La tienda de Oural que vende vestidos de boda a toda Galicia: «Un millón de euros non compran a roupa que temos aquí»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SARRIA / LA VOZ

SARRIA

Celia compra los vestidos a marcas nacionales y después los arregla a medida
Celia compra los vestidos a marcas nacionales y después los arregla a medida ALBERTO LÓPEZ

Confecciones Celia comercializa desde el pueblo de Sarria miles de prendas cada año gracias a la labor de sus modistas

17 abr 2022 . Actualizado a las 22:24 h.

En el pueblo de Oural, en Sarria, viven unos 300 habitantes. Los comercios se cuentan con los dedos de una mano. Entre ellos se encuentra Confecciones Celia, una pequeña tienda que consiguió hacerse un ejemplar hueco en el mercado de los vestidos de boda. Gente de toda Galicia acude hasta el pueblo sarriano en busca de un vestido a medida y la variedad no es poca. «Un millón de euros non compra o que temos na tenda», asegura la dueña y modista, Celia. El truco está en trabajar las prendas, aunque sean de otras marcas, casi de manera artesanal y «dedicarse completamente á tenda».

Celia empezó a vender ropa hace 32 años. Recuerda que un comerciante le ofreció unos pocos pantalones para que los intentara vender «e conseguino facer no mesmo día». Así que decidió alquilar un pequeño local disponible en Oural, iba hasta Portugal a buscan pantalones y los vendía en el pueblo sarriano. Además, Celia sabe coser, por lo que también podía arreglar las prendas. Los primeros años se dedicó a vender ropa de calle, pero se percató de que necesitaba especializarse, a pesar de que entonces en Oural llegaron a vivir hasta 700 personas gracias al empleo que generaba la cementera. «Competir contra as grandes marcas de roupa e as multinacionais é imposible dende unha tenda de pobo», explica Celia. La gente de la comarca de Sarria y la de la ciudad de Lugo empezaron a acudir a los grandes centros comerciales y la sarriana decidió centrarse en los vestidos de boda.

La diferencia de saber coser

Para poder adentrarse en este tipo de negocio, la condición base era una: saber coser. «Non chega con comprar vestidos e telos na tenda expostos porque as prendas nunca van estar á medida dos clientes, así que sempre van querer axustalos ao seu corpo», explica Celia. La modista trabaja con vestidos de madrinas, invitadas y de novia. Compra las prendas a una variedad de diseñadores, entre los que destaca Alejandro de Miguel, Ana Torres o Matilde Cano, todos nacionales. No son vestidos baratos: «Non me compensa ter prendas de 100 euros porque arranxalos vale o mesmo que se foran de 1.000». Así, los precios en la pequeña tienda de Oural llegan hasta los 2.000 euros.

Más allá de los propios vestidos, lo que atrae a la gente hasta Confecciones Celia, tal y como ella explica, es el trabajo a medida de las modistas. Hasta Oural, se traslada gente de toda Galicia para probar los vestidos. Esta semana, que ya es temporada alta de trabajo, Celia concede el reportaje solo a las 10 de la mañana porque está abarrotada de clientes. La tienda abre a las 10.30, pero diez minutos antes ya entraban las primeras clientas. El día anterior, habían venido desde O Porriño expresamente para trabajar con la modista sarriana.

Trabajo sin descanso

Celia se define como una mujer «dura» en el trabajo y, sobre todo, dedicada. Ella sola se encarga de la atención al público en la tienda y su marido la ayuda en las tareas de limpieza y preparación. A mayores, cuenta con tres modistas más durante la temporada alta de trabajo. Para esta tienda, la demanda empieza en diciembre y se prolonga hasta el verano.

Abre mañana y tarde y, si es necesario, también los domingos y festivos, como esta Semana Santa. De hecho, aunque abra la tienda a las 10.30, «desde as seis da mañá xa estou pasando o ferro», cuenta. «Hai que facelo así porque un non se pode permitir facer mal unha entrega e non ter un vestido en perfecto estado», afirma Celia, que incide en su éxito reside en hacer bien su trabajo.

A Confecciones Celia no le hizo falta ni publicidad ni un cartel para atraer a miles de clientes. «Moitos dixéronme que me fora para un local a Lugo, pero non me fixo falta moverme do pobo para que viñera a xente igual», cuenta. Además, asegura que está bien situada y que prefiere el «trato coa xente da aldea». El trabajado éxito de su negocio le permite adquirir el remanente de vestidos con un año de antelación: «Agora xa teño os do 2023». Lo que en la pandemia la dejó con 200.000 euros en prendas paralizados, pero afirma que el año pasado ya se recuperó y este 2022 las bodas han vuelto a la provincia.