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«La de 1995 fue una batalla campal por el mejillón»

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

SOMOS MAR

MARCOS CREO

Era el gerente del Consello Regulador cuando dos mil productores protagonizaron una movilización en San Caetano que acabó con detenidos y lanzamiento de botes de humo

05 sep 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Las aparición en el mar de un fenómeno natural como la marea roja es la bestia negra del sector mejillonero y todas las alarmas se encienden cuando se extiende por las rías en plena campaña extractiva. Así es en la actualidad y también lo era antaño cuando, además, los medios de detección eran menos precisos que ahora y la obtención de resultados se demoraba en el tiempo. En 1995, el colectivo vivió uno de sus peores años, con un prolongadísimo episodio de toxina que mantenía paralizadas buena parte de las más de 3.000 bateas existentes. Los productores reclamaban a Sanidade, cuyo conselleiro era en aquel momento José Manuel Romay Beccaría, rebajar de 12 a 5 horas el tiempo de observación de los ratones inyectados con biotoxinas para efectuar las analíticas. La falta de acuerdo entre Consellería y bateeiros motivó, como recuerda Joaquín Riveiro Dieste (Boiro, 1962) «una batalla campal por el mejillón».

En aquel momento, Riveiro Dieste era gerente del Consello Regulador do Mexillón: «El cierre de los polígonos se prolongaba desde hacía meses y estábamos llegando a la campaña de Navidad, que era cuando se vendía más. Si se perdía eso, se perdía todo. El conselleiro de Pesca era Juan Caamaño y con él había una relación fluida, se dio cuenta de la importancia del sector y fue muy sensible a lo que planteábamos, pero con Sanidade la cosa era distinta porque iban por el libro y considerábamos que nos perjudicaba».

Dado que los intentos de negociación habían fracasado, más de 2.000 productores decidieron plantarse en San Caetano, el 18 de diciembre de 1995, y protagonizaron una movilización que acabó con dos detenidos, el lanzamiento de botes de humo y pelotas de goma por parte de la policía y hasta con una valla del cierre del edificio administrativo de la Xunta derribada.

Asegura Joaquín Riveiro que el sector nunca quiso llegar a esta situación: «En la movilización había gente de 70 años que llevó palos. Nadie va por gusto a algo así». Comenta que «no cuestionábamos el sistema de control, sino que se pretendía buscar métodos que protegieran la salud pública sin perjudicar al sector. Había otros países de la Unión Europea que aplicaban controles de otro tipo y no había problemas».

Riveiro Dieste comenta que fue la segunda manifestación multitudinaria: «Unos años antes había tenido lugar otra. El sector dio un golpe encima de la mesa. Había hambre, porque la gente no podía sacar el mejillón. Además, cuando el molusco es demasiado grande acaba desprendiéndose de la cuerda y se pierde. Creo que esas manifestaciones dieron cuerpo a un sector que era muy pujante. No estamos hablando de nada extraño, sino de una toxina natural, y los matices eran importantes. Había países que ya utilizaban marcadores bioquímicos más inmediatos».

El episodio de la valla derribada en San Caetano por parte de los manifestantes fue recordado durante mucho tiempo. Tanto fue así que Joaquín Riveiro relata una anécdota con el entonces presidente Manuel Fraga como protagonista: «Años después vino a inaugurar el edificio del Consello Regulador y estuve hablando con él y me dijo que ‘había que preocuparse por las cosas y no encomendarse a santa valla’».

Joaquín Riveiro Dieste afirma que, a raíz de movilizaciones como las de 1995 y otras que, aunque menos sonadas, vinieron después, «la sensibilidad hacia el sector cambió. Se consiguió que se hablase con él». Subraya que «al margen de aquel episodio, los productores presentaban datos económicos y laborales, así como realizaban propuestas. Se hizo mucho trabajo. La del mejillón fue la primera denominación de origen que hubo en el mar».