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Flota e industria se enfrentan por el atún que puede entrar sin arancel en la UE

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

MARTINA MISER

La conserva pide un contingente de 36.000 toneladas, que reducen a 0 los pescadores

24 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Otra vez ruido de sables, pero en esta ocasión con el silenciador puesto. Flota e industria de transformación -conservera y congeladora- han visto aflorar sus sempiternas diferencias a cuenta de los contingentes de atún libres de aranceles que podrán entrar en el mercado europeo en los próximos dos años. De nuevo, unos reivindican todos los esfuerzos realizados para modernizar las embarcaciones, frenar la pesca ilegal y garantizar la sostenibilidad de sus capturas, que quieren ver compensadas en el mercado, y otros apelan a la necesidad de obtener materia prima a precios que les permitan ser competitivos para mantener el volumen de empleo que proporcionan, en especial en zonas altamente dependientes de la pesca.

 La polémica está servida, pero esta vez el malestar se rumia internamente, sin intercambio público de reproches, que sí se hacen en privado. Unos y otros han hecho valer sus argumentos ante la Secretaría General de Pesca, que ha elaborado un informe para que el nuevo equipo ministerial tome una decisión y eleve su propuesta a la Comisión Europea, que es, en definitiva, la que fija las cantidades en función de las posturas de los Estados miembros.

Para el último período (2016-2018), Bruselas aprobó la entrada de 25.000 toneladas de lomos de atún sin cargas arancelarias. Excesivo para la flota, escaso para la industria. Los atuneros, a través de la patronal Cepesca, han pedido la supresión de esas partidas que entran al 0 %. A su juicio supone una dura competencia para las entorno a 400.000 toneladas de atún que produce la flota española. Capturas todas ellas con el sello de Atún de Pesca Responsable, que certifica que se han extraído de forma respetuosa con el medio ambiente, que el barco está sometido a un control y cumple la normativa sanitaria y observa toda la legislación sociolaboral exigida, con condiciones de trabajo dignas para los tripulantes y salarios decentes.

Ese esfuerzo, junto al realizado en la implantación de planes de mejora de la pesquería, la búsqueda de técnicas más selectivas y sostenibles, como los objetos biodegradables, etcétera, en ocasiones no se ve recompensado en un mercado internacional con fuertes oscilaciones al que también acuden proveedores que no observan las mismas normas y con costes laborales más bajos.

«Eso es lo que hemos tratado de hacer valer ante el ministerio», explica Javier Garat, que confía en que las autoridades se limiten a recoger posiciones y no hagan recomendación alguna. El secretario general de la patronal pesquera apunta que los lomos sin aranceles vienen de países como Tailandia o Vietnam, «los mismos que los conserveros critican porque mandan sus latas al mercado europeo», conservas elaboradas también a más bajo coste laboral, con menos exigencias medioambientales y con estándares de calidad menos exigentes.

Cantidad escasa

Frente al 0 % de la flota, la industria conservera reclama que el volumen que puede importarse sin cargas se eleve hasta las 36.000 toneladas. Es, según Juan Manuel Vieites, secretario general de Anfaco, la cantidad justa y adecuada para atender las necesidades de las factorías españolas sin dar oportunidad a materia prima sospechosa.

Las 25.000 de los últimos años han sido clave para que la industria haya batido su récord de producción de latas de atún, con 107.000 toneladas, y haya incrementado en 13.000 sus ventas en la UE. Ahora bien, sus competidores también han elevado sus despachos a Europa en 17.000 toneladas, cuando, de haber tenido más lomos sin aranceles, podrían haber sido fabricados por las factorías españolas. Una llegada facilitada por los acuerdos comerciales que la UE suscribe con terceros países, que permiten la entrada de latas de atún sin aranceles.

Que el actual contingente es insuficiente lo demuestra el hecho de que es «la única partida que se agota en tan corto plazo», señala Vieites. El último duró tres días. Se cerró el 3 de enero. Y España consumió más de la mitad.

Los conserveros inciden en que esas ventajas arancelarias son vitales para la continuidad y crecimiento de la industria, que proporciona más de 15.500 empleos en España, básicamente, en Galicia. Una ocupación muy lejos de la que aporta la flota atunera que, recuerda, facilita materia prima a países con industria conservera con la que después tienen que competir en Europa.

El auge del sushi y los platos preparados elevan la demanda de túnido importado

En la disputa por los contingentes de lomos de atún ha irrumpido un nuevo actor: la industria del congelado. Ya lo advertía la patronal de la conserva al argumentar las razones por las que se deberían aumentar de 25.000 a 36.000 las toneladas de lomos de atún que se pueden importar de terceros países al 0 % de arancel: que la demanda de producto es mayor y no precisamente para uso conservero. Anfaco apunta a la creciente necesidad de atún congelado para consumo humano directo. Es el auge de productos como el sushi u otros platos elaborados lo que ha hecho crecer la avidez de Europa por esta materia prima y, claro está, el interés por hacerse con ella al más bajo precio posible, sin cargas arancelarias.

Así es que hay más empresas compitiendo por el atún sin aranceles, que en el último ejercicio, además de agotarse en tres días, se superó en casi 5.000 toneladas, que se pagaron con el gravamen correspondiente.

Si la industria conservera asegura que equilibró en su petición sus necesidades de abastecimiento y la intención de no perjudicar innecesariamente a la flota, la patronal del congelado no ha tenido tantos miramientos al lanzar su propuesta. Su petición al Gobierno español es que proponga a Bruselas establecer un contingente de 50.000 toneladas de atún sin aranceles.

Pesca y comercio ilícito

Los sables de flota e industria transformadora se envainan en cuanto se habla de la necesidad de combatir la pesca y el comercio ilícito de atún. Coinciden unos y otros en que deben ir de la mano en impedir que la materia prima procedente de la pesca pirata llegue al mercado comunitario tanto congelado, como en lomos o en latas.