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«Antes traballaban cos pés descalzos»

Álvaro Sevilla Gómez
Álvaro Sevilla NOIA / LA VOZ

SOMOS MAR

CARMELA QUEIJEIRO

Más de 2.000 personas se citan en Testal para extraer toneladas de este molusco. La mayoría forman parte de generaciones que llevan décadas rastrillando en el arenal

23 nov 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Cada mañana, desde el pasado 18 de septiembre, dos mil personas se citan en la playa noiesa de Testal. Ataviadas de ropas de aguas y rastros, arañan durante horas la fina arena en busca de un molusco que se ha convertido en la carta de presentación de esta villa que supera por poco los 14.000 vecinos. El berberecho, muy preciado por la industria conservera, es gasolina para el motor económico de la zona.

Carmen Romero lleva desde los 10 años persiguiendo este molusco. Ahora, que supera con holgura los cincuenta, cuenta con la compañía de su hija, Mari Carmen Agra, y su hermana, María Victoria. Ríen mientras zarandean el rastro. El sol brilla y el viento sopla tímido, el frío no cala. La mañana es perfecta para faenar. «Antes mirábanche por enriba do ombreiro. Éramos unhas desgraciadas. Agora, cando saben que es mariscadora pregúntanche como poden facer para vir. Isto é a gloria», reconoce entre risas la hija.

El dinero que se mueve explica el cambio de paradigma. Si los precios se mantienen estables y el producto es de calidad, pueden superar los 3.000 euros al mes, de los que tendrían que descontar los 190 que pagan por el régimen de autónomos. La campaña arranca a mediados de septiembre y, tras parar en enero, se alarga, si los precios acompañan, hasta Semana Santa. Lo normal es que cuenten con seis meses de trabajo, lo que, de media, les permite ingresar 20.000 euros brutos.

«Antes non era así, isto cambiou moitísimo», reconoce Carmen, que sigue rastrillando mientras desecha las conchas que entran en la cesta y escoge el molusco de mayor tamaño. Recuerda la etapa en la que acudía a Testal con pequeños cestos de mimbre: «Colocábanse entre as pernas para que non os levase a auga e iamos metendo o berberecho. Unha vez estaba cheo, ía para un saco».

Esta semana el molusco, que se divide por tamaño en cuatro categorías, ronda un precio que va desde los 10 a los 4,65 euros. «Cando era unha nena e viña co meu pai non o compraba ninguén. Ías ás aldeas para cambialo por patacas, millo ou pan de broa», confiesa. «Traballaban cos pés descalzos», apuntilla su hija Mari Carmen. «Co tempo comprárono as fábricas. Iamos dende a praia ata a parroquia de Boa con 50 quilos á cabeza. Era a peor parte da mañá».

Ahora del traslado de las toneladas que se capturan cada día se encarga la cofradía. Lo hace con tractores, que llegan a partir de las doce de la mañana para llevarse los capachos llenos a la lonja, donde se clasifica y pesa el producto. Cada mariscador recibe un recibo de sus capturas, que serán subastadas por la tarde. El tope de los que trabajan a pie alcanza los 25 kilos; los de a flote, 40. Todos tienen a mayores cinco de almeja japónica, fina y babosa.

Buen arranque

Al costado de Carmen trabaja Dominica Fernández. Ella es la presidenta de las mariscadoras de a pie. Comenzó hace 17 años, de la mano de una familiar, después de pasar siete emigrada en Suiza: «Cando volvín non quería ir á fábrica e miña tía díxome que a acompañase». Reconoce que esta campaña está siendo buena, que los precios, con excepción de esta semana, se mantienen estables y que todos los mariscadores están consiguiendo los topes con facilidad.

Su mayor preocupación pasa por la toxina, que los dejó todo octubre sin trabajar. «Foi un golpe duro, perdemos moitos cartos. É o mellor momento, cando o berberecho ten maior tamaño e calidade. Bótalle que se puideron deixar de gañar 1.000 euros por semana», se lamenta.

Sobre si los ingresos del berberecho son suficientes para todo el año, confiesa que la mayoría «opta por mariscar o resto do ano noutras vilas, por traballar en hostalería ou por limpar casas». De lo que no cabe duda es que el bivalvo es el sustento principal. Lo demuestran Carmen y María, que asienten con una sonrisa en la boca.