El Camino vuelve a la normalidad: «Abrí después de dos años, llevo varios días sin dormir de la ilusión»

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SARRIA / LA VOZ

SARRIA

Marisa Vázquez lleva 12 años al frente del albergue y cuenta con la ayuda de su hija
Marisa Vázquez lleva 12 años al frente del albergue y cuenta con la ayuda de su hija U.C.

Marisa Vázquez recibió este jueves en su albergue de Sarria a los primeros peregrinos desde octubre del 2019

08 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Marisa cerró su albergue en octubre del 2019 exhausta tras otra temporada. No se imaginaba que las puertas del San Lázaro no podrían abrirse en muchos meses. La pandemia paralizó el Camino en el 2020 y recuperó una parte en el 2021. Pero Marisa decidió mantener totalmente cerrado su hospedaje esperando a que volviera a la normalidad. Y, al fin, llegó ese momento. Tras más de dos años sin funcionar, su albergue reabrió este jueves: «Llevo tres o cuatro días sin dormir, estoy muy ilusionada».

El coronavirus no solo dejó desierta a Sarria durante el confinamiento, sino que la falta de peregrinos mantuvo casi todo el año al pueblo sin vida. «Aquí dependemos muchísimo del Camino, una gran parte de la vida económica está vinculada a él», explica Marisa. Tras el primer año de pandemia, al Xacobeo 2021 se afrontó con la ilusión de reabrir los albergues, pero con muchas restricciones. Los hospedajes solo podían utilizar el 30 % de su capacidad, aun así, la mayoría de los locales de Sarria decidieron abrir. No fue el caso de Marisa: «para mí merecen el mismo respeto tres peregrinos que 30, así que tendría que tener las cosas a punto para unos pocos igual que si fuera a llenar el albergue». Además, no podría habilitar las zonas comunes, que para la alberguera son «la esencia» del lugar. «Si no pueden compartir tiempo no es un albergue». Por eso, se «sacrificó» y para dar un servicio regular o estar con escasez, perdió el año 2021 esperando que fuera el último en esa situación. Durante ese tiempo, la sarriana tuvo que seguir haciendo frente a los gastos de mantenimiento del local, sin ningún tipo de ingreso. «Tuve muchísimas dudas», afirma la alberguera, ya que una gran parte de sus compañeros abrieron de todas formas y llegó una cantidad mucho mayor de peregrinos de la esperada.

Con el albergue cerrado también paró totalmente Marisa, ya que es su única dedicación. A pesar de que es un trabajo muy intenso, ya lo echaba muchísimo de menos. «Atender a peregrinos no es como estar con otros turistas, es un trabajo de lunes a lunes desde las 10 de la mañana hasta las once de la noche», relata. A octubre, cuando finaliza la temporada, la alberguera «deseando que no llame nadie más», bromea. Pero por encima de la carga de trabajo, está lo enriquecedor que es. «Me sorprendí muchísimo de que estas Navidades recibí mensajes y felicitaciones de peregrinos que habían estado aquí», cuenta.

El cariño y la preocupación de los caminantes que habían pasado por el San Lázaro animó incluso más a Marisa a empezar con los preparativos por el 2022. «Después de dos años cerrado, esto era un desastre; estuvieron limpiando cuatro personas durante dos mañanas enteras», relata la alberguera, que también pintó y reformó partes de la casa para tener todo a punto. Cuenta toda su experiencia con una gran sonrisa y emocionada porque no veía el momento de volver a recibir caminantes: «Estoy muy ilusionada, tenía ya una necesidad personal de volver al albergue y aquí estamos».

«Empiezo fuerte, con un grupo de 27 personas y lleno en Semana Santa»

Los primeros peregrinos que reestrenaron esta noche el albergue San Lázaro fueron un grupo de 27 personas: «Empiezo fuerte». Estos caminantes empiezan una temporada con altas expectativas, como ya se demuestra en Semana Santa. «Los próximos días tenemos muchas noches completas», afirma Marisa. También para la temporada de verano las reservas no paran de entrar, con lo que los negocios del Camino esperan que sea un buen año Xacobeo que vuelve a la antigua normalidad.

En el hospedaje de Marisa, que cuenta con 27 plazas en literas y cinco habitaciones trabajan otros dos empleados. Aunque la sarriana cuenta que falta a diario una persona clave, su hija. «Me ayudaba y llevaba todo, sobre todo lo referido a los correos y las reservas por plataformas como Booking, pero al estar dos años cerrados buscó otras vías, aunque sigue colaborando», cuenta Marisa. Fue su hija precisamente la que propuso hace años habilitar habitaciones para que los peregrinos pudieran dormir con sus mascotas. Un tipo de caminante del que reciben una gran cantidad de visitas: «Hay muy pocos sitios que permitan perros, fue un acierto absoluto, nosotros los permitimos en las habitaciones privadas». Este tipo de habitación, explica Marisa, es cada vez más lo más demandado, incluso antes de la pandemia. A pesar de que los peregrinos quieren compartir espacios comunes, para dormir prefieren tener su intimidad.