El exministro Juan Carlos Aparicio dio el pregón como tuno de las fiestas de Portomarín

El Concello de Portomarín celebra este fin de semana las fiestas de su patrón con un programa reducido que además acompaña con la actuación de «As tunas do Camiño». Este viernes fue el acto de inauguración, en el que participó el conselleiro de Cultura, Educación y Universidad de la Xunta, Román Rodríguez. Para dar el pregón de inicio, como miembro de la Cuarentuna de Burgos, de donde es originario, se acercó a Portomarín un tunero poco conocido por su talante musical pero sí por su larga trayectoria política como alcalde de Burgos, diputado, secretario y Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales de España en el gobierno de José María Aznar: Juan Carlos Aparicio.

—¿Cómo empezó en la tuna?

—En mi etapa joven, tuve la suerte de participar de una tuna muy simpática de aparejadores con figuras como Sergio Blanco. Y en Valladolid, en la universidad, estuve en la tuna de mi colegio mayor para tratar de compartir y contagiar alegría.

—¿Toca algún instrumento?

—En mi caso no aporto ciencia musical, sino una voz, compañerismo y trabajo en equipo. Me encanta cantar tangos porque me encanta Argentina. Allí español es sinónimo de gallego. La tuna tiene una parte importante de repertorio que participa del folklore sudamericano, sobre todo argentino y venezolano.

—La tuna no se queda solo en la etapa universitaria.

—Hay una canción emblemática que dice: «Seré tuno mientras el cuerpo aguante, seré tuno para morir». Así que yo formo parte de los veteranos de Burgos, de donde soy, para seguir en activo en la música.

—¿Por qué le conquistó la tuna?

—Es la música al alcance todos. Tenemos un repertorio de canciones de esas que se sabe casi todo el mundo. Es una corriente de simpatía. Así que, en nuestro caso, cuando tenemos una invitación tan amable como la del Concello de Portomarín y nuestros correspondientes tuneros de Lugo, debemos acudir para repartir alegría.

—También probó con los monólogos.

—Hay tres palabras maravillosas que son humor, humildad y humanidad. Y esas son las claves de por qué hice monólogos y por qué sigo en la tuna.

—¿Son valores que también aplicó en política?

—Claro que son valores de mi trayectoria política. Quien no sea capaz de entender con humildad a la persona que tiene enfrente, fracasará.

—¿Qué relación tienen la tuna y el Camino de Santiago?

—La primaria razón de que termina en Santiago de Compostela, referencia para la tuna, donde se encuentra la Casa de Troya. Galicia es un referente muy importante para esta música. Aquí se organizaron certámenes internacionales, como en Lugo, a los que acudieron figuras como, por ejemplo, Paloma San Basilio. Galicia es imprescindible para entender el mundo de la tuna.

«Quienes están en el Camino, como los gallegos, saben acoger y dar cariño»

En su pregón, el exministro destacó «la calle mayor de la cultura europea» que es el Camino.

—¿Hizo el Camino?

—Sí, desde Burgos. 550 kilómetros. Es una experiencia que puede cambiarte la vida. Es un tiempo de cariño, de conocer el mundo tal y como es, diverso y variado. Creo que también influye en la forma de ser de los puntos por donde pasa.

—¿Por qué?

—La gente de Galicia es de una hospitalidad tremenda. Dan seguridad, una cosa muy querida por los peregrinos desde la presencia de los templarios. Quienes están en el Camino, también en Burgos, saben acoger y dar cariño. En Galicia y en Castilla, amor con amor se paga. Al mismo tiempo, podemos estar unidos los de mi ciudad con Portomarín aunque nos separen 400 kilómetros.

—¿Qué quiso transmitir a los vecinos de Portomarín?

—Un lema muy sencillo, que me lo dijo un señor gallego muy querido en Lugo, Manuel Fraga. «As cousas han de facerse a modiño e con sentidiño». De hecho, me parece algo a aplicar ahora que he visto por primera vez el puente viejo de Portomarín. Si hay que desembalsar, fágase a modiño e con sentidiño.

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