Un vilalbés enfermo de Lyme tiene que ir a Alemania a filtrarse la sangre

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

VILALBA

SONIA OLMEDA

Cuando ingresó en el HULA, tenía las pulsaciones tan bajas que las enferemeras no le dejaron dormirse

30 jun 2017 . Actualizado a las 21:51 h.

Estancias de alrededor de una semana en Alemania, en una ciudad situada a algo más de una hora en coche desde Múnich, para tratarse de la enfermedad de Lyme. Es lo que realiza un vilalbés de 42 años que empezó a notar los síntomas de la enfermedad, presente en los últimos tiempos en la comarca chairega y en otras zonas de la provincia, en julio del 2015. Entonces no sabía qué le ocurría, ni las visitas posteriores al HULA aclararon la situación hasta que un cardiólogo dio con la clave. Habían pasado semanas, y el desgaste había sido tal que ese especialista le explicó que tenía el corazón como el de un hombre de 80 años.

Empezó a interesarse por la enfermedad, que se transmite por picaduras de garrapata aunque él no ha conseguido recordar en qué momento pudo recibir una. Así averiguó la existencia de una clínica en Torrelavega (Cantabria), a la que empezó a ir a finales del 2015 y en donde le prescriben un tratamiento de antibióticos que dura semanas.

Las visitas a esa clínica le permitieron conocer la existencia de casos similares al suyo y el funcionamiento de clínicas especializadas en otros países. Así decidió ir a Alemania, en estancias que duran alrededor de una semana y que paga de su bolsillo. La primera visita tuvo lugar en octubre del 2016, y la segunda en marzo; para la siguiente no hay una fecha concreta, si bien supone que volverá «en breve»; de todos modos, confía en que la situación se estabilice y algún día deje de desplazarse.

Las sesiones, que pueden ser cuatro o cinco cada semana que pasa en Alemania, consisten en aféresis, filtraciones de la sangre destinadas a eliminar impurezas, y en tratamientos de hipertermia, que elevan la temperatura hasta despegar las bacterias adheridas en el interior para su eliminación. Admite que su salud ha mejorado, pero no niega su situación: «Claro que estou enfermo», dice. Tampoco olvida que la primera noche que pasó en el HULA no pegó ojo porque no le dejaban dormir, tan débiles eran sus pulsaciones, o que uno de los primeros médicos que lo atendió le casi se sorprendía de que hubiese aguantado: «Estás aquí non se sabe por que», le dijo.

Se siente un superviviente, pues otros médicos le aseguraron que estaba vivo casi de casualidad; él recuerda que cuando ingresó en el HULA, en el verano del 2015, tenía el corazón bastante bloqueado. Cuando empezó a notar los síntomas de la enfermedad, trabajaba en una empresa, aunque se le reconoció una incapacidad. Sus viajes a Torrelavega y a Alemania le han permitido conocer otros enfermos, y con ese contacto y con su experiencia aconseja «moita paciencia» y «moito ánimo» a quienes están en un caso similar. «Isto require moita tranqulilidade», afirma.

Inquietud por los casos de enfermedad de Lyme transmitidos por garrapatas

Actualmente se conocen unas 20 situaciones de personas residentes en diversas zonas de la provincia

XOSÉ MARÍA PALACIOS

En los últimos meses han ido apareciendo casos de personas de distintas edades a las que se les diagnostica la enfermedad de Lyme, cuyo origen está en una bacteria que se transmite por garrapatas. Los casos se han presentado en varios municipios de la comarca chairega, pero también hay afectados que residen en el centro de la provincia y en A Mariña.

Inmovilidad de algunos miembros, irritación de la piel, bruscas subidas de tensión y fuertes dolores de cabeza o de músculos son algunos de los síntomas que sufren quienes padecen esa enfermedad. La patología no resulta novedosa; pero sí lo es, según explicaciones de afectados, la abundancia que se ha observado a lo largo de los últimos meses.

