Adiós a 13 vacas por 4.000 euros

Xosé María Palacios Muruais
XOSÉ MARÍA PALACIOS VILALBA / LA VOZ

RIOTORTO

PALACIOS

El riotortense José Lamas prevé clausurar su granja al tener que sacrificar su cabaña por dos casos de tuberculosis

05 oct 2017 . Actualizado a las 10:51 h.

«Estou feito polvo, e miña nai ten unha depresión grande». Así de claro se expresaba ayer José Lamas -ganadero del barrio de A Veiga, situado en la parroquia de Galegos (Riotorto)- tras verse obligado a sacrificar toda su cabaña ganadera -13 reses bovinas, 20 ovinas y 13 caprinas- por dos positivos de tuberculosis en sus vacas. La situación apareció durante la campaña de saneamiento, en la pasada primavera; y tras gestiones y contactos no exentos de cierta tensión desembocó, la semana pasada, en la visita de personal de la Xunta, que colocó sendas chapas en el ganado vacuno -cinco terneros, de dos a seis meses de edad, y ocho vacas-.

Una vez marcados, los animales fueron vendidos a un ganadero, que los iba a sacrificar. «Deixáronme 4.000 euros, así que aínda non me saen a 300 euros por cabeza», dijo. Quedaban aún en la explotación, en cambio, las 20 ovejas y las 13 cabras, cuyo destino tenía que ser también un matadero, por lo que el ganadero inició las gestiones.

Contactó con sendas instalaciones de Rábade y de Monforte, aunque en ninguna consiguió una fecha concreta para el sacrificio en un primer momento. Días después, relataba ayer, recibió de la Xunta la información de que las reses podrían ser sacrificados en la explotación y ser luego recogidas por un camión encargado de la retirada de animales muertos.

Por cada kilo/canal, 0,90 euros

Finalmente, del matadero de Rábade recibió el aviso de que le darían un precio por las ovejas y por las cabras que llevase a sacrificar. Le dijeron que cobraría 0,90 euros por kilo/canal, aunque tendría que pagar también 30 euros por cada res y unos 200 euros por el transporte de los animales desde su explotación.

Echando cuentas, José Lamas comentaba ayer que prácticamente no llegaría a cubrir gastos con esas cantidades: una oveja puede pesar unos 30 kilos, y una cabra, aproximadamente la mitad, con lo que casi le resultará gravosa esa operación. A principios de la semana próxima deben estar sacrificados todos los animales, aunque no ha tomado todavía una postura firme. Tampoco es clara su decisión sobre su futuro, que de todos modos dibuja con una evidente sensación de amargura: «Se non atopo traballo, terei que pedir», manifestó ayer.

Ningún animal más

Sí parece definitiva su intención de no comprar más animales: «¿Quen me di que non me fan outro baleiro?», se preguntaba ayer. Para él, por lo que expresaba, la actividad ganadera ha llegado al final: «¿Sabes o que é criar animais e ter que matar todo?», comentaba con tristeza.