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Los países tratan de vencer las reticencias de Rusia a la creación de reservas marinas en la Antártida

La Voz SÍDNEY / AGENCIAS

SOMOS MAR

Pequeño crustaceo marino, krill, que habita en las aguas de la Antartida
Pequeño crustaceo marino, krill, que habita en las aguas de la Antartida Ingo Arndt | efe

Uno de los santuarios propuestos afecta el mar de Ross, conocido como «el último océano» por ser el único ecosistema marino intacto del planeta. Sin contaminación, ni sobrepesca ni especies invasoras

18 oct 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La creación de dos grandes reservas marinas en la Antártida vuelve a estar en el orden del día de la Comisión para la Conservación de los Recursos Marinos Vivos de la Antártida (CCAMLR, por sus siglas en inglés), que se reúne en la ciudad australiana de Hobart, con todas las miradas fijas en Rusia, principal freno al proyecto.

El primer santuario, propuesto por Australia, Francia y la Unión Europea, cubre vastas zonas de la Antártida oriental. El segundo, auspiciado por Estados Unidos y Nueva Zelanda, afecta el mar de Ross, una inmensa bahía del lado del Pacífico bajo jurisdicción neozelandesa. Este mar es conocido como «el último océano» por considerarse el único ecosistema marino intacto del planeta, sin contaminación, ni sobrepesca, ni especies invasoras. Además de estas dos, que han sido rechazadas en las últimas cuatro reuniones, Alemania presentará una tercera propuesta para crear un área marina protegida en el mar de Weddell.

Dentro de la CCAMLR, que reúne a 24 países y la Unión Europea, las organizaciones de defensa del medio ambiente apoyan casi de forma global estas dos áreas protegidas. Pero Rusia pone freno a los proyectos. También es el caso de China, pero en menor medida puesto que aceptó la idea de convertir en santuario el mar de Ross, en la última reunión anual de la organización, en el 2015. De fraguar las propuestas, en la cumbre nacería la mayor zona marina protegida del mundo.

Otras de las prioridades en la reunión será la gestión sostenible y efectiva de la captura de krill y la lucha contra la pesca ilegal, no regulada y no reglamentada de la merluza negra en aguas antárticas, según un comunicado de la División Australiana Antártica. La pesca furtiva del también denominado bacalao de profundidad fue objeto de una campaña medioambientalista, lanzada por Sea Shepherd, que acabó con los últimos pesqueros piratas que operaban en el océano antártico. Varios de esas embarcaciones tenían supuestamente capital gallego.