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Un sello que refleja las luchas del sector

e. abuín REDACCIÓN / LA VOZ

SOMOS MAR

MONICA IRAGO

Hay agrupaciones que defienden la denominación de origen protegida Mexillón de Galicia, otras detractoras y las hay que creen en ella pero no ingresan

24 mar 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

En esto de la DOP (denominación de origen protegida) del mejillón sí que hay medias tintas. Blancos y negros con algunos grises. Una gradación de colores que viene determinada por la proximidad de la agrupación de bateeiros en cuestión al Consello Regulador de Mexillón de Galicia. Es decir, que las posiciones tras el conflicto abierto a raíz de la sentencia de la Audiencia Provincial de Pontevedra que ratifica la condena a una conservera por envasar bivalvo sin DOP y emplear alusiones a Galicia son un reflejo fiel de las luchas intestinas de un sector muy atomizado que guarda acérrimas enemistades desde tiempos inmemoriales y que quedaron enquistadas en el ultimo intento de crear esa especie de central de ventas que fue Pladimega, que acabó en guerra abierta en los muelles.

La parte positiva es que todos, defensores y detractores, están dispuestos a sentarse, dialogar y sentar las bases para hacer que funcione una denominación de origen que, curiosa o paradójicamente, todos creen que puede ser positiva para el sector. Claro que para eso se precisan cambios.

Los acérrimos defensores

La necesidad de identificar el producto. «Se queremos defender o noso produto temos que ser nós o que o fagamos, non vai vir ninguén de fóra a defendelo». Ricardo Herbón, presidente de la mayor organización gallega, Opmega (agrupa en torno a 725 bateas de 3.300), es de los que defienden a capa y espada la necesidad de identificar y diferenciar el mejillón gallego. Y que cree que la mejor fórmula para hacerlo es la de una DOP, la primera concedida a un producto del mar en Europa, además. Admite que si hay agrupaciones reacias a certificarse y colocar el sello de calidad es fruto de las luchas internas, pero no deja pasar por alto que cada vez son más las empresas que se suman a la DOP y que también se aprecia un ascenso de la demanda de producto certificado por parte de los clientes, «que queren unha garantía». «¿Que hai que facer cambios? Como en todas as DOP, que hai que facer adaptacións, pero temos que facelas entre todos», señala Herbón al respecto de las críticas que se hacen a los parámetros que el Consello impone para certificar el mejillón (12 % de rendimiento en carne o 40 piezas en kilo). El presidente de Opmega cree que ha llegado la hora de abrir conversaciones, «deixar a un lado as cousas que nos separan e reforzar as que nos unen» para defender un producto de calidad constatada.

Los indiferentes

Defensa de la DOP pero desde fuera del consello. Buena parte del sector se sitúa en ese segmento que viene a ser el ?no sabe, no contesta? de las encuestas. Aprecian las ventajas de diferenciar el producto con un sello de calidad, pero no están en el Consello -algunos lo estuvieron en su día- unos por falta de afinidad y otros porque aprecian deficiencias tanto en el funcionamiento de la DOP como en el del propio ente regulador. «É unha ferramenta moi boa, pero si a usas mal non o é tanto e te podes dar golpes nos dedos», apuntan fuentes del sector que prefieren no identificarse.

Los detractores

Una marca, «que non aporta nada e non da valor engadido». A bateeiros como Javier Blanco, presidente de Virxe do Rosario, no le «estorba nin a DOP nin o Consello», pero «ao que non estamos dispostos é a pasar por onde non queremos pasar ou estar onde non queremos estar». Defienden que el mejillón que cultivan «é tan galego como o do presidente do Consello», porque se cría en las rías gallegas, y rechaza la imposición de «ter que certificar o mexillón para que os nosos clientes poidan dicir que é galego». Blanco llama a hacer una reflexión sobre qué se ha hecho mal en esta DOP para que el 86 % del mejillón no se someta a los controles de Consello y, a diferencia de otras marcas de la calidad, la mayoría de los productores prefieran estar fuera de la DOP. Responde él mismo: «Non aporta nada, non da valor engadido; se chego con mexillón para certificar, me pagan o mesmo e corro o risco de non cumprir os parámetros e ter que volver con el para a batea, prefiro vendelo como xenérico». Ahora bien, no se cierran en banda a la DOP y están abiertos al diálogo -«non lle escapamos nunca a unha reunión, en todas se aprende algo», dice-, un diálogo que debe llevar a dar con un reglamento que recoja todas las sensibilidades y en el que la mayoría se sienta representado.