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«Perdemos unha xornada de traballo»

Ana Gerpe Varela
A. Gerpe RIBEIRA / LA VOZ

SOMOS MAR

Marcos Creo

Los profesionales piden más agilidad en los controles de toxicidad y Mar asegura que se informó con celeridad

05 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

La cofradía de Noia anticipó este año el inicio de la campaña marisquera para minimizar el impacto económico ante la posible aparición de toxina o la llegada de riadas y, al final, esta maniobra evasiva solo ha dado a los productores un margen de maniobra de un par de semanas. Ayer, desde las ocho de la mañana, el puerto de Testal ofrecía una imagen atípica: el marisco no salía del mar con destino a la lonja, sino a la inversa. Decenas de cajas, en total 50.000 kilogramos de bivalvo, berberecho en su mayoría, era pesado bajo supervisión de los guardapescas y trasladado a las embarcaciones, hasta que, pasadas las nueve, el veterinario autorizó su resiembra.

Los mariscadores expresaban su desazón por la incertidumbre sobre la duración de este virulento episodio de marea roja, ya que solo entre la jornada del lunes y la del martes los muestreos pasaron de reflejar unos niveles de toxina dentro de los parámetros establecidos a dispararse; pero también por el hecho de que no se tuvo conocimiento de los resultados hasta las siete y cuarto de la tarde, cuando el bivalvo ya estaba en camiones, rumbo a más de 60 puntos de destino: «Perdemos unha xornada de traballo», coincidían en manifestar.

Tanto en las conversaciones que los profesionales mantenían entre ellos en el muelle, como cuando se les preguntaba por la repercusión de este paro forzoso, los afectados reclamaban mayor agilidad por parte del Intecmar a la hora de proporcionar los resultados. Creen que los procedimientos deberían ajustarse a la realidad del sector para que no se repitan este tipo de situaciones y muchos recordaban que en noviembre del año pasado, cuando las concesiones tuvieron que cerrar tres semanas por la aparición de toxina, se produjo una situación similar. Miembros del colectivo Plademar, como Pablo Silva, indicaban: «Onde está a nosa seguridade xurídica».

Las analíticas particulares encargadas por la cofradía el lunes ya arrojaban niveles de toxina, aunque dentro de lo permitido. Esto llevó al pósito a coger nuevas muestras el martes y a llevarlas tanto al laboratorio acreditado que trabaja para la entidad, como al Intecmar. El problema, indican desde el pósito, es que no consiguen que ningún laboratorio proporcione los resultados antes de la subasta.

Desde la Consellería do Mar se apunta que se realizan controles de forma regular y que «analiza unha media de 12 mostras de media semanal en moluscos, a maiores das de augas». Explican que los resultados se comunicaron a la cofradía con total transparencia y celeridad y que el centro actuó cumpliendo estrictamente la legislación europea.

Los más de 1.500 mariscadores de Noia tienen asumido que no regresarán a los arenales en los próximos quince días. Lo que más les preocupa es que la situación se prolongue de manera indefinida porque, aseguran, aquí no hay predicciones que valgan.

También les inquieta la repercusión que este cierre pueda tener sobre las ventas y sobre los precios del bivalvo.

El patrón mayor, Santiago Cruz, reconocía que la inactividad implica pérdidas económicas: «Ninguén quere isto, pero contra a natureza non se pode loitar». Al sector no le queda más remedio que esperar.