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«El sector de la conserva se está jugando su futuro a doble o nada»

Ramón Ares Noal
Moncho Ares RIBEIRA / LA VOZ

SOMOS MAR

CARMELA QUEIJEIRO

Denuncia que no se están aplicando las leyes europeas a las exportaciones

14 jun 2015 . Actualizado a las 11:00 h.

Jesús Manuel Alonso Escurís ha cumplido un año al frente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Conservas (Anfaco) y tiene por delante tres ejercicios más hasta completar su gestión. Acaba de ser nombrado presidente de Jealsa, después de 29 años de director general de la compañía. Ambas responsabilidades le permiten conocer perfectamente al sector y concluir que se encuentra en un momento trascendental, tanto que advierte sin paliativos que su futuro se juega a «doble o nada» por algo tan sencillo como aplicar la legislación vigente en Europa a los productos foráneos que compiten con los que elaboran las empresas radicadas en la UE.

-Cuando dice que el futuro del sector se juega a «doble o nada», ¿a qué se refiere?

-Muy sencillo. Desde Anfaco hemos propuesto poner en marcha un observatorio de la trazabilidad que, de hecho, ya está funcionando. La Administración española lo apoya y también todo el sector en Europa. Este mecanismo permite comprobar que tanto nuestro producto como el de nuestros competidores extranjeros que comercializan en la UE cumple el reglamento IUU (pescado legal, declarado y reglamentado). Los empresarios europeos vendemos el 50 % de las conservas que se consumen en Europa, y el otro 50 % procede de la importación. Pues bien, en Anfaco, cuyo equipo profesional con el secretario general, Juan Vieites, al frente, es de lo más eficiente, hemos hecho una estimación exhaustiva y podemos afirmar que el 85 % de ese atún procesado fuera de nuestras fronteras incumple las leyes europeas. Imagínese que solo fuera irregular el 20 % de las latas importadas y perdieran ese índice, nosotros pasaríamos del 50 % al 70 % de las ventas. Por eso digo que la conserva se juega su futuro a doble o nada, porque si se aplican las leyes podemos crecer, y mucho, y si no lo hacen podemos desaparecer.

-¿Pero insinúa acaso que la Unión Europea está siendo laxa en el control de productos alimenticios foráneos? Eso es muy fuerte, ¿no?

-En 26 de los 28 países europeos no está traspuesto el reglamento IUU. Tiene usted razón, es muy fuerte. Los dos que lo están aplicando son España y Portugal.

-Explique en cifras ese «doble o nada» del que habla.

-Si la UE aplica sus propias leyes y los conserveros europeos ganamos esa cuota de mercado del 20 %, eso se traduciría en ocho mil puestos de trabajo directos, más 20.000 indirectos. Pero estos indirectos no son etéreos, no, en Anfaco tenemos un cálculo preciso. Fíjese, 28.000 puestos de trabajo solo aplicando la normativa a todos por igual, que es lo que se debería estar haciendo. Son empleos en las conservas, en el transporte, en el envase, en el cartonaje, en la estuchería, en la agricultura... y en cifras de negocio estamos hablando de más de 700 millones de euros. Por el contrario, si no se exige a los importadores lo mismo que a los conserveros europeos, eso puede conllevar el cierre de las industrias, que no de las empresas. La parte industrial representa el 90 % del empleo. En el coste de una lata de atún, el 70 % es de materia prima.

-Si está tan claro, ¿por qué no actúa la Administración?

-La Administración española está haciendo sus deberes, y solo a través de ella el observatorio de la trazabilidad puede llegar a Europa. Tenemos gran confianza en que se aplique la reglamentación en todo el mercado comunitario, pero hay que reconocer que estamos hablando de un contexto con 506 millones de habitantes y 28 países, y cuesta desarrollar cualquier proceso con agilidad.

-Piden más control de las latas de atún elaboradas en el exterior y el incremento del contingente de lomos de la importación en 8.000 toneladas, ¿no le parece contradictorio?

