El histórico fotógrafo de Portomarín: «Retratei casa por casa o pobo vello e pedra por pedra o traslado da Igrexa»

Uxía Carrera Fernández
uxía carrera PORTOMARÍN / LA VOZ

PORTOMARÍN

Carlos Castro

Pereira es el único de su profesión en el concello desde hace más de seis décadas. A sus 93 años, todavía recuerda cuando hizo cada foto

04 sep 2021 . Actualizado a las 20:40 h.

A sus 93 años, Pepe López, conocido como Pereira, con una memoria envidiable, recuerda casi cada instante de su vida. Lo mejor es que además «podo demostrar o que digo». Unos 44.000 negativos se acumulan en los armarios de su tienda de fotografía -ahora cerrada- y conforman una obra que retrata al detalle la historia de Portomarín desde hace más de 60 años.

En el pueblo viejo, antes de que se anegara, ya existía la tienda de fotografía Casa Pereira. La abrió un joven Pepe López que nació en la aldea de Seixón, pero se mudó a los ocho años a Portomarín. En un pueblo dedicado a la pesca y a la ganadería, Pereira se ganó la vida retratando las bodas, bautizos y el día a día de los vecinos. Nunca le faltó trabajo, ya que tenía demanda de todos los concellos de la comarca, menos Sarria, donde había «máis compañeiros de foto carné», cuenta. Pereira guarda los retratos de identidad, que en los años 40 o 50 eran fotos hasta la cintura hechas en exterior que irradiaban una gran fuerza. «Acórdome de facelas e de quen son os que saen», señala.

El agua del río que atravesaba el pueblo protagoniza gran parte de la obra de Pereira porque era esencial para la vida de sus habitantes. «Teño una foto da primeira lancha que houbo, comprada por min e outros dous comerciantes para traer xente ao pobo. Tiña 60 prazas.», cuenta. También retrató la vida de los pescadores: «Había 20 ou 30 parellas pescando tódolos días. Tiñamos boas troitas, boas anguías, bo pan de trigo e bo viño. Pero todo iso perdeuse», destaca. Las fotografías de lo cotidiano que los vecinos le encargaban a Pereira multiplicaron su valor desde el momento en que desapareció el pueblo. Siendo actualmente la única obra que hay del antiguo Portomarín y sus gentes.

Reproducción de una fotografía de Pereira del viejo Portomarín
Reproducción de una fotografía de Pereira del viejo Portomarín Óscar Cela

El anegamiento

«O que máis que gustou fotografar sempre son as paisaxes», sentencia el veterano fotógrafo. Esta predilección coincidió con el hito que marcó la historia de Portomarín, su anegamiento en 1963, lo que hizo que Pereira retratase como nadie la historia de su pueblo.

«Dende que se coñeceu a noticia do embalse comecei a traballar para moitas empresas retratando o proceso de construción das súas obras», relata. Antes de que «chegara a auga», Pereira también quiso recoger un recuerdo personal del lugar donde se había criado: «Fotografiei casa por casa o pobo vello, para ter o recordo de cada unha delas», explica. «Necesitei moita paciencia». Del pueblo viejo, se trasladó, piedra a piedra, la Igrexa de San Nicolas y Pereira fotografió como iba desapareciendo poco a poco.

Reproducción de una fotografía de Pereira del viejo Portomarín
Reproducción de una fotografía de Pereira del viejo Portomarín Óscar Cela

Retrató cada uno de los pasos de este proceso, de los cuales además se acuerda perfectamente en qué consistieron. «Onde agora se sitúa o novo Portomarín antes era todo xestas e toxos. Os técnicos colocaron no chan separadas tódalas pedras numeradas da igrexa e ocuparon unha serie de tres fotografías, non collían nunha», relata.

El día que todavía marca a muchos vecinos de Portomarín está plasmado por Pereira: «Hai moitas fotos dos veciños nas barcas o primeiro día que chegou a auga recollendo o que podían das súas casas». La miseria que trajo el agua para los habitantes del pueblo lucense también le tocó a Pereira, que sobrevivió «grazas aos amigos e as novas empresas».

Ya no fotografía

En el pueblo nuevo, Casa Pereira también se ubicó, esta vez frente al Concello. Aunque también trabajó en banca, la tienda de fotografía «funcionaba moi ben». «Cada día isto estaba cheo de xente, acabábanseme as cámaras e o material e tiña que ir buscalas lonxe», cuenta. Aunque el pueblo viejo sigue presente en el actual Portomarín, Pereira cree que «aos veciños que non naceron no vello xa se lles esquece a nosa historia». Por eso cree que decayó el interés por comprar sus imágenes, además de que su maquinaria analógica ya no se emplea actualmente. Hace años que la tienda está cerrada y que Pereira ya no mira a través del objetivo porque «os meus 93 anos deron moita lata».

Reproducción de una fotografía de Pereira del viejo Portomarín
Reproducción de una fotografía de Pereira del viejo Portomarín Óscar Cela

Su sueño es un museo en Portomarín que recoja su obra

Solo una pequeña parte de la inmensa obra fotográfica de Pereira fue recogida hace dos años en un libro elaborado por la Diputación. Esta publicación se centró en las imágenes realizadas en el pueblo viejo a vecinos y familias. Sin embargo, la colección sobre el anegamiento de Portomarín solo se encuentra en la tienda del fotógrafo.

«Gustaríame que a miña obra se recollese nun museo para o pobo ou que se puidera expor dalgún xeito tanto para os veciños e os peregrinos. Sempre e cando sexa ben tratada», afirma. Pereira querría que su quedara constancia no de su figura en el pueblo, sino de su dedicación a retratarlo.

Dos sillas en la tienda frente a las fotos para poder observarlas todos los días

La tienda de Pereira lleva cerrada unos 20 años, pero continúa intacta. En la sala de entrada se encuentran colocadas una pequeña parte de las fotografías de Pereira a modo de exposición, que ya pasó a ser personal. También está guardada alguna de la maquinaria que empleó durante su trayectoria y parte de la estancia comercial donde se atendía a los clientes.

El local conecta con la casa de la familia de Pereira, así que ya es una parte más de su vivienda. Destacan en la entrada, donde se encuentra la exposición, dos sillas de salón de cara a las fotografías. Una familiar de Pereira que convive con él explica que «témolas aquí para vir cada día a mirar un rato as fotos del». «Cada vez que falo con alguén acabo nomeando ao pobo vello, temos moitísima morriña», cuenta emocionada. Al menos, las imágenes de Pereira congelan en el tiempo la antigua villa.

«Para que as imaxes impacten hai que coñecer a súa historia»

Aunque Casa Pereira lleva cerrada muchos años, fueron miles los peregrinos que pudieron disfrutar de las fotografías de Pereira. «Encantáballes entrar e deixaban nun libro as súas opinións coa súa firma», relata. Él mismo se encargaba personalmente, por gusto, a hacer una pequeña guía por la tienda porque defiende que «para que as imaxes impacten hai que coñecer a súa historia». Por suerte, Pereira se acuerda de cada una de ellas.

«Cando temos unha dúbida sobre o pobo vello sempre acudimos a el», relatan sus vecinos. Los más mayores del pueblo conservan en sus casas fotografías compradas a Pereira del viejo Portomarín.