«Se o colexio pecha, o rural morre»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

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El CEIP Monseivane, de la parroquia vilalbesa de Lanzós, inicia una campaña para captar nuevos alumnos y mantener abierto el centro

23 oct 2019 . Actualizado a las 08:52 h.

Este curso, 37 alumnos; el pasado, 40. El descenso de la matrícula se nota, sin contundencia pero sin tregua, en el CEIP Monseivane, de Lanzós (Vilalba). Pero lo que en otros lugares podría ser causa de lamentos y de melancolías aquí es un argumento para idear iniciativas. Para proclamar las excelencias de estudiar en una zona rural, a profesores y a padres de alumnos que estudian en el centro se les ha ocurrido una idea: embellecer el exterior para hacerlo más atractivo y lograr además atención. Lo que puede parecer una llamada de atención es, por el contrario, el primer paso de una campaña cuyos próximos pasos se irán anunciando más adelante.

Aunque en el colegio no se han recibio avisos o insinuaciones de un posible cierre y el plantel de profesores se mantiene —hay cinco docentes a jornada completa—, algunas cifras no invitan al optimismo. La directora, Irene Díaz, cuenta que este curso solo entró un niño del ciclo de Infantil y que en junio se marcharán seguramente cinco, que acabarán la etapa de Primaria y empezarán la ESO. Sí parece claro que el próximo septiembre será un poco más esperanzador, pues, agrega la directora, se prevé la llegada de tres niños para empezar Infantil.

La directora subraya que el funcionamiento del centro genera unas consecuencias que van más allá del recinto escolar. «Se o colexio pecha, o rural morre», dice, convencida de que las consecuencias de la apertura o del cierre de un colegio no son solo académicas. Los alumnos que acuden al CEIP Monseivane son de Lanzós y de parroquias cercanas (San Simón de Costa, Vilapedre, Samarugo, Corvelle...), pero también del casco urbano, pues de Vilalba sale una línea de transporte escolar que utilizan a diario seis jóvenes.

Estudiar en un colegio rural no supone, en opinión de Irene Díaz, una desventaja frente al de una villa o de una ciudad. Por un lado, la directora recuerda que el centro desarrolla proyectos y ha participado en intercambios; por otro, recalca que las actividades extraescolares, por el menor número de alumnos, suelen ser compartidas por todos los cursos y que algunas, como las fiestas, acaban por tener un agradable aire familiar.

La actividad prevista para el próximo viernes será el pintado del muro del recinto esccolar. Los trabajos empezarán sobre las diez de la mañana, y se supone que durarán hasta las cinco o las seis de la tarde. Por el medio habrá una pausa para comer, y se cuenta con que profesores, padres y alumnos compartan ese momento del día.

El Concello de Vilalba se suma a la iniciativa aportando la pintura. La medida que se llevará a cabo en Lanzós tendrá lugar pocas semanas después de los esfuerzos del Concello de Trabada por mantener abierta la unidad de infantil en el colegio local, para lo cual incluso ofreció facilidades a familias interesadas en irse a vivir al municipio. «Facémolo por previr», dice Díaz.

El cierre de Belesar, un precedente

El CEIP Castelao, situado en la parroquia vilalbesa de Belesar, cerró sus puertas al final del curso 2015-2016. La matrícula era mucho más reducida que la del colegio de Lanzós, pues solo había entonces 16 alumnos, cuatro en Infantil y 12 en Primaria. El CEIP Monseivane abrió sus puertas en los años ochenta, y su matrícula era entonces muy superior a la actual: en el curso 1987-88, por ejemplo, tenía en sus aulas más de 200 alumnos.