Hace 20 años, Vilalba trazaba la ampliación del polígono, uno de los primeros de Lugo

Vilalba se adelantó a otros municipios en la construcción de un polígono industrial: en los años ochenta se puso en marcha el de Sete Pontes, en el que se instalaron sobre todo negocios de la capital chairega. También se adelantó en la ampliación, pues se tramitó la creación de más suelo industrial cuando otros ayuntamientos aún estaban prácticamente tramitando la construcción de sus polígonos.

Cuando el polígono de Vilalba empezó a acoger naves, eran pocos los municipios de la provincia que contaban con instalaciones de ese tipo. A finales de los setenta, en Lugo se había construido el de O Ceao. En la década siguiente, Rábade y Monforte se adelantaron por poco tiempo a Vilalba. Poco después se puso en marcha el de Chantada, y en la década siguiente se construyeron, entre otros, los de Cervo y de Castro de Ribeiras de Lea. El de O Ceao se construyó en 1979; el de Rábade, en 1983; el de Monforte de Lemos, en 1984; el de Chantada, en 1988; el de Cervo, en 1992, y el de Castro de Ribeiras de Lea, en 1995. 

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La Voz

Hace ahora 20 años, el Concello vilalbés iniciaba los trámites para la creación de más suelo industrial. La construcción correspondería a Xestur, que ya se había encargado de la primera fase, unos 300.000 metros cuadrados que en el 2001 ya estaban casi vendidos en su totalidad. La segunda fase supondría la preparación de unos 200.000 más.

El polígono se construyó al lado de la N-634, en la salida hacia Mondoñedo. La ampliación que hace 20 años empezaba a gestarse en un convenio que firmaban el Concello y Xestur, incluiría terrenos situados un poco más al norte, cerca del cementerio municipal. Esa elección acabó situando la segunda fase de parque empresarial cerca del trazado de la autovía del Cantábrico, y la construcción de un enlace directo con la A-8 fue una reiterada aspiración de la asociación de empresarios, sobre todo en el tiempo en que estuvo presidida por Jesús Sardiña, aunque el objetivo sigue pendiente.

La ampliación se caracterizó, entre otros detalles, por la instalación de negocios y de servicios con un perfil muy variado. Si en la primera fase estuvo caracterizado por la construcción de naves para pequeños y medianos negocios de Vilalba, en la segunda aparecieron instalaciones con ese perfil pero también empresas de fuera y otro tipo de servicios: por ejemplo, Entrepinares, empresa dedicada a la fabricación de quesos, y la inspección técnica de vehículos (ITV) de la comarca chairega tienen su sede en el polígono de Sete Pontes.

Mientras tanto, la ampliación del polígono ha seguido siendo, con variados matices, una aspiración del Concello. Siendo alcalde Gerardo Criado, se llegó a pensar en la creación de superficie para grandes empresas, aprovechando la confluencia de la A-8 y de la autovía Ferrol-Vilalba (AG-64) a pocos kilómetros del polígono y una cercana bolsa de suelo ya calificado como industrial; sin embargo, ese plan no fructificó.

Agustín Baamonde, que precedió a Criado en la alcaldía antes de ser diputado autonómico y lo relevó cuando este se marchó al Senado, también manejó la idea de la ampliación. Se crearían unos 300.000 metros cuadrados más de suelo industrial, repartidos en tres fases, entre la carretera de Lanzós y el antiguo trazado de la N-634. La Lei do Solo aprobada por la Xunta había catalogado como rústico terreno que era industrial, aunque luego entraron en la consideración de Área de expansión de Galicia, lo que permitía realizar la ampliación. El PP, en la oposición en este mandato, ha pedido varias veces al gobierno local gestiones para ampliar el polígono.

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