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El arrastre pide a Madrid que se afane en la reapertura de la cigala en Galicia

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Ana Garcia

Considera que no lograr más cuota será evidencia de un nulo peso político

26 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Todo el optimismo que despertó en el arrastre de litoral coruñés el resultado de la campaña Caracas (Campaña de Seguimiento de Índices de Abundancia de Cigala en Galicia con Buques Comerciales) se desinfló apenas unas semanas después al comprobar que, para el 2019, Bruselas propone autorizar la captura de solo dos toneladas. Eso quiere decir que, a pesar del balance de ese estudio elaborado por biólogos del IEO, que enmienda los datos de los científicos del ICES (Consejo Internacional para la Exploración del Mar) que asesoran a la Comisión, mantienen el TAC (total admisible de capturas) cero que se impuso en el 2016 para los siguientes tres años.

Porque esas dos toneladas que recoge la Comisión Europea en su propuesta de cuotas para las poblaciones del Atlántico son, precisamente, las que se necesitan para desarrollar la campaña Caracas, dado que, de otra forma, y dada la veda que pesa sobre la cigala, no se podría siquiera realizar un estudio al que el mismo ICES apostó por dar continuidad.

Y aunque los datos de esta última prospección son algo más bajos que los de la primera, lo cierto es que demuestra que el stock, al menos en la unidad funcional 25 (UF 25), «está en mellores condicións» de las que llevaron a los asesores científicos de Bruselas a plantear un cierre por tres años de la pesquería, señala Torcuato Teixeira, secretario xeral de la asociación Pescagalicia. Una prohibición que afecta a todo el Cantábrico, aunque los arrastreros gallegos se han centrado en la citada área, situada entre Prior y las Sisargas.

Rendimientos por hora

Según el estudio del IEO, la captura de cigala por unidad de esfuerzo (CPUE) en los lances dirigidos por parte de los dos buques que realizaron la campaña fue de 6,4 y 4,1 kilos por hora, frente a los 7,1 y 7,4 de la campaña del 2017. Más bajos, sí, pero en todo caso muy por encima de los que calculaba el ICES y que llevaron a sus científicos a proponer la veda para el Cantábrico. Estos cifraban el rendimiento en 9,3 y 6,6 kilos por día, cuando esos valores los detecta el IEO, pero por hora

Así las cosas, el sector gallego considera que el Gobierno central debe este año emplearse a fondo para convencer a Bruselas de que se puede reabrir la pesquería. Que no hay razón para empecinarse en imponer una cuota científica cuando está demostrado que los datos que sustentaron la veda están errados y que es posible «manter una pesquería con fins comerciais», expone Teixeira. Y como quiera que esa pesquería solo interesa a España -por no decir exclusivamente a Galicia-, entiende el colectivo que debería ser sencillo: «Se España non consigue con datos reabrir unha pesquería que só lle afecta a ela xa non é que teña pouco peso en Europa é que non ten ningún», sentencia el secretario xeral de Pescagalicia.

La evaluación científica vuelve a demostrar, según el sector, los errores del ICES

Segunda edición de una campaña en las mismas fechas y zonas, y con idénticos barcos

La segunda campaña Caracas -alentada por el propio ICES con el objetivo de disponer de una serie histórica de índices comerciales para evaluar el estado de la población de cigala- fue prácticamente un calco de la anterior. Por más que desde el sector insistieron en que el período elegido para desarrollar la prospección no era el más adecuado -pues aunque la temporada de cigala es entre mayo y septiembre, tiene su pico en julio- se mantuvieron las fechas: entre el 1 de agosto y el 21 de septiembre. Así ocurrió que la captura por unidad de esfuerzo fue variando desde los 10 kilos por hora de principios de agosto a los 3,2 en la primera semana de septiembre.

También repitieron las mismas embarcaciones. Se prestaron a la campaña el Ana Isabel y el Burelés, los dos de arrastre de litoral, ambos con base en el puerto A Coruña y que llevan sendos observadores científicos embarcados. Y, como en el resultado anterior, los índices de captura fueron más elevados que los estimados por los asesores de Bruselas a pesar de que es en agosto y septiembre cuando «comienza el ciclo de incubación y las hembras ovadas se confinan en sus madrigueras resultando menos accesible al arte de pesca». En total, los barcos capturaron 22.822 kilos de especies variadas en 105 lances. Se retuvo el 81 % y se descartó el 19 %. Menos desperdicio que en el 2017, cuando se tiró el 69 % debido a la abundancia de patexo y arañas de mar.