Hace 20 años, Vilalba estrenaba la ampliación del emblemático parador

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

VILALBA

ALBERTO LÓPEZ

El nuevo edificio se levantó al lado de la torre de los Andrade, de origen medieval

03 mar 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Los años sesenta supusieron para Vilalba, entre otras consecuencias, su entrada en el club de villas y ciudades con parador de turismo. La última década del pasado siglo fue un segundo y destacado capítulo de esa historia, ya que el edificio inaugurado en 1967 se amplió con otro que potenció la capacidad del establecimiento.

Para ampliar el parador, fue necesario levantar un nuevo edificio, ya que el primero tenía mucho más valor histórico y simbólico que capacidad. En la torre de los Andrade, construcción de origen medieval, se prepararon seis habitaciones, mientras que con la nueva construcción se habilitaron 42. Las obras comenzaron en julio de 1997 con un acto simbólico: el presidente de la Xunta, Manuel Fraga, acudió a su villa natal para derribar un muro.

Las obras que luego se llevaron a cabo incluyeron la demolición de construcciones anexas a la torre, aunque el nuevo edificio, en el que materiales como el granito y la pizarra tienen un gran protagonismo, se construyó algo separado. La entrada se colocó hacia la calle Valeriano Valdesuso, igual que ocurría con el inaugurado en 1967, y una de las fachadas laterales da a la plaza del Coronel Pena, conocida popularmente como praza dos Ovos. En la planta baja se instaló una galería acristalada, orientada hacia la torre medieval.

El presupuesto final de las obras ascendió finalmente a 550 millones de pesetas, cantidad que superó holgadamente las previsiones iniciales. La obra, de todos modos, no fue una operación aislada sino parte de un ambicioso proyecto de Paradores: solo en la provincia, se llevó a cabo la reforma del de Ribadeo, inaugurado a finales de los cincuenta, y la construcción del de Monforte, en el que también se aprovechó el patrimonio histórico y artístico para un uso hostelero, pues se instaló en el convento de San Vicente do Pino, del siglo XVII.

En las obras de Vilalba no faltaron críticas, pues una entidad entonces muy activa, las Brigadas en defensa do patrimonio chairego, denunció que se habían demolido tres troneras medievales, ni dejaron de aparecer contratiempos, puesto que se llegaron a robar herramientas. Nada de ello, sin embargo, impidió que las obras terminasen, y la inauguración, como había ocurrido ya en 1967, se celebró por todo lo alto: en las instalaciones se organizó, por ejemplo, un desfile de moda, que presentaron Silvia Jato y Liborio García.