-No, porque lo que queremos son más lomos de pescado legal, que cumpla los requisitos IUU. Aunque pedimos pasar de las 22.000 toneladas anuales a las 30.000, en realidad pensamos que lo mejor para el sector, incluyendo a los propios armadores, es la liberación total de esta materia prima, dado que de esa manera aseguraríamos la supervivencia de la industria europea.

-Esa opinión no la comparten los armadores ni incluso algún socio de Anfaco.

-Discrepamos, pero discrepamos lealmente. Somos socios, amigos, y decimos nuestra opinión con moderación. Estamos tan convencidos que la empresa que yo represento (Jealsa) es un ejemplo de alguien que invierte en flota y pide la liberación. Un barco es competitivo no por tener un coste salarial bajo, sino por tener licencias, realizar una buena gestión, pertenecer a la UE y tener una gente muy cualificada; las tripulaciones más caras del mundo, pero las que más y mejor pescan. El precio de la materia prima a veces está altísimo y a veces bajísimo, y depende muy poquito de cosas secundarias, como si se pueden importar o no lomos en España.

-Se intuye que el observatorio de la trazabilidad también está orientado al control de las conservas de Papúa Nueva Guinea.

-Es un ejemplo claro de cómo no puedes competir si uno tiene una ventaja que tú no tienes. Un transformador europeo no puede comprar pesca fuera de los parámetros IUU, y nos parece bien. Los conserveros españoles estamos en una situación de inferioridad frente a las exportaciones de Papúa Nueva Guinea. Además, el tratado no favorece a los «pobres» papuanos. Allí están instaladas industrias chinas, tailandesas, filipinas... en muchos casos con personal birmano. Nosotros podíamos irnos allí, pero queremos seguir transformando en Europa. Estamos hablando con las Administraciones para lograr anular esa concesión tan perniciosa y desleal.

«Nunca hemos propuesto pagar salarios en latas. Fue una clara tergiversación»

En los últimos meses, Anfaco ha estado en el ojo del huracán por dos temas: la petición de la ampliación del contingente de lomos de atún importados y la negociación del convenio colectivo. Sin embargo, Jesús Manuel Alonso Escurís considera que su primer año de mandato ha sido bueno «porque cerramos acuerdos entre colegas y logramos arrancar el observatorio de la trazabilidad», explica.

-¿El aumento de las importaciones de materia prima foránea no supondrá una merma del empleo?

-No, porque los conserveros europeos somos muy competitivos. De hecho, cada año transformamos más y creamos más empleo. No queremos lomos para cerrar las fábricas. Nuestro compromiso es aumentar los puestos de trabajo. Lo que pedimos es libertad para asegurarnos de que el precio del pescado sea el internacional, comprar al mismo nivel que nuestros competidores. Si no, es imposible sobrevivir.

-¿Y qué hay de cierto en que han intentando incorporar al convenio colectivo el pago salarial en especies, específicamente en latas de conservas?

-Nunca hemos propuesto pagar salarios en latas. Fue una clara tergiversación. Hubo un representante que propuso incorporar al convenio la opción de que los trabajadores cobraran en especies, pero no se trata de producto, sino de servicios, como por ejemplo guardería, comedores y otros, porque tiene ventajas fiscales para los propios trabajadores. Lo tienen grandes compañías españolas. Insisto, nunca se habló de latas ni de producto. Quedamos en estudiarlo y alguien dijo públicamente que queríamos pagar en latas. Es absurdo.

-¿Algún riesgo más sobrevuela sobre el sector?

-La sostenibilidad. Es fundamental desde el punto de vista ecológico y de negocios. Estamos muy preocupados por un hecho constatable, y es que en el 2014 aumentaron las toneladas de pesca de 4 a 5,3 millones, y en puerto no europeos se puede detectar como la talla del pescado ha disminuido muchísimo. Eso es detectable y le hemos dicho a la UE «compruébenlo, utilicen su cerebro y verán que estamos en riesgo evidente de sobreexplotación». Es una locura la sobrepesca y hay riesgo de que antes de que se acabe con el sector se acabe con los industriales europeos, porque nosotros no vamos a comprar pescado ilegal jamás.