María Pujalte: «Estoy aprendiendo a consultar con mi almohada»

POL

Manuel de los Glanes

Fue una alumna corriente y es la profe que todos deberíamos tener. Con 30 años de oficio, María Pujalte es maestra. La gallega toma el relevo de Merlí con una filosofía propia. La mentora de Pol Rubio lo pone por las nubes, desmonta los mundos de Disney e invita a atreverse a pensar. Y confiesa cuál es su mayor suerte en la vida

18 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tiene madera de periodista, de detective, misterios más o menos cotidianos que no quiere desvelar, un acento siempre familiar que combina naturalidad, ternura y humor, sus contradicciones tranquilas y sus noches de insomnio. Y un premio gordo en la vida, que confesará al final. María Pujalte (A Coruña, 1966) es la nueva Merlí en Sapere aude. Nueva no... porque Merlí es único, y la Bolaño, también. Atrévete a leer.

-Pensamos que Merlí era insuperable y llegó ella, María Bolaño.

-Merlí es insuperable. Único e intransferible. ¡Y María Bolaño también! Me llamaron, me dijeron que iba a haber un spin-off de Merlí y me puse muy contenta. Yo había visto la serie y era fan. «Oye, vamos a hacer un spin-off a partir del personaje de Pol Rubio», me dijeron. Me ofrecieron hacer una prueba para ser esta profesora tan cañera, la favorita de Pol Rubio. Fui de cabeza, y encontré una joya. Los guiones son inteligentes y tienen una profundidad interesante para lo que es el lenguaje de una serie de televisión. Y me puse a la faena de estudiar. Fue un trabajo previo apasionante, de mucho estudio en casa. Y fue apasionante también el disfrutarlo allí en Barcelona.

-María Bolaño te conquistó a la primera. ¿Un flechazo?

-Sí, claro. Es que habitualmente no vemos personajes así. Héctor Lozano [guionista y creador de Merlí] escribe pegado a la realidad, al ser humano, y se atreve a contar las cosas como son.

-¿Cómo son, cómo las ves tú?

-Imperfectas, a veces contradictorias, imposibles por momentos. Hay incomunicación y soledad. Me gusta mucho eso que tiene Merlí de mostrar cómo somos solos, en nuestra casa, y cómo somos ante los demás. La Bolaño tiene eso... 

-Tiene sus contradicciones, es fuerte, crítica, compleja, está curtida y no es, en absoluto, sobreprotectora.

-Con sus alumnos, no, desde luego. Para ella, la Universidad es la Universidad, ella una catedrática. «Y tú, alumno, un adulto, así que ¡ponte las pilas!». En la relación con su hija [en la serie, María es la madre de Laura, una joven con síndrome de Down interpretada por Gloria Ramos, de Campeones], a diferencia de Merlí, es una madre que se ha comprometido con su educación. Para mí, es la gran diferencia con Merlí, un hombre que prácticamente había pasado de su hijo, ¿no? Esa es la clave, la Bolaño se ha comprometido con la educación de su hija. Ha estado siempre ahí, siempre al pie del cañón. Con sus imperfecciones, su debilidad por la bebida, lo que quieras, sí, pero ha estado ahí. Y ha dicho: «Yo voy a educar a mi hija para que sea una persona independiente. Lo más libre posible». Y ese no es un camino fácil.

-También en la vida, ¿lo esencial tiene una parte muy importante de sacrificio y esfuerzo?

-Sí, pero aquí no se cuenta de una manera nada heroica. Cada uno tiene su lucha, cada uno su vida, estamos intentando sacar las cosas adelante, las sacamos pero medio mal. Lo que hacemos bien por un lado lo fallamos por el otro. En Merlí, en el personaje de Francesc [Orella], tampoco había nada de heroico. Otra cosa es que resulte atractivo o no, que caiga bien o no, pero es muy humano. Yo con la Bolaño me peleé mucho, pensaba «pero tía, ¿cómo haces esto ahora?, a ver».

-¿Pero te reconoces en ella?

-En algunas cosas sí, claro que sí. Todos los que estamos dispuestos a aceptar que las cosas son así, que nosotros mismos somos así, personas con sus matices, sombras y contradicciones. Hay una parte fuerte que es nuestro personaje, el que queremos mostrar, y nos defendemos con él.

-Lo decías en una entrevista anterior en YES: «Todos hacemos mucho teatro» (en la vida real).

-Sí, todos hacemos teatro, intentamos defender nuestra parte fuerte. Lo que no debe pasar es que ese personaje sea opuesto a ti. A María Bolaño la conocemos en un momento malo de su vida cuando sufre la erosión de los años y el alcoholismo. La adicción al alcohol empieza como una tontería y cuando te quieres dar cuenta es serio. O te pones las pilas y cambias el chip, o vas mal.

Manuel de los Glanes

-«Sapere aude» aborda problemas clásicos adecuados al mundo de hoy. La dependencia del alcohol, la visibilidad de personas con síndrome de Down o la realidad de la Universidad; como los bajos salarios de los profesores.

-Imagínate el gran esfuerzo de los profesores de Universidad, la importancia que tienen en la formación, en el futuro de la gente. Y nada más empezar, Héctor Lozano te pega un zurriagazo diciéndote que los profesores asociados cobran 500 euros... Es importante desde dónde lo cuenta Héctor y desde dónde lo rueda Menna Fité. Es una dirección elegante, te deja aire. No aprieta las tuercas.

