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Una marea roja excepcional cierra toda la ría de Vigo a la extracción de marisco

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

Dársenas del puerto de Marín
Dársenas del puerto de Marín emilio moldes

La de Pontevedra también está afectada por un episodio con niveles de células nunca vistos

24 jul 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo que para los bañistas se trata de una inocua anécdota -pues más allá de lo escandaloso que es ver el agua del mar teñida de un color marrón-rojizo-casi cúrcuma, la marea roja no comporta riesgo alguno para las personas-, supone un serio trastorno para bateeiros y mariscadores de la zona sur de Galicia, pues sí afecta al marisco de las playas y al mejillón que se cultiva en las bateas. Y a todo aquel que lo consuma, claro. Así que, siempre que uno se abastezca por los canales autorizados y no recurra a métodos furtivos para proveerse, no hay peligro, dado que esa purga de mar extraña, o cuando menos atípica, mantiene cerrados todos los polígonos de bateas de la ría de Vigo y uno de la de Pontevedra -otro lo está por lipofílicas-, al tiempo que ha obligado a prohibir la extracción de marisco en la práctica totalidad de los bancos marisqueros del área viguesa, así como todos los del fondo de la ría pontevedresa y los de Aldán por los altos niveles de toxina paralizante (ASP).

Marisco de la ría de Vigo, el único que se puede encontrar en el mercado es navaja y longueirón. Y para eso solo desde el pasado sábado, cuando se aprobó una excepción a la extracción de solénidos en tres bancos. Ocurre que estas especies, por su voracidad diferente a la de los demás bivalvos, presentan niveles de toxina más bajos, tolerados para el consumo humano.

Así las cosas, ahí están las mariscadoras de Arcade, mano sobre mano, lo mismo que las de Moaña, Vilaboa, Lourizán, Pontevedra, Raxó... Peor están las cosas en Redondela, donde la toxina paralizante se ha confabulado con la prohibición de la pesca de sardina para el xeito proporcionando ayer un lunes al sol «ao 95 % dos socios da confraría», que están parados, explicó Clemente Bastos, patrón mayor de un pósito en el que tan solo pudieron trabajar los ocho barcos que tienen pérmex para nasa de pulpo.

Atípico y extemporáneo

Desde el Centro Tecnolóxico do Mar (Intecmar), su directora, Covadonga Salgado, señala que, al margen de lo poco habitual y lo extraordinario de este episodio, las mareas rojas cargadas de toxicidad son frecuentes en Galicia, que convive con ellas sin problema. ¿Qué tiene de extraordinario, excepcional y llamativo la que ahora tinta la playa de Samil y cambia el color del agua del puerto de Bueu? Que se trata de un episodio de toxina paralizante que sigue a otro de lipofílicas (diarreica) que ya estaba remitiendo. Además, la ASP no está provocada por el microalga que acostumbra a castigar a Galicia con esa toxicidad, la Gymnodinium catenatum, sino la Alexandrium minutum. No es una extraña en Galicia. Al contrario, bien saben de ella en Baiona, Camariñas y en la ría de Ares, pero ya no es tan habitual que alcance la ría de Vigo, ni la de Pontevedra. Y menos que lo haga en esta época del año.

Por encima, se ha presentado a lo grande, pues, según Salgado, se han medido «valores históricos de células por litro de estos dinoflagelados nunca vistos en 26 años de monitoreo» que lleva el Intecmar. Niveles tan elevados y concentraciones tan grandes que han provocado «cambios en la coloración de las aguas», de ahí que aparezcan manchas rojizas en muchas zonas de Pontevedra y Vigo.

Ahora bien, para la cantidad de células que se encuentran en el agua -en la estación de Combarro se midieron la semana pasada 1,5 millones de células por litro-, los valores medidos en el marisco no están disparados y, además, la toxicidad está apareciendo muy lentamente. De hecho, la presencia de Alexandrium minutum se detectó la segunda semana de mayo y aún ahora está en ascenso: «No se ha llegado a la cima del episodio», asegura Salgado.

La «Alexandrium minutum» no «pintaba» las aguas gallegas desde 1984

«‘La ría está de color cúrcuma’, me decía un pescador». Francisco Rodríguez, investigador del IEO de Vigo, se topó con la Alexandrium minutum fuera de sus dominios habituales hace casi un mes, cuando participaba a bordo del Ramón Margalef en la campaña Remedios 2018 para estudiar la influencia de las propiedades físicas del agua en las proliferaciones de altas tóxicas en las Rías Baixas. Recalca, como Covadonga Salgado, que es una especie autóctona, «non invasora», pero de la que no había registros de una proliferación tal como para tintar las aguas gallegas. Y el único antecedente que se recuerda de que una marea roja de esta especie pintase el mar es de 1984 en la ría de Ares, otro de sus reductos.

Este «llamativo e inusual» episodio tóxico es, según explica Rodríguez, fruto del cóctel que formaron por un lado «a estabilidade das augas moi quentes por falta de ventos do norte» -alcanzaron hasta 20 grados- y, por otro, la menor salinidad provocada por las lluvias de la primavera. Rodríguez señala que la temperatura del mar ya ha caído a los 16,8 grados y han empezado a soplar los vientos del norte, por lo que podría empezar a remitir una marea que, en algunas zonas, ha provocado tres semanas de inactividad. Más cauta se muestra Salgado, que prefiere esperar a los resultados de las últimas mediciones para saber si las células tóxicas literalmente se las lleva el viento.