Carne delicatesen con sello de Vilalba

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios VILALBA / LA VOZ

VILALBA

CEDIDA

Una explotación de la parroquia de A Torre cría ganado vacuno en terreno de la comunidad de montes

06 jun 2020 . Actualizado a las 10:43 h.

El ganado vacuno es abundante en Galicia, pero el consumo de carne de buey ha sido tradicionalmente inferior al de otras comunidades. El monte comunal también es abundante en Galicia, aunque el uso forestal también ha prevalecido, especialmente en las últimas décadas, sobre el agrario o el ganadero. Una explotación que cría bueyes, además de vacas y becerros, y que utiliza como zona de pastos terrenos alquilados a una comunidad de montes resulta novedosa. A todo ello, además, se le añade que la explotación produce en modo ecológico y está inscrita en el consejo regulador (Craega).

Hace unos diez años que empezó la actividad, y la explotación, situada en la parroquia de A Torre, tiene hoy unos 25 bueyes y unas 65 vacas. En la zona donde pasta el ganado había antes una cantera y plantaciones de pino. El responsable de la explotación, Juan Carretero, admite que el terreno más apetecible no es el de esa zona del municipio sino el de zonas más llanas y próximas a vegas. Por las características del suelo, es necesario el uso de abono -en este caso, estiércol procedente de otras explotaciones de sistema ecológico-, y el proceso se completa sembrando una hierba, veza, cuya cosecha anual ya está segada y recogida para alimentar al ganado en invierno.

Carretero reconoce que la carne de buey criado en modo ecológico resulta más cara que otras, aunque también son más elevados los costes de producción: pone como ejemplo que un saco de 40 kilos de pienso ecológico cuesta unos 20 euros, casi el doble de lo que se paga (12 euros) por un saco de igual peso con pienso convencional.

Que el consumidor llegue convencerse de la calidad de lo autóctono es posible, como se demostró, recuerda, con el vino. Los caldos de diversas zonas de Galicia lograron un nivel que rebajó la adoración por riojas y riberas del Duero, cuando en la carne, sostiene Carretero, ese salto de calidad ya está dado. ¿Por qué, pues, no aumenta el consumo de esa carne? «Non se valora», dice Carretero, que además subraya que la carne de vacuno no se consumía en zonas rurales como sí se hacía con la de cerdo, la de pollo o la de conejo.

¿Cambiará la tendencia? Carretero es prudente. «Se se vai evolucionando, si», dice. Lo que no tiene que evolucionar, opina, es la calidad, sobradamente conseguida. «Aquí tiñamos Ferraris e non o sabiamos; tiñamos Porsches e non o sabiamos», recalca. Destaca que en una explotación como la suya cada vaca tiene prácticamente una hectárea de terreno, con lo cual la calidad de la carne se alcanza con bastante facilidad y la idea de animales encerrados día y noche queda muy lejos. Eso sí, advierte de que al consumidor, si quiere disfrutar de esa carne, solo le queda una opción: debe «mentalizarse e pagar relixiosamente», dice.

 Preparación de pastos con una amplitud casi propia de un latifundio

El minifundio, tantas veces citado como expresión de la propiedad y como factor que frena el trabajo agropecuario en Galicia, no está presente en este caso. Carretero alquiló el monte y roturó el terreno para disponer de superficie necesaria, consciente de que el modo de producción que le interesaba y que resultaba viable era el extensivo. «Se non se escolle o extensivo, é difícil», dice. Recalca que este modelo es más respetuoso con la naturaleza, aunque, por otro lado, esa armonía no garantiza de ningún modo la supervivencia. «Sobrevivimos grazas ás axudas da PAC, e cada vez sobreviviremos menos porque se están a cortar», explica. La solución, de nuevo en manos el consumidor. «A xente ten que saber que se quere consumir calidade, ten que pagala», afirma.