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El Cantábrico acepta el plan de Galicia de fijar cupos semanales para la raya

E. Abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

SIMÓN BALVÍS

Solo Asturias introdujo matices en la propuesta, que ahora se trasladará a Madrid

05 feb 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

La flota de las demás comunidades que pescan en el Cantábrico Noroeste, Asturias, Cantabria y el País Vasco, aceptaron la propuesta que les trasladó la Federación Galega de Confrarías para gestionar en este ejercicio la captura de la raya. Si la dosificación suele ser siempre compleja, por la escasez de cupo, el año pasado fue especialmente problemática. Fue preciso cerrar la pesquería en junio para guardar parte de la cuota para final de año, cuando el empleo de los miños para extraer centolla trae a la cubierta de los pesqueros numerosos ejemplares de raya como captura accesoria del crustáceo. Y las 54 toneladas que se guardaron para ese mes se agotaron en noviembre, antes de entrar siquiera en diciembre.

Para evitar esos problemas, la pesca gallega propuso repartir las posibilidades de pesca, que este año son mayores y ascienden a 1.337 toneladas. El reparto que plantean tiene dos divisiones. La primera, repartir el total en tres períodos del año, y la segunda sería distribuir por semanas esas cantidades. Lo que Galicia sugiere es que de aquí a mayo se pueda pescar el 55 % de la cuota -que serían 735 toneladas- y durante ese período se impusiese un tope semanal por barco de 750 kilos si la pesquería la realiza un arrastrero, y de 250 si la captura una embarcación de artes menores.

De junio a septiembre, la propuesta gallega reserva el 10 % del cupo (134 toneladas), de forma que bajarían las cantidades de tope semanal por embarcación a 150 y 50 kilos por cada segmento de cuota. Y el 35 % restante (468 toneladas) se reservaría para la recta final de año. En esa época los arrastreros podrían desembarcar 600 kilos por semana y el resto de la flota, 200.

Alegaciones de Asturias

Según explicó Tomás Fajardo, presidente de los pósitos gallegos, dieron el visto bueno a la propuesta. Solo Asturias introdujo matices en el planteamiento al preferir que la cantidad fuese la misma a lo largo de todo el año -250 y 150, respectivamente-, sin la división cuatrimestral que realiza Galicia.

Lo que corresponde ahora a Galicia es remitir la sugerencia a la Secretaría General de Pesca para que dé forma a la propuesta y recoja las alegaciones o aportaciones que cada asociación quiera hacer antes de darle forma normativa.

El reto de demostrar que la especie vive tras descartarse

La bajura vería resuelto un problema importante para mitigar el impacto en su economía de la obligación de desembarque si consigue demostrar que la raya es una especie de alta supervivencia. Que aunque se suba a bordo del barco y después se la vuelva a tirar, no muere, sino que continúa su ciclo vital. Los marineros lo saben de sobra, por experiencia y observación. Pero, claro, eso hay que demostrárselo al comisario Vella, a Rodust -que redactó el informe de la Eurocámara- y a las demás autoridades que nunca han visto cómo la raya que sube viva al barco vuelve a nadar después de liberarla del aparejo y tirarla por la borda. Y eso no se hace subiéndolos a un barco, sino con datos y avales científicos.

Estudios científicos

Así es que la Federación Galega de Confrarías se felicita porque el IEO se ofreciese a realizar con la bajura un trabajo similar al que ya estaba abordando con el arrastre y que consiste, precisamente, en demostrar la alta supervivencia de la especie. Porque a los de Bruselas «o estudo do arrastre non lles sirve para o enmalle ou para o palangre», dice Tomás Fajardo, la cuestión tiene que quedar clara con cada una de las artes.

Fajardo informó el sábado a las cofradías del estudio que va a abordar el IEO. Y de que hay un barco de O Grove que se ofrece a colaborar desinteresadamente, solo por el precio de mercado de las rayas que pesque, a ir con miños a las zonas donde mayor garantías tenga de capturar unos 30 o 40 ejemplares, los que necesitan los científicos al mando de Julio Valeiras para analizar si es cierto que la raya sobrevive, cuánto sobrevive, si tienen secuelas, si se alimentan bien... En definitiva, si siguen con su vida normal después de caer en las redes.

Esa observación se hará en el centro oceanográfico que el IEO tiene en Vigo, de ahí que el barco elegido fuese de un sitio próximo. Ahora empezarán con el papeleo y los permisos para ese transporte especial que se requiere para las rayas por ser animales vivos y a adaptar a la bajura el estudio que los investigadores tenían para el arrastre.

La federación confía en poder iniciar en breve los trabajos y tener algún resultado antes de junio. No pierden de vista que el 1 de enero del 2019 está ahí. A la vuelta de la esquina.