Patrocinado porPatrocinado por

Las navieras mantienen el boicot a transportar tiburones procesados

F. Fernández REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

GUSTAVO RIVAS

Armadores gallegos de palangre cuentan con varios contenedores que están parados

05 ago 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Obligados por Bruselas, los palangreros gallegos tienen que desembarcar el tiburón enterito, cuando antes lo procesaban a bordo y traían a tierra todas las partes del escualo, aunque por separado. Nunca se sumaron a la práctica denominada finning, o sea, a cercenar las aletas para quedarse solo con ellas y tirar por la borda el resto del cuerpo. Pero como las flotas asiáticas sí cometían tal tropelía, las autoridades comunitarias decidieron dar una lección ejemplar al mundo y prohibieron de plano tal mutilación. Fue una imposición «aberrante», una medida «brutal» contra unas prácticas «que ya no hacíamos» y que han entrañado unas «consecuencias económicas muy importantes», según denuncia Juana Parada, directora gerente de la asociación de palangreros guardeses (Orpagu).

Obligar a desembarcar el tiburón entero le está costando solo a esta organización un millón de euros más al año, porque ahora se precisa más personal para manipular la mercancía y, además, hay que pagar a una fábrica para que procese los ejemplares, algo que antes hacían dentro de los propios palangreros, detalla.

Y ahora, encima, los armadores deben hacer frente a otro escollo para seguir dedicándose a la pesquería del escualo. La gerente de Orpagu explicó que continúa el veto al transporte de tiburones por parte de las navieras, aunque los especímenes estén ya procesados. Animadas por organizaciones ecologistas, contrarias al mercadeo con esta especie, las compañías se niegan, al menos desde mayo, a realizar el flete de ese tipo de mercancías. Juana Parada detalló que los buques descargan en el puerto de Vigo los escualos enteros y que una vez en tierra se procesan. Una vez completadas estas tareas, los armadores vuelven a embarcar la mercancía, sobre todo las aletas, rumbo, básicamente, a compradores de países asiáticos. Pero las compañías de transporte marítimo se están negando a prestar este tipo de servicio y hay contenedores parados como consecuencia de ese boicot. Ante esto, Orpagu está negociando con cada naviera para intentar desbloquear las ventas del producto ya procesado.

El ministerio medió en mayo

Ya en mayo pasado, el secretario general de Pesca, Andrés Hermida, intentó disolver el bloqueo de las navieras y mostraba su confianza en que estas recapacitasen y volviesen a transportar las aletas y los cuerpos.

Hermida adelantaba entonces que el Ministerio de Agricultura había remitido un escrito a todas las navieras, no solo a las que protagonizaban el boicot, en el que se les explicaba que el 99 % de los escualos que captura la flota comunitaria española corresponden a dos especies que «están dentro del límite del rendimiento máximo sostenible». Hermida añadía que, en cualquier caso, el producto que transporten «siempre» tendrá que llevar un certificado de trazabilidad.

Cortar y embolsar

Andrés Hermida también avanzó en mayo que estaban intentando buscar una solución para paliar las consecuencias económicas que está teniendo guardar en las bodegas el tiburón entero y avanzaba que su intención era trabajar conjuntamente con el sector para estudiar la aplicación del sistema neozelandés, que consiste en cortar la extremidad a bordo y embolsarla acompañada con el cuerpo para garantizar que no se ha hecho finning. «Tenemos que buscar una fórmula que no penalice a aquellos que hacemos las cosas bien», subrayaba.

«Queremos aprovechar todo del tiburón, como en Japón»

Mientras tratan de sortear todas las piedras que colocan en su camino, los palangreros de Orpagu siguen tratando de avanzar en su oficio. La asociación está trabajando en un proyecto para el aprovechamiento integral del tiburón, lo mismo que hacen en Japón. En el país del sol naciente se pirran por esta especie y no desaprovechan nada de ella. En A Guarda quieren seguir ese mismo camino para abrirse nuevos mercados y clientes. Aquí solo se procesa la carne del escualo, que luego, aclara Parada, se vende en España (sobre todo, en el sur), Italia y Latinoamérica, entre otros. Las aletas se venden fuera y poco más. El resto o se hace harina o se tira a la basura. Juana Parada detalló que están estudiando cómo aprovechar, por ejemplo, la piel, que podría servir para la industria de la peletería; los cartílagos, para la farmacéutica; y el colágeno, para la cosmética.

De Japón tiene mucho que aprender Orpagu. Pero también al revés. Hace unos días, la organización de palangreros gallegos recibió la visita de una misión comercial nipona en respuesta a un viaje que realizaron los gallegos al país del sol naciente. Concretamente, a Kesennuma, un pueblo pesquero, como A Guarda, que vive volcado en la pesca del tiburón. «Tenemos muchas similitudes, sobre todo en los problemas, pero hay diferencias en la forma de trabajar», explica la directora gerente de Orpagu. Y decidieron aprender unos de otros. Los japoneses (de la asociación de palangreros y armadores de la localidad) conocieron cómo se pesca aquí, cómo se procesa o cómo son las subastas (visitaron O Berbés, en Vigo), pero lo que más les llamó la atención, avanza Parada, fue el equipamiento tecnológico de los buques y de los puentes de mando y les sorprendió que todos los aparatos se diseñen y se fabriquen en Galicia. Y es en este aspecto donde puede haber oportunidades de negocio para los proveedores locales de los aparatos de los palangreros. Aunque también en la construcción de barcos, pues allí, en Japón, se renueven cada diez años.