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Pesca prevé reservarse cuota para cubrir intercambios y evitar cierres

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

PESCA Y MARISQUEO

Cabalar

Madrid prepara una nueva orden que pondrá coto a concentraciones excesivas de cupos

07 nov 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Si, como dijo Feijoo, el presidente de la Xunta, el 96 % de la flota con base en Galicia faena en el Cantábrico Noroeste, que de esas aguas provienen un 84 % de las descargas, así como el 64 % de la facturación, no hace falta explicar por qué la gestión de ese caladero abrió los debates del sexto Congreso de Sostibilidade Social e Económica do Sector Pesqueiro que se celebra en A Coruña.

Una gestión que siempre ha estado rodeada de polémica. ¿Siempre? No. Hubo días «de viño e rosas», en palabras de Torcuato Teixeira, secretario de Pescagalicia. Era cuando la soga de los TAC (totales admisibles de captura) y cuotas no apretaba tanto. Cuando los cierres de pesquerías eran una simple anécdota y las únicas limitaciones pactadas tenían como fin evitar saturar el mercado. Pero llegó Bruselas y sus tijeras ávidas de podar lo máximo posible para lograr la sostenibilidad de las pesquerías lo antes posible, y fue evidente que, lo que había, no llegaba para todos. La pesca olímpica (esa carrera por capturar antes de que se acabe la cuota, que hace que esta se agote con mayor rapidez) se hizo más olímpica que nunca y llegaron unos repartos y limitaciones que, en el 2013, acabarían consolidados en el polémico plan de gestión del Cantábrico y Noroeste. Polémico porque ha acabado en los juzgados casi tantas veces como ha sido modificado. Sobre la gestión, tres puntos de vista. Uno, el de Mercedes Rodríguez, directora xeral de Pesca de la Consellería do Mar, que defendió que «a non xestión» -es decir, la pesca olímpica- «non é solución», enfatizando que «a xestión serve para funcionar». Tanto es así que desde el 2012, cuando se tomaron las primeras medidas de regulación, la facturación ha tenido alzas importantes en algunas flotas, y en otras se ha mantenido pese a la caída de la producción. Cierto que, dijo, hay que lograr que suban los cupos, pero lo más importante, saber traducir esos kilos a euros, porque «traer quilos para non gañar euros non ten sentido».

Un plan que trajo desigualdad

Números, datos y balances también sirvieron a Torcuato Teixeira para sostener la teoría de que el plan de gestión inauguró la época de sobresaltos para el sector. Y subrayó las desigualdades que ese documento introdujo en el Cantábrico. Diferencias que achacó a un baile de textos legislativos que alteraron un reparto que nació lineal para después dejar los cupos a merced del mejor postor, al permitir una transferencia definitiva de cuotas que ahora está de nuevo parcialmente prohibida. Eso explicaría, según Teixeira, que frente a los 13 buques que se desguazaron entre el 2010 y el 2013 se pasasen a los 23 que se despiezaron entre el 2014 y el 2016, porque a los armadores se les permitió parar el barco y vender sus derechos de pesca. Así se da ahora el caso de que uno reúna 6,7 millones de kilos y solo haya consumido 1,5 millones; el 22 % de sus posibilidades. Esto es, que «hai barcos que non son capaces de pescar a cota que teñen, mentres outros son deficitarios», expuso Teixeira como ejemplo de una situación «pouco equitativa» y «posiblemente ilegal», que requiere una reforma amplia «e non un mero parche».

Pero de lo que expuso Isabel Artime, directora general de Recursos del Ministerio de Agricultura y Pesca, por ahora solo cabe esperar vendas. Es cierto que está en preparación una nueva regulación para el caladero del Cantábrico. Y que hay que corregir deficiencias del actual modelo para aumentar la flexibilidad y poder traspasar cuota entre censos y caladeros. Incluso se plantea que la Administración haga una reserva inicial de cuota para atender intercambios, cubrir excesos y evitar cierres, pero lo que no tiene vuelta de hoja es que «los repartos no se van a modificar por el momento». Quizá más adelante. Y mucho menos cabe la opción de regresar a la pesca olímpica.

Desde el público, un punto de vista puso el foco en un aspecto que parecía olvidado: la caída de empleo que ha ido pareja a esa mejora de la rentabilidad.