Los osos de las cavernas tenían un apego milenario a sus grutas natales

Francisco Albo
francisco albo MONFORTE / LA VOZ

TRIACASTELA

ALBERTO LÓPEZ

Un estudio realizado sobre fósiles de la montaña lucense desvela un aspecto singular de este animal extinto

05 sep 2016 . Actualizado a las 07:49 h.

Un estudio genético realizado sobre fósiles encontrados en la montaña lucense ha puesto de manifiesto un singular rasgo del comportamiento del oso de la cavernas (Ursus spelaeus) que distingue a esta especie extinta de otros plantígrados -como el oso pardo- y que puede explicar en gran parte su desaparición. Los resultados de esta investigación indican que los osos cavernarios se mantenían extremadamente fieles a las cuevas en las que nacían y que cada «familia» utilizaba a lo largo de muchas generaciones la misma cavidad para criar e hibernar.

En el estudio, publicado recientemente en inglés en la revista científica Molecular Ecology, participaron la genetista Gloria González Fuertes y la paleontóloga Aurora Grandal, ambas vinculadas al Instituto Universitario de Xeoloxía de A Coruña. Los investigadores tomaron como base fósiles de oso cavernario descubiertos en las cuevas de Arcoia y Ceza -en O Courel-, Liñares -en Pedrafita do Cebreiro- y Cova Eirós -en Triacastela-, así como en la gruta navarra de Amutxate. Algunos de estos ejemplares tienen más de 50.000 años de antigüedad. La secuenciación genética de estos restos muestra que cada una de las referidas cuevas fue ocupada durante miles de años por individuos que pertenecían a un mismo linaje y que estaban emparentados entre sí por vía materna. Esta circunstancia indica que, generación tras generación, los osos fueron capaces de localizar las cuevas en las que habían nacido y de regresar a ellas en su vida adulta cuando llegaba el período de hibernación o de cría.

El hecho de que cada cueva fuese ocupada durante tanto tiempo por un único linaje genética, explican asimismo los investigadores, resulta especialmente llamativo si se tiene en cuenta que estas cavidades -exceptuando la de Navarra- están relativamente a poca distancia unas de otras y que entre ellas no hay grandes obstáculos naturales que impidan los desplazamientos de los osos.

Una explicación compleja

Según indican los científicos, la explicación de este comportamiento es compleja, puesto que conlleva la existencia de unos mecanismos sociales y de aprendizaje que permitirían a las crías de oso reconocer y memorizar sus lugares de nacimiento y regresar ellos en la época adulta. Este hábito está presente en numerosos animales, como las tortugas marinas, los salmones y diversas clases de aves, pero está muy poco estudiado en especies desaparecidas. Los autores del estudio sugieren que este hallazgo puede abrir nuevas perspectivas en la investigación de la biología de los animales extintos.

Por otra parte, los investigadores apuntan que los osos cavernarios pudieron practicar la hibernación colectiva, ya que las cuevas donde mejor se ha conservado el entorno en el que vivieron se percibe la presencia de varias «camas» que debieron de ser utilizadas por los animales en una misma época.

Un factor que pudo influir en la extinción de la especie y que no se tenía en cuenta

De acuerdo con los actuales conocimientos paleontológicos, las poblaciones europeas de oso de las cavernas empezaron a sufrir una disminución hace unos 50.000 años y desaparecieron totalmente hace unos 24.000, coincidiendo con el llamado Último Máximo Glacial, uno de los períodos más fríos de la última glaciación. Un estudio publicado con anterioridad por un equipo internacional de investigadores -entre los que se encuentra Aurora Grandal- mostró que la variabilidad genética de la especie se redujo de forma considerable ya mucho antes del mencionado enfriamiento climático.

Este declive coincidió también con la expansión de los humanos modernos por Europa, un factor que en opinión los investigadores debió de tener mucha importancia en la desaparición de la especie. Lo no se había tenido en cuenta hasta ahora era la gran dependencia de los osos cavernarios con respecto a las cuevas a la hora de criar y de hibernar, un aspecto que la investigación ha venido ahora a poner de relieve.

La extrema fidelidad de cada linaje genético a las cuevas que ocuparon sus antepasados -según los científicos- pudo contibuir al debilitamiento general de la especie, ya que en esa época los osos tuvieron que competir con los humanos en la ocupación de las grutas. Es probable que en muchos casos la presión humana impidiese a los osos volver a utilizar como refugio las cuevas que habían frecuentado sus ancestros, lo que reduciría sus posibilidades de supervivencia.

Desaparición y regreso

El oso pardo también desapareció de la sierra de O Courel y de las demás zonas de la montaña lucense a principios del Último Máximo Glacial, hace unos 27.000 años. Pero, según apunta un estudio presentado a finales del pasado año por la paleontóloga Ana García Vázquez, la especie recolonizó estos territorios hace unos 9.000 años, después de la glaciación. El mismo estudio señala que los osos cavernarios se refugiaban en las cuevas ubicadas en las zonas más bajas y soleadas y con una orografía más suave. El oso pardo, en cambio, se refugiaba en los lugares más altos, abruptos y sombreados.

Una fidelidad al lugar de origen que no se ha detectado en otros plantígrados

La costumbre de los osos cavernarios de regresar a las cuevas donde nacieron para procrear e hibernar no tiene muchos paralelos en las especies actuales de plantígrados. Los investigadores señalan que solo en el oso negro americano (Ursus americanus) se ha detectado un comportamiento similar. Nada parecido se puede ver en el oso pardo euroasiático (Ursus arctos), tanto en los restos fósiles de esta especie como en las poblaciones modernas. En los depósitos fósiles de oso pardo no hay la continuidad genética que se percibe en los del oso cavernario.

Estas otras especies, por otro lado, no tienen por qué pasar necesariamente en cuevas los períodos de hibernación y de cría. Los osos pardos -muy próximos al oso cavernario desde el punto de vista evolutivo y genético- pueden hacerlo también en oseras excavadas por ellos mismos o en otros lugares recónditos que les ofrezcan suficiente de protección y tranquilidad. Por el contrario, los restos fósiles de oso cavernario se han encontrado en grutas prácticamente de forma exclusiva, lo que sugiere que solo se refugiaban en las cavidades naturales.

Mayor adaptabilidad

Los científicos indican que esta diferencia de comportamiento entre las dos especies puede ayudar a explicar por qué una de ellas se extinguió mientras que la otra logró perdurar hasta la actualidad. Según este criterio, es muy posible que la mayor adaptabilidad del oso pardo y su poca dependencia de las cuevas para la hibernación y la reproducción le ayudasen a sobrevivir.