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La industria trata de lavar la imagen del atún para seducir a los «centennials»

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZREDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

M.MORALEJO

Europa absorbe parte de las 14.000 toneladas de lomos que China ya no vende en EE. UU.

18 sep 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo peor que le puede pasar al atún es caer en el mismo saco que el trigo o la soja y acabar convertido en commodity, eso que los manuales de Economía de consulta rápida definen como productos con escaso margen de ganancia, considerados genéricos. Eso es al menos el temor que expresaron los operadores de la cadena atunera en la novena Conferencia Mundial del Atún, que ayer se cerró en Vigo, y que reunió a representantes del sector de 41 países que responden por el 90 % de las capturas de túnidos que se realizan en el mundo. Por eso es preciso «trabajar para ensalzar la imagen del atún y de sus conservas y mejorar su posicionamiento en el mercado». ¿Cómo? «Generando valor y emociones en los productos a través de la innovación y una comunicación adecuada», ayuda de Gobiernos y Administraciones mediante. Emociones que deben ir dirigidas ya a captar centennials, la generación nacida con posterioridad al 200 que valora calidad, precio y para la que una de las inquietudes fundamentales será la sostenibilidad, advirtió Juan Manuel Cerqueira, presidente de los conserveros españoles

Así que la responsabilidad medioambiental, social y económica, junto con la salud y la conveniencia, ofrecen a la industria atunera una oportunidad para crecer en el mercado. Es una de las conclusiones a las que han llegado quienes durante dos días se han empachado de atún, analizando el sector y desmenuzado oportunidades, amenazas, fortalezas, debilidades... y tensiones. Porque en un contexto de recursos limitados y demanda de proteínas marinas crecientes, es lógico que un mercado global como es el del atún las haya. Y grandes. Máxime cuando en esas tiranteces perpetuas se producen movimientos inesperados, el tablero, sobre el que ya hay sospechas que es desigual, cambia por completo. El caso es que la guerra comercial entre EE. UU. y China ha dejado en ese lineal global 14.000 toneladas de lomos de atún que la Administración Trump ha dejado de comprar a la de Xi Ping. ¿El gran beneficiado? En principio, Tailandia, el temido líder mundial, que se ha relevado a China como proveedor de esa materia prima. Y Europa, que ha absorbido la mayor parte de esos lomos que antes iban hacia EE. UU., como explicó Peter Trutanich, vicepresidente ejecutivo del grupo Tri Marine Internacional al esbozar la situación del mercado estadounidense.

El pulso de Tailandia

En esa pugna, Tailandia «hará todo lo posible por mantener su liderazgo» en los túnidos, advirtió Toni Lazazzara, director de sostenibilidad pesquera y de compras de Thai Union. Una advertencia que hay que tomar en serio, no en vano ya ha demostrado de sobra sus reflejos, con decisiones rápidas, y, sobre todo, porque aún tiene margen para seguir creciendo, capacidad que Lazazzara cifró en el 20 o 25 %. Y tanto, ha visto un nicho en el mercado de mascotas y se ha lanzado de cabeza. Incluso hay fábricas que ya no producen para consumo humano.

Hay conserveras en Tailandia que ya no producen para consumo humano, sino para perros y gatos Ahora bien, Tailandia, a ojos de Antonio Sánchez, que pese al tan castizo nombre y apellido, es director de ventas de la tailandesa SPA International Food, no es el monstruo que muchos pintan, que explota y esclaviza a sus trabajadores y produce sin garantías sanitarias. Esa industria «yo no la conozco». O al menos no es en la que él trabaja. Destacó los esfuerzos del país por adaptarse y llamó a no perder de vista que entre sus clientes están Oriente Medio o Japón, país poco sospechoso de aceptar bajos estándares de calidad. Además, no entiende las reticencias de Europa a comprar a una dictadura de un país en desarrollo como es Tailandia cuando recibe con los brazos abiertos lo que viene de China o Vietnam. China que «ha aniquilado otros sectores más grandes y más sensibles», concluyó.