«Foi un día histórico para Vilalba»

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

VILALBA

ÓSCAR CELA

La recuperación de la emblemática torre de los Andrade en la capital chairega se celebró, aquel 25 de julio de 1967, con una fiesta en la que se degustó pulpo y hasta hubo verbena. Carlos García Fraga fue uno de los vilalbeses que asistió a la apertura del Parador

24 ene 2019 . Actualizado a las 20:55 h.

Los festejos patronales de Vilalba, en honor a San Ramón y a Santa María, se celebran a finales de agosto y principios de septiembre. Sin embargo, aquel 1967 la cosa se adelantó, y el 25 de julio fue un día de festa rachada, con su monumental pulpada y hasta una verbena. La ocasión bien lo merecía, ya que en tal fecha se inauguró el Parador de Turismo de la localidad, instalado en la medieval torre de los Andrade, emblemático edificio de la capital chairega.

Carlos García Fraga, vecino de Vilalba, asistió a aquellos fastos: «Foi un día histórico, un día en letras de ouro para a vila», evoca. La inauguración era el último capítulo de una historia que había empezado años antes y en la que él mismo había participado. Con el alcalde, Filiberto Álvarez, y con otro destacado vecino, José Apenela, había integrado una comisión que medió para lograr que esta construcción pasase a manos públicas.. Para ello visitaron, en el municipio mariñano de Alfoz, a familiares de Valeriano Valdesuso, que décadas antes había comprado la torre a la casa de Alba. El inmueble fue por fin adquirido por el Gobierno. No obstante, su transformación en hotel no se acompañó de la reforma del entorno a la que aspiraba un conocido vilalbés, Manuel Fraga, entonces ministro de Información y Turismo. Su idea era demoler buena parte de las casas del entorno para que la torre tuviese un amplio espacio ajardinado, propósito que no se logró completamente.

Aquella mancha no rebajó la expectación que se vivió en Vilalba ya antes de la inauguración, mientras se acondicionaba un edificio que por entonces estaba vacío por dentro y al que no se podía acceder. «Imaxina... aquilo era unha novidade en Vilalba. O día anterior xa había xente polas rúas, que estaban adornadas», recuerda García Fraga, que cuenta además que había pancartas con expresiones de admiración para su ilustre paisano Fraga. Tanta gente se agolpó en el entorno de la torre aquel día que hasta se rompió la cristalera del escaparate de una tienda situada enfrente.

En los discursos de aquel día el alcalde, Filiberto Álvarez, dijo que el auténtico regidor era Manuel Fraga por su empeño en dar utilidad a la torre. García Fraga, que también participó en la comida oficial con varias decenas de asistentes, recuerda que el ministro dijo que la iniciativa servía para dar nuevos usos a aquellas antiguas piedras. Si no se hubiese convertido en parador, difícilmente -en 1967- habría tenido otro aprovechamiento, apunta este vilalbés. «Para outra cousa non tiña utilidade», insiste. Por eso alaba la actitud de quien años después habría de fundar Alianza Popular y sería presidente de la Xunta: «Era a única maneira de conservar o edificio».

La apertura del parador colocó, pues, a Vilalba en el club de villas y ciudades con establecimientos de esta categoría, y supuso también la creación de una veintena de empleos. En esa primera etapa la instalación tenía solo seis habitaciones, hubo que esperar unos treinta años para que se levantase al lado otro edificio y pasase a tener más de cuarenta dormitorios. Pero ni esa capacidad ni su condición de hotel de cuatro estrellas pesan tanto en los vilalbeses como el valor simbólico de la torre, levantada en el siglo XV, cuando los Andrade dominaban buena parte del norte de Galicia.

A algunos, como Carlos García Fraga, les queda además la satisfacción de haber asistido a la apertura: «Son cousas irrepetibles, porque un parador non se inaugura todos os días», dice.