Su trabajo en el matadero de Frigsa marcó su trayectoria, ya que fue un «sindicalista a pé de conflicto», muy reconocido y valorado por sus compañeros. Además, también fue donde conoció a su mujer, Marisa. Agrelo defendió a los trabajadores de la empresa cárnica ante el ERE por las pérdidas de la compañía. El sindicalista recordaba la negociaciones con la Xunta, las sucesivas reuniones durante dos meses, las asambleas de trabajadores y el acuerdo final de una liquidación de más de 40 días por año trabajado. Julio defendía «o meu, o teu e o dos demais compañeiros». No solo actuó en el largo conflicto del matadero sino que durante los 36 años en los que fue empleado luchó por los derechos de los trabajadores, como conseguir que cuando las mujeres tenían la regla fueran sustituidas por un compañero.
Desde hacía 60 años, Julio Agrela residía en A Milagrosa, donde disfrutaba de sus paseos y hacía tertulia con sus vecinos. Siempre que podía, visitaba de nuevo la sede de su sindicato en la Ronda da Muralla, donde seguía militando. Ante la noticia de su fallecimiento, desde Comisiones Obreras, el secretario general, Xosé Manuel Sánchez Aguión destacó a Agrelo como una persona clave en la expansión del sindicato en el ámbito comarcal y provincial, ya que ambos pertenecieron a la antigua Federación de Alimentación, Bebidas e Tabacos.