La esencia de la dulzura está en Vilalba

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

VILALBA

PALACIOS

La tradicional elaboración repostera de los roscones sigue siendo imprescindible en banquetes

27 abr 2019 . Actualizado a las 21:29 h.

La gran familia gastronómica de Vilalba tiene un tercer miembro que quizá sea menos conocido que los otros dos, pero que no desmerece en el sabor ni en el arraigo social. Puede asegurarse, casi como verdad incuestionable, que un banquete vilalbés sin roscón queda incompleto; pero con esa misma seguridad cabe añadir que la fama y la distribución no se quedan en la comarca chairega.

Como en otros muchos productos, en especial los de repostería, la situación actual es prácticamente la consecuencia de aplicar en el mercado lo que se hace o se hacía en un ámbito doméstico. María Jesús Souto, una de las dos responsables de la confitería A Confianza, explica claramente qué tipo de roscón elabora: «O roscón de sempre, de toda a vida», dice.

Con casi 30 años de trayectoria en el negocio, que abrió con Ana Graña, el camino no parece haber tenido desvíos: así, explica que el roscón sabe «igual ca sempre». La única concesión al paso del tiempo está en el horno, que ya no es de leña. No obstante, los ingredientes se cuidan con igual atención: la almendra es de calidad, y los huevos, agrega Souto, comparables a los caseros de toda la vida.

Con la primavera ya entrada, en muchas parroquias de la comarca se acercan las fiestas, lo que supone la llegada de la temporada de más consumo: lo habitual en los próximos meses será una hornada al día, y con cada una, la fabricación de unos 60 o 70 roscones. Sin embargo, no solo de las fiestas -incluyendo, por supuesto, las patronales de Vilalba, en honor a San Ramón y a Santa María- viven el consumo y el prestigio del roscón. María Jesús Souto comenta que también lo suelen comprar turistas que vienen a Vilalba, así como peregrinos que recorren un Camino Norte cada vez más transitado.

Incluso el roscón, además de ser un postre de lujo, parece servir como un eficaz antídoto para la nostalgia o para la morriña de vilalbeses que viven fuera. El verano no es solo el período en que se consume por la celebración de fiestas, sino también por la presencia de emigrantes que lo llevan cuando regresan a sus lugares de residencia. Por los ingredientes que se emplean, dice la repostera, es fácil de transportar y no tiene riesgo de deteriorarse rápidamente. «Eu mandeino ata para Miami», afirma.

Los que lo prueban una vez parecen repetir. Una de las razones está, explica Souto, en que se trata de un producto que no tiene otros similares. «O roscón de Vilalba é exclusivo de Vilalba. É único; só se sabe facer ben aquí, creo eu, polo que levo visto»,