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¿Afloramiento artificial? ¿Por qué no?

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

Científicos sugieren la posibilidad de ligar los proyectos de energía eólica marina a provocar el efecto de las nortadas

21 oct 2019 . Actualizado a las 12:55 h.

Los vientos soplan cada vez menos desde el norte. Esas nortadas de antaño, que empezaban en el mes de abril y terminaban en el de noviembre, ahora se constriñen al período entre junio y septiembre, si hay suerte. Y, por encima, soplan con menos fuerza, pues está constatado que esos episodios de vientos del norte son un 25 % menos intensos. Si el aire que viene desde esa dirección es el propicio para el afloramiento -el fenómeno que hace que las rías se llenen de agua fría procedente de las profundidades y rica en sales nutrientes- es probable que también sean más escasos esos episodios que fertilizan las aguas gallegas.

Afortunadamente, las rías «están sobrealimentadas», dice Xosé Antón Álvarez Salgado, investigador del Instituto de Investigacións Mariñas de Vigo (IIM), que explica que, de todos los nutrientes que entran en las rías en cada afloramiento, salen el 60 %; esto es, que solo el 40 % se queda como alimento de las especies marinas. Por decirlo de algún modo, las rías tienen la despensa llena.

Pero si las entradas de sales nutrientes se espacian cada día más -y en los últimos 20 y 30 años se ha notado que las nortadas son cada vez menores-, las reservas podrían ir mermando y poner en riesgo esa riqueza de las rías. Ante esa amenaza, en el ForoAcui (Foro dos Recursos Mariños e da Acuicultura das Rías Galegas), cuya 22 edición se celebró la pasada semana en la isla de A Toxa, surgió la posibilidad de probar en Galicia el afloramiento artificial, tal y como se está experimentando en Canarias y en Noruega.

«¿Por que non?» Habría que probar. Claro que Galicia no es Canarias, «donde saes con un barquiño e enseguida atopas fondos de 2.000 e 3.000 metros». En la ría de Arousa, por ejemplo, difícil sería dar con un curruncho de más de 70 metros de profundidad.  

Pruebas en Canarias

En las islas afortunadas comenzaron en septiembre las pruebas para conseguir afloramientos artificiales. Lo hacen en la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), en el marco del proyecto Kosmos 2019. Biólogos, químicos y oceanógrafos emplean mesocosmos, unas bolsas de grandes dimensiones «de dous metros de diámetro e uns 140 metros de profundidade que o que fan é bombear auga dende 100, 200 ou 400 metros de profundidade cara a superficie». Eso hace que la agua que está debajo «máis fría e rica en nutrientes» ascienda e «enriquece con esas sales a capa da superficie», resumió Xosé Antón Álvarez. 

Ahora bien, la posibilidad de provocar afloramiento artificial en caso de que el cambio climático prive en el futuro a las rías gallegas de su principal fertilizante hasta el momento no se ha planteado. «Xurdíu como idea no debate do foro» y no como proyecto pensado, valorado y diseñado, pero ¿por qué no?

La cuestión que planteó el que fue gerente de Plocan, José Joaquín Hernández Brito, ahora director ejecutivo del Air Center (Atlantic International Research) en la reunión de la semana pasada en A Toxa, fue la posibilidad de ligar los proyectos de explotación de energía eólica marina y aprovechar los excedentes de energía para promover esos episodios de afloramiento artificial. «No noso caso, sempre que se faga con un tipo de cultivo que estea baseado no alimento que hai no mar, facendo iso fertilizas o entorno».

Trabajos en Noruega

Iniciativas similares a las de Canarias se llevan a cabo también en Noruega. En este caso, según relató Álvarez, se realizan con agua dulce fertilizada. La cuestión es que el líquido que se lleva al fondo en el mesocosmos, dada su nula salinidad, asciende a la superficie arrastrando en ese ascenso el agua profunda y los nutrientes que después fertilizarán la que está en la superficie de los fiordos.

 

Expertos sostienen que la amenaza de sanción desvirtúa los esfuerzos para eliminar descartes

Según los cálculos de la FAO, al año se devuelven muertos al mar entre 5 y 7 millones de toneladas de peces en el mundo. Son lo que se conocen como descartes, capturas no deseadas ya sea por razones económicas -especies que no tienen valor comercial y no interesan porque ocupan en la bodega el espacio de otras más preciadas-, regulatorias -porque no se dispone de cuota y su descarga constituiría una infracción-, o técnicas, relacionadas con la selectividad de las artes.

¿Cuál es el volumen de descartes de la flota española? Curiosamente ese 5 % de mínimis que permite descartar la legislación después de aplicar las medidas de flexibilidad previstas también en las normas, como el descuento contra la cuota de otras especies o los ejemplares que pueden tirarse por haber sido pasto de los depredadores. A juicio de los expertos, como el investigador del CSIC Ricardo Pérez, que participó en el proyecto Life iSeas, que estudió la forma de minimizar las capturas de especies no deseadas, la «realidad de los descartes puede conducir a una sanción, por lo que no interesa reflejar esa realidad». Por eso sostiene que la UE no ha elegido la estrategia adecuada y quizá habría sido más acertado recabar primero los datos reales sobre la gestión pesquera y sus desperdicios y, una vez conocido el calado del problema, articular prohibiciones, obligaciones de desembarco y aplicar sanciones. Quizá así no habría que estar ahora planteándose lo de instalar cámaras en los barcos, el uso de drones o llevar todos observadores a bordo.