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Militares y ecologistas abordan a punta de pistola un pesquero gallego en Liberia

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

La tripulación dice que los obligaron a cortar las aletas de tiburón para tomar imágenes

03 abr 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

No es la primera vez que ocurre, pero sí la que ha colmado la paciencia de los armadores, que este lunes movilizaron a todas las autoridades habidas y por haber, tanto en Bruselas, como en Madrid, en Santiago y en Monrovia. La Organización de Palangreros Guardeses (Orpagu) denunció que uno de sus palangreros de superficie, el Cedes, con base en A Guarda, fue abordado este lunes en aguas de Liberia por el Bob Barker, el barco de la organización conservacionista Sea Shepherd, desde el que accedieron al pesquero gallego nueve personas. De ellas, una era un inspector de pesca, sí, y como tal se identificó, pero el resto eran militares, cinco de ellos provistos de metralletas y otras armas de fuego, y ecologistas, que durante varias horas estuvieron inspeccionando el pesquero e intimidando a los marineros, a los que «no los dejaban acceder al puente y los acompañaban en todo momento cuando tenían que ir a algún lado del barco», relata Juana Parada, gerente de Orpagu. De hecho, en A Guarda se enteraron del abordaje porque el jefe de máquinas consiguió hacer una llamada a escondidas al armador por el teléfono satélite, que de inmediato dio la voz de alerta que puso en marcha la diplomacia.

Durante las horas en las que estuvieron a bordo, los militares obligaron a parte de la tripulación a cortar las aletas de varios ejemplares de tintorera que llevaban en las bodegas y que tenían la extremidad adherida, tal y como establece la normativa comunitaria. Al parecer, la única finalidad de esa orden fue el de tomar imágenes que, sospecha Orpagu, después serán difundidas a la opinión pública para «montar su show» y acusar a la flota española de hacer finning (cortar la aleta y descartar el cuerpo), de llevar a cabo prácticas prohibidas por la legislación, o cualquier otra irregularidad.

Sin irregularidades

Y lo cierto es que, según la organización guardesa, finalizada la inspección, las autoridades liberianas entregaron al patrón el acta correspondiente «sin que en ella aparezca reflejada ninguna irregularidad cometida por el pesquero», explica Orpagu en un comunicado. También recoge que, aunque en un primer momento los marineros cortaron la aleta intimidados por la presión, después se negaron a seguir colaborando, a pesar de los requerimientos violentos de los militares.

A bordo del palangrero Cedes había quince personas, 14 miembros de la tripulación -el patrón andaluz, varios gallegos y trabajadores extracomunitarios- y un observador científico -gallego-, encargado de anotar cada lance, cada especie capturada... en definitiva, de comprobar que todo se hace correctamente. Si los marineros están impactados, «no quiero pensar cómo lo estará el observador al verse en este trance», dice Parada.

Orpagu se plantea emprender acciones judiciales contra Sea Shepherd

La gerente de Orpagu aseguró este lunes que no descartan emprender acciones judiciales contra Sea Shepherd. Porque no es la primera vez que un barco de la organización es blanco de sus abusos. Abusos dado que se salen totalmente del protocolo de inspección establecido en el marco del acuerdo que tienen suscrito la UE y Liberia. Según este, las revisiones deben hacerlas inspectores liberianos a bordo de patrulleras de ese país, no militares y, mucho menos, a bordo de un barco de los ecologistas, por mucho que el país tenga acuerdos de colaboración con estas organizaciones para suplir la falta de medios materiales para realizar las inspecciones. Además, se da la circunstancia de que el Bob Barker llevaba el AIS (Sistema de Identificación Automática), una ilegalidad, según Orpagu, por lo que la tripulación del Cedes no lo vio en la pantalla y lo cogió totalmente por sorpresa.

La suerte del Cedes la corrieron otros dos barcos de Orpagu en Santo Tomé: el Baz y el Alemar Primero, el primero acusado de hacer finning y el segundo por pescar tiburones sin estar permitido y, aunque después se comprobó que sí tenía permiso estuvo dos semanas apresado. Pero no solo sufrieron el acoso los barcos de Orpagu. Hasta una decena de atuneros y palangreros españoles y franceses han padecido las mismas tácticas intimidatorias y, de hecho, eso motivó que el Consejo Consultivo de Larga Distancia (LDAC) pidiese amparo a la Comisión Europea, denunciando la peligrosidad de esas técnicas.

Lo cierto es que este lunes, según Juana Parada, las autoridades reaccionaron de inmediato y de forma efectiva.