Patrocinado porPatrocinado por

Un joven lobo de mar de San Cibrao enamorado de la costera del bonito

Lucía Rey
lucía rey BURELA / LA VOZ

SOMOS MAR

XAIME RAMALLAL

Jacobo Balseiro, de 35 años, comenzará el miércoles en el Cruz y Cristo su décimo octava campaña del túnido

10 jun 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Cuando este miércoles la proa del Cruz y Cristo deje atrás el puerto de Burela y ponga rumbo hacia el norte de las Azores para participar en la costera del bonito, la madre y la abuela de Jacobo Balseiro sentirán una mezcla de preocupación y tranquilidad. Preocupación por el hijo y el nieto que se gana la vida en el mar, un oficio siempre duro, y tranquilidad porque, con apenas 35 años, Jacobo es un joven lobo de mar enamorado de su profesión. «Levo 18 costeiras, desde os 16 anos fun sempre. Pasa o Nadal e xa me tarda o bonito», destaca sonriendo el marinero, que es a la vez patrón y armador de este barco de 19 metros de eslora y 5 de manga con base en el vecino puerto de San Cibrao, y que el resto del año anda al palangre, pescando especies como bertorella, besugo, congrio o merluza. «Desde neno xa tiña claro que quería andar ao mar. Na casa non querían, tiveron un disgusto moi grande porque se me daban ben os estudos, pero non o cambio por nada», explica Balseiro, que primero estudió Náutica en Ferrol y después obtuvo el título de capitán en Vigo. Nieto y sobrino de marineros, al escucharlo hablar mientras él y los otros cinco miembros de la tripulación ultiman la preparación del barco en el varadero de Burela da la impresión de que sangre y agua salada se entremezclan en sus venas. «Antes a preocupación era pescar, dar co peixe para encher a bodega, pero agora a máis grande é o Diario de a bordo, non equivocarse no que anotas», comenta el marino ante el ordenador portátil del puente de mando en relación con la documentación que deben cubrir y transmitir cada 24 horas las embarcaciones. «Podes ter un marxe de erro do 10% entre o que tes declarado e o que traes, pero eu lévoo todo anotado nunha libreta á man por se acaso», señala.  

De 50 a 5 barcos

Pese a su juventud, Balseiro acumula gran experiencia y es testigo del proceso de cambio de la flota burelense en particular, y la gallega en general. «A primeira vez que fun, no 2000, iamos 50 ou 60 barcos, pero este ano só imos 5. Non hai relevo xeneracional. A xente xubílase e os barcos desguázanse», apunta el marinero, que participó en dos campañas de seis meses en Sudáfrica. «O sistema de traballo é totalmente distinto. Alí tes o teu turno e logo descansas, no bonito é continuo», indica, antes de explicar por qué el arrastre pelágico de las flotas irlandesa y francesa complica la pesca a la flota artesanal gallega. «Non só porque acaben co peixe, senón porque o asustan e logo non come o cebo», concluye.

XAIME RAMALLAL

Los 6 miembros de la tripulación podrán ver el Mundial de fútbol

Si el bonito lo permite, el próximo viernes, Jacobo, Francisco, Narciso, Ousmane, Yosu y Mamadú, los seis tripulantes del Cruz y Cristo podrán seguir el debut de la selección española frente a la portuguesa en el Mundial de fútbol de Rusia. «Puxemos Movistar + hai pouco porque de día hai que andar seguido atendendo ao bonito, pero de noite hai que entreterse nalgo, e antes traiamos varios discos duros con películas e viñamos cargados», señala Jacobo Palmeiro, que admite que cuando en el mar abunda el pescado y hay trabajo la convivencia a bordo va como la seda. «Pero cando non hai peixe, saltan os problemas en calquera lado e é mellor entreterse e ter algo do que falar», indica el marinero. «Non ten nada que ver poder ver un telediario, a TVG... Polo menos podes falar dalgo porque tras dez días xa non queda nada do que falar, e se encima algún está atravesado nin che conto», bromeó el marinero, que se declara «soltero e sen compromiso». Pasar el verano lejos de tierra, en mareas de 15 a 20 días, le supondrá perderse todas las fiestas. «Non as cambio porque no mar son feliz», señala. 

Hasta 12.000 euros

El dinero que gana un marinero en la costera -de 8.000 a 12.000 euros- es un estímulo, aunque no se manejan las cifras de antaño, cuando con dos mareas un marinero hacía una casa. «Cunha campaña compraba a terra, e con outra facía a casa», dice.