Teniendo en cuenta las zonas antes citadas, el número de casos conocidos se acerca a la veintena, aunque los contactos entre personas afectadas por esta enfermedad están todavía en una fase inicial, por lo que se supone que aumentarán.

En algunas situaciones, por otra parte, ni siquiera ha resultado fácil diagnosticar que se trataba de esta enfermedad, ya que en un primer momento se sospechaba que los síntomas podían proceder de patologías menos graves; solo tras varias semanas se logró averiguar cuál era el origen del mal.

El tratamiento con antibióticos, decretado tras una atención que puede incluir estancias hospitalarias de varios días, es una de las medidas que se aplica como remedio a quienes padecen la enfermedad. La intensidad con la que afecta a unos y a otros parece variar según las personas, y algunos de los que actualmente están siguiendo un tratamiento todavía desconocen cuánto tiempo deberán seguir en esa situación.

Una bacteria que se encuentra en la garrapata es la causa de esta enfermedad. Parece que se transmite por diversos animales, aunque las distintas situaciones en las que unos y otros han desarrollado los contundentes síntomas hace pensar que las garrapatas pueden encontrarse en distintos lugares, tanto cerrados como al aire libre.

Por su parte, el Servizo Galego de Saúde aseguró que solo tenía conocimiento de que un caso de esta enfermedad hubiese sido atendido en el HULA en los últimos meses.

«O peor é que o ánimo baixa de todo: cambia o comportamento, tes angustia e baixa a moral»

Un vecino de Vilalba cuenta cómo creció su preocupación mientras no supo qué enfermedad tenía

X.M.P.

A finales de abril sufrió la picadura de una garrapata, aunque recuerda la fecha por cálculos que hizo luego; en un primer momento tenía una mancha y un punto pequeño en la piel; a principios de este mes empezó a notar los síntomas. Un vilalbés de 54 años explica que cuando empezó a ir al médico, hace varias semanas, le hicieron una serie de pruebas que no le impidieron continuar con su vida normal. «Seguín traballando», dice. La situación no cambió, y acabó yendo al HULA: «Tiña 18 de tensión», recuerda. Le hicieron pruebas de sangre en las que se reveló que tenía la enfermedad. Nada más quedar ingresar le suministraron un antibiótico, que todavía sigue tomando, días después de haber recibido el alta hospitalario.

 Otro de los síntomas que recuerda como intenso y desagradable era cómo se calentaba la piel: «Non podía tocarlle», explica. Llegó a utilizar cremas de las que se usan para después de tomar el sol, pero el origen del problema era otro.

De todos modos, el mensaje que le dieron en el hospital fue tranquilizador: «Dixéronme que ía curar», comenta. Por otro lado, los seis días que pasó en el HULA no fueron lo peor sino la intranquilidad que lo rodeaba antes de saber exactamente qué le pasaba.

«O peor é que o ánimo baixa de todo: cambia o comportamento, tes angustia e baixa a moral», afirma. Reconoce que cuando fue hospitalizado, ya estaba un poco más tranquilo: «Pensei: ‘Algo me han facer’», dice. Ahora está «mellor», si bien los primeros momentos no se olvidan: «Eses 16 días con síntomas, levándote por aí, sen saber o que ía pasar...».

 Interés

Desde que se le diagnosticó la enfermedad, se interesa por este asunto. Por un lado, sabe que si se trata a tiempo, las posibilidades de que se ataje eficazmente son mayores; por otro, la intensidad con la que se presenta cambia de unas personas a otras, con lo que las secuelas y el tiempo de curación también son distintos.

Síntomas que se pueden confundir con la meningitis

 

 

La enfermedad de Lyme empieza a notarse, semanas después de la mordedura, por erupciones en la piel. Sus síntomas son variados: al principio pueden confundirse con los de la gripe -fatiga o dolor muscular-; pero también puede generar fuertes dolores de cabeza o rigidez de nuca, como ocurre en la meningitis, y afectar al corazón.