Patrocinado porPatrocinado por

La flota espadera gallega recela de que la quenlla acabe como especie protegida

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

EMILIANO MOUZO

Madrid asegura al sector que la mayor protección apenas incidirá en la pesquería

13 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

El acuerdo adoptado por el Consejo de Ministros de ratificar la inclusión del tiburón azul -lo que viene a ser la quenlla o tintorera para la flota gallega- en el apéndice II de la Convención sobre la Conservación de Especies Migratorias (CMS) proporcionó el viernes un buen sobresalto a los palangreros de superficie, que tienen al Prionace glauca, junto al pez espada y el marrajo, por objetivo. Sorpresa porque en ese epígrafe figuran los stocks en situación de conservación desfavorable y la quenlla no es, desde luego, uno de ellos. Al menos no en el Atlántico, como aprecia el sector, certifican las evaluaciones de la ICCAT (Comisión para la Conservación del Atún Atlántico) y corroboran científicos españoles especialistas en grandes migradores. «No está ni siquiera próximo a la máxima explotación», aseguran las citadas fuentes.

Ni que decir tiene que «se han pedido explicaciones a la Administración pesquera», apunta Edelmiro Ulloa, gerente adjunto de la Cooperativa de Armadores de Vigo (Arvi). Y ya las han recibido. Primero les aclararon que no se trata de una decisión española, si no que lo que se ha hecho es «ratificar un acuerdo a nivel internacional, que se adoptó en octubre del 2017 con el único parecer en contra de España», no en vano es el país de Europa que más tiburón azul pesca. Y acto seguido, desde Madrid expusieron que la medida «no va a tener una incidencia importante» en la actividad pesquera, dijo Ulloa.

Porque el denominado Convenio de Bonn lo que persigue es garantizar la conservación y protección de las especies que recoge en su listado, algo que España ya ha hecho ya hace tiempo, por ejemplo al limitar su captura a las flotas de palangre superficial y vedarla a otras. También en las organizaciones regionales de pesca (ORP) se están marcado límites de capturas y regulando cuánta flota y de qué capacidad puede dirigir sus aparejos a la quenlla.

Así es que, tras la explicaciones, el sector está «tranquilo, pero vigilante», explica el gerente adjunto de Arvi, pues la flota recela de que la tintorera pueda acabar entre las especies protegidas y vedada a la actividad comercial. No sería la primera vez. «Ya sucedió con otras especies de tiburones», que por la presión de las oenegés ingresaron en la lista de especies amenazada (CITES) y su explotación comercial prohibida.

Precedente peligroso

Precisamente ese es el peligro y desde el estamento científico consultado señalan que lo realmente grave es el cambio de criterio en cuanto al papel de las ORP para regular estas especies, sin ofrecer justificación biológica alguna y todo a pesar de que se trata del «o stock máis resistente de todos os oceánicos».

Fuentes del Ministerio de Agricultura y Pesca aseguraron ayer que la decisión no tiene «consecuencias inmediatas» para la flota, al tiempo que incidieron en que se trata de un acuerdo internacional. Explicaron, asimismo, que el Convenio de Bonn lo que busca es «establecer la necesaria coordinación para ir obteniendo datos de capturas, desembarcos y by-catch (capturas accesorias) que permitan evaluar si las pesquerías de la especie son sostenibles».