Qué fue de Lampazas: de llenar el pueblo con 15.000 personas para ver a Sergio Dalma a vivir seis vecinos

Uxía Carrera Fernández
UXÍA CARRERA SAMOS / LA VOZ

SAMOS

Óscar Cela

La aldea de Samos celebró unas fiestas multitudinarias con estrellas de la música. La familia responsable sigue en la aldea: «Os cantantes ceaban na nosa casa, nun comedor para 300»

23 may 2023 . Actualizado a las 19:53 h.

Detrás de la vorágine de música, fiesta y comida que eran las multitudinarias fiestas de Lampazas, en Samos, había un detalle familiar. La madre de Jaime Veiga, el vecino que inició la celebración, repetía lo mucho que le gustaba Manolo Escobar. Quería sus cintas y tenía el capricho de ver un concierto suyo. Así que su hijo cumplió, pero en vez de llevarla a ella, trajo hasta Lampazas al mismo Manolo Escobar a las fiestas patronales. Fue en el año 2000 y su concierto originó una tradición con decenas de miles de personas. Por la aldea de Samos pasaron desde El Fary a David Bustamante o Norma Duval.

El pueblo de Lampazas es el fin de una carretera. Ubicado en el monte Oribio, está a 1.000 metros de altitud y cuenta con apenas cinco casas. La situación en el 2000 era la misma que ahora, tan solo un matrimonio y una familia viven permanentemente en la aldea. Esporádicamente convive otra pareja de jubilados. Además, hay una empresa de pizarra y una ganadería, de la familia Veiga.

La pérdida de población hizo que las fiestas patronales pasasen 30 años sin celebrarse. «Cando foi o concerto de Manolo Escobar, foron as primeiras festas que se facían dende que Jaime fixera a comunión», recuerda Uxío, su sobrino. La familia organizadora de las famosas fiestas continúa viviendo en Lampazas. Residen en la aldea el padre de Jaime, el hermano y la mujer, y uno de los sobrinos. Todos ellos también trabajaron cada año para hacer de Lampazas casi el centro de la fiesta.

Carretera de entrada a Lampazas. Al fondo se ven las casas y también la explanada donde se situaban los conciertos
Carretera de entrada a Lampazas. Al fondo se ven las casas y también la explanada donde se situaban los conciertos OSCAR CELA

El pistoletazo de salida de la celebración lo daba la peregrinación a caballo desde Samos hasta la pequeña capilla del pueblo. También fue una idea iniciada por los Veiga. A partir de entonces se abría la veda de una sucesión de grupos de música, orquestas y grandes conciertos. Siempre acompañado de restaurantes en carpas que daban comidas y cenas.

En un principio, las fiestas duraban tres días, pero «había un pique cas festas do Concello, así que chegaron a durar toda a semana». El éxito que cogieron desde el principio también fue no solo por los grandes fichajes, sino porque participaban muchos artistas de la zona. Se instalaban casetas para que tocasen músicos de la comarca: «Era moi bonito, ao estilo tradicional». Aunque lo innegable es que su gran fama llegó por las actuaciones de los cantantes más famosos del momento, que Veiga conseguía por sus contactos en la hostelería.

Tute con 256 parejas

«Ideas non nos faltaban», presume la familia de Lampazas. Además de las propias fiestas, también se convirtió en una tradición el torneo de tute celebrado antes de los días grandes. Se llegaron a juntar 256 parejas. El más mayor de la familia, Eugenio, todavía alardea de haber ganado una de aquellas competiciones. Venían autobuses desde Barcelona, donde ahora reside Jaime, para participar.

Los visitantes, de acampada

El furor que causaron figuras como David Civera hacía que las colas de coches se acumulase hasta Samos, que está a 11 kilómetros. Llegó a haber 15.000 personas, asegura la familia. «Era incrible, de non atoparte a ninguén no pobo, no collía nin unha persoa máis. Os bares chegaron a vender 80 caixas de Cocacola nunha noite, cada unha de 25 botellas», aseguran.

