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La flota gallega regresa del Cantábrico al agotarse toda la cuota de anchoa

e. abuín REDACCIÓN / AGENCIA

SOMOS MAR

CARMELA QUEIJEIRO

Las 24.000 toneladas de que disponía el cerco se acabaron en poco más de tres meses

12 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Se trató de estirar al máximo posible, bajando topes diarios, reduciendo el número de jornadas de trabajo, vedando zonas... Pero, finalmente, el sábado pasado se cerraba la pesca de anchoa en la zona VIIIc -de Fisterra al golfo de Vizcaya- porque los cerqueros del Cantábrico alcanzaron la cuota asignada para el primer semestre del año. Y no era escasa: 24 millones de kilos; 24.000 toneladas que se han consumido en tres meses. «Non é unha broma; iso é o que ten a flota galega de cerco, 148 barcos, para todas as especies», apostilla Andrés García, patrón mayor de Sada y representante de la Asociación de Armadores de Cerco de Galicia (Acerga). García resalta que «é a primeira vez que se pecha a costeira do bocarte no Cantábrico» porque se consume todo el cupo y reprueba que la mayor parte de la cuota se haya ido «en anchoa pequena e a baixo prezo». Eso da pie al miembro de Acerga para reprochar a las demás comunidades autónomas que hiciesen oídos sordos a la propuesta de Galicia de imponer un tope específico, más reducido, para los ejemplares de menor tamaño, aquellos de los que se necesitan más de 45 piezas para hacer un kilo, y evitar así que el cupo se dilapidase en anchoa pequeña. «Como así foi», incide García.

Y es cierto que si bien la costera ha sido histórica en cuanto a desembarcos, no ha sido tan exitosa en cuestión de precios. La cotización media no ha alcanzado el eurohoubo días de 30 e vinte céntimos o quilo», expone el patrón mayor de Sada-, cuando el año pasado fue de 1,63. Eso sí, entonces se descargaron 16 millones de kilos, un 50 % menos que en esta edición.

Tras el cierre de la pesquería de bocarte hasta julio, el medio centenar de barcos gallegos que se había desplazado al País Vasco y otros puertos cántabros para la campaña ha regresado a aguas gallegas. Y los pescadores no vienen descontentos, a pesar de ese fiasco en las cotizaciones. «Xa non é pola cantidade de cartos que fagas, é pola tranquilidade coa que se traballa alí», dice Eduardo Carreño, armador de Portosín. Tener 10.000 kilos al día que pescar -aunque después se rebajaron a 8.000- es una cantidad razonable que ataja cualquier tentación de descargar de más. Ni tampoco hay tantas inspecciones. «Non estás continuamente coa presión de que veñan ao barco», señala Carreño.

Toca sardina

Ahora toca sardina. Claro que el cupo no es, ni por asomo, el que había para el boquerón. «De ter 10.000 kilos ao día, pasamos a ter 6.000 á semana», a pesar de que, «igual que o ano pasado, o mar está cheo de sardiña».

Por eso no sería de extrañar que, si una vez hecho el recuento del consumo resulta que hay todavía cupo para reabrir la costera de la anchoa, los cerqueros volviesen a desplazarse más al este para seguir cogiendo bocarte. Una especie que, por cierto no se puede coger del Miño al Bidasoa, dado que también está agotada la cuota correspondiente a Galicia en la zona IXa -de Fisterra al golfo de Cádiz- y el 10 % de la VIIIc que se reservó para el segundo semestre (2.700 toneladas) no se abrirá hasta el 1 de julio.