Animales de raza vianesa o limiana criados en Quiroga son comprados para competir con ellos en las tradicionales pruebas de arrastre de piedras («idi dema»). Son más pequeños en alzada y con menor peso que los sementales para carne, pero su trabajo es de concurso
01 mar 2008 . Actualizado a las 22:14 h.Son una estampa antigua, pero aún espectacular. Las yuntas de bueyes siguen vivas en la Galicia, aunque ahora apenas como deportistas de élite que protagonizan los antiguos desafíos de la tradición vasca del arrastre de piedras. Mario Nogueira es un joven de Quiroga que sigue criando estos terneros capados, para revenderlos luego a los caseros vascos. Los compra como terneros y los castra cuando tienen un año. A partir de ahí, lo fundamental es emparejarlos para que se acostumbren a tirar juntos. Sobre los cuatro años suele enviarlos al País Vasco donde los adiestran diariamente hasta que cumplen siete para empezar a competir en las pruebas que se celebran en las plazas de los pueblos, o en los probaderos que a veces hay junto a los frontones.
«Queren bois longos, estilizados, de pata longa, pero sen moitos quilos, porque o reglamento di que nas probas de peso limitado a parella non pode pasar dos 1.100 quilos, e se o fai, cada quilo de máis compénsase cargándolle quilo e medio de area sobre a pedra de 1.750 quilos», explica Nogueira. La prueba consiste en recorrer el mayor número de veces posible durante media hora un circuito trazado en la plaza del pueblo, que normalmente está pisada con cantos rodados para facilitar el arrastre. La competencia es tal para completar el mayor número de vueltas (se sortea el orden de salida) que incluso los del caserío contratan arreadores expertos en dosificar el esfuerzo de las yuntas y que la piedra no se salga de las rayas que delimitan el recorrido.
En estas parejas siempre manda uno de ellos, aunque una vez adiestrados, son inseparables. Incluso se sabe de alguno que, tras ver despeñado a su compañero en algún barranco, se arrojó detrás.
Mario, que lleva en esta actividad, desde el 2003, ha vendido unos 17 bueyes y hace poco una pareja para Berango, cerca de Bilbao, pero la tradición de enviar bueyes gallegos a aquellas tierras viene de lejos. Incluso recientemente tratantes como Severino de Quiroga o el vasco Jacinto (asentado en Monforte) enviaron muchos. Los Fernández de Sarria se hicieron ricos con trenes de animales para carne hacia las principales plazas. Y con el auge del tractor y las razas cárnicas más productivas (rubia y limousine), los bueyes autóctonos peligraron. Hoy puede que no queden más de 15 parejas de trabajo en Galicia.