Las cifras del Camino: un mes de julio similar a un enero cualquiera

SARRIA

José Manuel Rubianes, de la Taza Mágica en la calle Maior de Sarria, espera que no haya rebrotes
José Manuel Rubianes, de la Taza Mágica en la calle Maior de Sarria, espera que no haya rebrotes LUCÍA R. PEÑA

Solo una decena de peregrinos recorre estos días el tramo de Triacastela a Sarria

02 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Mira cómo está todo» y los ojos del hostelero van de un extremo a otro de la calle Maior. No hay en ese momento ni un solo peregrino, ni un solo cliente para su bar. En Sarria, la localidad preferida para iniciar el Camino Francés, el mes de julio arranca en los albergues con las hojas de las reservas impolutas. La hostelería siente que este verano se parece demasiado al mes de enero. Los pocos caminantes que ayer llegaban a la villa lo hacían después de haber improvisado la ruta como contrapunto al confinamiento. Eran apenas una decena.

«Sendo 1 de xullo isto estaría cheo», suspira Luis López, encargado desde hace cuatro años del Mesón Camiño Francés, ubicado a escasos metros del Concello. «Antes abría ás 6.00 da mañá e ao chegar había xente aquí esperando. Agora abro ás 8.00 e chega de sobra», señala. Indica que la primera quincena solía ser floja, pero nunca tanto.

Padre e hijo, de Almeria, se lanzaron a hacer el Camino al saber que no estaría masificado
Padre e hijo, de Almeria, se lanzaron a hacer el Camino al saber que no estaría masificado LUCÍA R. PEÑA

Cubrir gastos

Unos metros más abajo, José Manuel Rubianes coloca la terraza de la Taza Mágica. «Nestas datas estariamos cheos. Abrimos para cubrir gastos porque para gañar, non», afirma. En los siete años que lleva en el local nunca había visto un 1 de julio parecido. «Haberá que ver en agosto se non hai que parar antes, que non haxa rebrotes», asegura.

«Vinimos porque pensamos que era un tipo de turismo menos masificado»

Los pocos peregrinos que paseaban ayer por Sarria a mediodía eran primerizos, pero coincidían con los hosteleros más veteranos. Sabían que iban a estar casi solos. «Vinimos porque pensamos que era un tipo de turismo menos masificado que el de playa y ahora vemos que tenemos todo para nosotras», explica Ana, una navarra que emprendió el Camino junto a una amiga. Cuando llegan a un destino piden recomendaciones para el siguiente y después buscan alojamiento in situ.

Un peregrino de Sevilla, que comenzó la ruta en Ponferrada
Un peregrino de Sevilla, que comenzó la ruta en Ponferrada LUCÍA R. PEÑA

Los almerienses Pablo y Kiko son padre e hijo y también apuestan por hospedarse sin reservas. «Leí que la Xunta abría los albergues y pensé que era el mejor momento porque no se llenarían», apuntan. Marta y Jose comenzaron hace tres días en Ponferrada: «Reservamos de un día para otro y no hemos tenido ningún problema».

La ausencia de surcoreanos

Corea del Sur fue en julio de 2019 uno de los diez países que más peregrinos aportaron al Camino. En un año como este, marcado por la pandemia, resulta significativa la ausencia de los surcoreanos, cuya pasión por la ruta les lleva a recorrer medio planeta para llegar hasta Galicia. A diferencia de otras nacionalidades, esta se caracteriza por una querencia por la ruta en cualquier época del año, pero desde abril no se ha vuelto a ver ninguno. «Se das mil euros por un coreano, non hai quen o atope», dice José Caldas para explicar el vacío en pleno mes de julio.

«Se o ano pasado entraban tres reservas diarias, hoxe teño dúas en todo o mes»

El año pasado, la mayoría de los peregrinos que se hospedaron en la Pensión Escalinata, que regenta desde hace 21 años, procedían de Dinamarca, Alemania, Irlanda, Francia... Pero ese perfil ha desaparecido, junto al nacional, que tampoco abunda. «A primeira quincena de xullo sempre é máis mala que o resto, pero se o ano pasado entraban tres reservas diarias, hoxe teño dúas en todo o mes», señala Caldas.

A estas alturas en años anteriores ya tendría un 80% de su alojamiento reservado para agosto, cuando ahora ese porcentaje es una incógnita. «Tal día como este fai un ano podía ver 200 peregrinos e hoxe penso que vin un», lamenta el hostelero.