixo das rochas, pero o mar non deixar chegar ata el». Aún así el de este arranque de campaña fue, por lo general, bueno. Ahora queda esperar lo que digan en la subasta de O Muro. El viernes llegó a 150 euros el kilo, pero no era de O Roncudo.