Como si fuera la seguridad de un gran festival, se establecía un despliegue de unos 30 guardias, además de emergencias o Cruz Roja. Si el sitio para los coches era más que reducido, también lo era para todos los que trasnochaban. El prado vacío de Lampazas se transformaba en una gran acampada: «A xente traía tendas de durmir ou pasaba a noite onde podía». Acudían personas de toda la provincia, del resto de Galicia, pero también de otras comunidades. «Vivir aquelo foi único». Estas icónicas fiestas se mantuvieron durante 14 años.

«Os cantantes ceaban na nosa casa, temos 16 habitacións e un comedor para 300 persoas, era demasiado traballo»

Si la fiestas de Lampazas eran a lo grande es porque en la familia Veiga también son así. Incluso con las visitas: «É raro o día que non veña ninguén por casa para tomar un café». Los reciben con café, bizcocho o lo que haga falta. Su vivienda se convirtió en las multitudinarias fiestas prácticamente en una pensión, aunque para conocidos.

Había sitio para toda su familia, que no es poca, y alguna se pasaba incluso el mes entero en el pueblo. «Temos 16 habitacións con sete baños», cuentan. En los días grandes de las fiestas no había una sola plaza libre. Algunas tenían incluso más preferencia porque los grandes artistas invitados cenaban en su casa y algunos se quedaban a dormir. «Lembro cando viñeron uns xogadores do Barcelona e alucinaban cas vistas da habitación». Desde la montaña de Lampazas se divisa hasta Lugo.

La casa está preparada para grandes comidas con un gran salón para 300 personas, que todos los años se llenaba. La cuñada de Jaime se encargaba todos los días de preparar las cenas y las comidas para todos sus invitados. «Aos cantantes colocábamolos nunha sala aparte pero moitos deles, como El Fary, querían comer con toda a familia», recuerda. De cada una de las estrellas que pasó por allí guardan una fotografía, que ahora decora el largo pasillo de la vivienda. «Todos os que pasaron por aquí quedaban encantados aínda que estiveran nunha aldea».

La familia Veiga decoró el pasillo de su casa y toda una habitación con fotografías de ellos con los personajes que los visitaron. En la imagen, una con Sergio Dalma.
La familia Veiga decoró el pasillo de su casa y toda una habitación con fotografías de ellos con los personajes que los visitaron. En la imagen, una con Sergio Dalma. OSCAR CELA

Uxío y David, sobrinos de Jaime, recuerdan que durante las fiestas parecía que el trabajo no pesaba, pero era duro tener que estar diez días antes montando las carpas y las casetas. «O peor era o antes e o despois, acababa ca saúde». En parte, fue porque era «demasiado» lo que hacían cada año por lo que las fiestas fueron a menos y pararon de hacerse desde la pandemia.

A Uxío la celebración le pilló en su veintena y David, de 27 años, lamenta que todavía era pequeño. Aun así, todos sin distintivo echan de menos aquel evento estelar. También era algo inédito para los pocos vecinos de la aldea, que solo recuerdan con buenas palabras aquellos años: «Pasábame toda a semana con traxe e gravata».

Un prado donde actuaron Civera, Bustamante o El Fary

La música de los 2000 tuvo su escenario propio en Lampazas. El prado despejado de la montaña de Samos se convertía casi en Las Vegas. Dio el pistoletazo de salida de los grandes conciertos Manolo Escobar, pero los siguieron más artistas que entonces eran fenómenos de masas. Se subieron al escenario David Bustamante, David Civera o Raúl y Verónica, todos de Operación Triunfo. También hubo sitio para los cantantes más clásicos y reconocidos del país como Sergio Dalma, El Fary o Los Del Río. Artistas internacionales tampoco se perdieron las fiestas de Lampazas, incluyendo las actrices de la aclamada serie Pasión de Gavilanes.

Para todos estos artistas, acostumbrados a grandes escenarios o grandes ciudades, la de Lampazas no era una actuación desmerecida. En los 14 años que se hicieron las fiestas, tan solo hubo problema con uno de ellos. Miguel Ríos dejó a miles de personas plantadas por las malas condiciones meteorológicas, que podrían provocar una accidente. El cantante tuvo que salir escoltado del pueblo y dos años después declaró en los juzgados de Madrid, por romper el contrato. El referente del rock español ganó la batalla judicial frente a la familia de Samos.

Más allá de la música, llegó a Lampazas el «famoseo» del fútbol. Concretamente del Barcelona, que se trasladaban en autobús para jugar el torneo de tute.