José Ramil, el médico que cuidó la gente y el pasado de Vilalba

Xosé María Palacios Muruais
xosé maría palacios LUGO / LA VOZ

VILALBA

CHECHU RIO

El fundador del museo vilalbés será recordado el sábado, cien años después de su nacimiento

09 dic 2019 . Actualizado a las 21:22 h.

El Museo de Prehistoria e Arqueoloxía de Vilalba (Mupav) tiene su sede en la calle Domingo Goás, médico de las primeras décadas del siglo pasado. Si se acude al Mupav recorriendo el eje que forman la rúa da Pravia y Campo de Puente, antes, a mano izquierda, queda la calle Plácido Peña, otro destacado profesional de la sanidad de los inicios del siglo pasado.

Una vez en el museo, uno puede conocer o repasar su conocimiento del pasado prehistórico de Vilalba y de otras zonas de Galicia, que fue estudiado por otro médico, José Ramil Soneira (1919-2014). El centenario de su nacimiento será recordado el próximo sábado, en esa institución, con una mesa redonda en la que profesores, investigadores y personalidades de la cultura chairega analizarán su figura.

Nacido en Biduído (Ames) en 1919 y fallecido en Vilalba en el 2014, su relación con la comarca chairega comenzó en los años cuarenta del siglo pasado. A Vilalba llegó como médico tras haber sido profesor ayudante en la facultad de Santiago, donde había cursado la carrera. En la capital chairega se casó, en la década de los cincuenta, con Inés Rego, y estableció unas raíces que no se limitaron a lo personal ni a lo profesional.

 Para entender cómo en 1990 se crea el Museo de Prehistoria e Arqueoloxía de Vilalba (Mupav), entonces ubicado en la Casa da Cultura, hay que situarse en Biduído unos 60 años atrás. El cura de la parroquia tenía obras de Carlos Linneo, científico y naturalista sueco del siglo XVIII, que el joven José Ramil conoció y consultó, y ahí nació su afición por la botánica.

Su hijo Eduardo, actual director del Mupav, cuenta que también fue decisiva para la formación de su padre el contacto con Ramón Sobrino Buhigas, del que fue alumno en el bachillerato. En esa etapa se forjó su afición por la arqueología, que tuvo cerca de la casa de unos abuelos suyos un lugar para practicar, ya que la vivienda estaba próxima al castro de Conxo (Santiago), conocido por sus petroglifos.

Instalado años después en Vilalba, las circunstancias obligaban a ir a barrios y a parroquias a pie, en bicicleta o a caballo en las visitas a enfermos. Su curiosidad por el entorno lo llevaba a fijarse, y un día, en Santaballa, encontró unos restos de sílex que estaban trabajados. Apareció así el primer yacimiento prehistórico, situado en O Carrizo.

 Pena Grande

Ese y otros yacimientos, divulgados luego gracias a sus inquietudes humanísticas, fueron visitados por el investigador Fermín Bouza Brey, al que conocía y que acabó realizando investigaciones en varios municipios de la comarca chairega. El área arqueológica de Pena Grande, situada también en Santaballa, ocupó protagonismo en los últimos años, al anunciarse que la finca donde está situada iba a venderse en subasta. Había quedado con dueño desconocido en la concentración parcelaria de es parroquia; pero desde los años sesenta era conocida para José Ramil, que en esa zona realizó también estudios. A la comarca chairega, después, también se desplazó Carlos Alonso del Real, siendo catedrático de Prehistoria en Santiago, y acudieron también investigadores de la universidad compostelana.

Llegó un momento en que los hallazgos formaron un material susceptible de ser guardado y exhibido. Así surgió el museo, cuya primera ubicación fue la Casa da Cultura y cuyo primer director fue José Ramil. La creación, sostiene su hijo Eduardo, fue un empeño personal. Años después, para el cambio a la actual sede, hubo también otro empeño, el de Manuel Fraga, entonces presidente de la Xunta.

Como si se tratase de un juego de la oca con el pasado formando las casillas, el Mupav, que había fundado un médico, se instalaba en el antiguo centro médico, vacío al haberse construido la actual sede. Así, donde antes se controlaba la salud de los vecinos del municipio de Vilalba se atiende ahora el cuidado del pasado prehistórico, del que pueden disfrutar vecinos y visitantes.