-¿A quién consideras tú más peligroso, a Trump o a Disney?

-¡A los dos! Trump me parece un peligro, una amenaza muy real, seria. Pero también estoy de acuerdo con la Bolaño, Disney metió en la cabeza de millones de niños y de niñas que existe el amor ideal y que existen los príncipes azules. Y luego pasa lo que pasa...

-¿Hacen daño los cuentos de hadas?

-Es que no te puedes meter en la cabeza que ese tipo de amor es algo real. Eso es no abrir los ojos a la realidad, escapar de la realidad mitificando el amor, la pareja perfecta. Y te paras y dices: «Pero si yo no soy perfecta, ¿cómo voy a pretender que otro lo sea?».

-La pareja perfecta, la madre perfecta, el hijo perfecto, el momento perfecto, el todo perfecto está en redes sociales.

-Es que constantemente necesitamos inventarnos, mostrarnos como si todo fuera precioso, y parece que consuela, pero acabas por meterte en unos berenjenales... Hay una frase muy bonita, que a mí me gustaba decir, que es: «Por mucho que nos cueste, tenemos que pensar a quién elegimos». Es importante preguntarse qué tipo de valores determinan nuestra manera de ser, y de vivir.

-¿Hay que aplicar la filosofía al amor, hay que enamorarse con principios?

-Hay que aplicar la filosofía a todo. ¡Hay que atreverse! Atreverse a pensar.

-¿Tú te atreves a pensar?

-Yo... ¿la Bolaño?

-¿Y la Pujalte?

-Yo, bueno... intento pensar. A veces pienso mucho, a veces demasiado. A veces pienso mal. Pensar está bien, pero tampoco se puede entrar en bucle. Está bien eso de reposar las cosas, consultarlas con la almohada.

-¿Confías en la almohada?

-Estoy aprendiendo. A consultar con la almohada. A darme tiempo a mí.

-¿El oficio te lo pone difícil, conciliar el trabajo con la vida diaria, la familia, los amigos, el descanso?

-Supongo que como a todo el mundo, eh... Al final, se trata de vivir, de saber cuál es tu energía y cuáles tus prioridades, cómo te relacionas con los demás. Cuando estás metido en una vorágine de trabajo brutal, pienso: pues imagínate la gente que tiene hijos. Yo no tengo hijos, y a veces no me da la vida. Veo a la gente que trabaja todo el día, el padre, la madre, y tienen hijos, y digo: «¿Pero cómo hacen?». Yo soy lenta desde pequeña. Yo necesito un espacio temporal.

 «Morremos y parece que aún no sabemos vivir»

-Hay cosas que solo se aprenden despacio, aunque se lleve lo exprés.

-Pero yo soy lenta porque lo soy. A mí el estrés nunca me funciona, no me estimula. La cabeza va a mil, eso sí, y no la puedes parar. Es el aprendizaje de una vida. Creo que morremos y aún no lo aprendimos, jajaja.

-Pero es interesante. Por el camino nos vamos entreteniendo.

-Sí, eso, nos vamos entreteniendo...

-¿Qué tal el tándem con Carlos Cuevas? ¿Hay «feeling» con Pol Rubio?

-¡Una pasada! Es un chico estupendo, encantador, currante, que lleva trabajando desde los 7 años. Tiene mucho oficio y mucho mucho encanto. Es una persona con mucha luz, y en directo más. Es lo que ves. Y luego es simpático, inteligente. Reflexivo, generoso, muy majo, encantador.

-Sobresaliente. ¿Algún desencuentro filosófico con Pol o todo fluye?

-Nada. Fluye, fluye...

-«Nos pasamos la vida queriendo ser felices y estar tranquilos cuando lo único que tenemos que hacer para que nadie nos moleste es nacer hombre, blanco, rico y hetero». ¿Suscribes la máxima de María Bolaño?

-Sí, hombre, claro, totalmente. Es radiografía del poder. La hegemonía del hombre, blanco, rico y hetero, que es el que dice, al final, de qué nos podemos y no nos podemos reír. Porque el poder es el que dice de qué nos podemos reír y de qué no nos podemos reír. En términos generales, es así. Funciona así. Un ejemplo es Trump, que no es el líder de un país cualquiera, sino del país que enarbolaba la bandera del progreso y la democracia. De ahí la importancia del mensaje de Merlí: Piensa.

-¿Eres hedonista o kantiana, disfrutona o categórica?

-A ratos. Creo que no se puede definir uno tajantemente de una manera. Todas las teorías tienen un momento en que dejan de funcionar porque son eso, teorías. Si dices: «Seré toda la vida kantiana», eso se convierte en un dogmatismo. Y los dogmatismos no funcionan. Yo no lo sé, quizá soy más kantiana de lo que creo... ¡Habrá que seguir pensándolo! Pensar siempre, bien o mal, pero con buenas intenciones.

-¿Estás con la Bolaño en que debemos satisfacer nuestros deseos?

-Sí, tienes que satisfacer tus deseos, pero con cabeza. Porque la cabeza te ayuda a saber, de verdad, cuáles son tus deseos, qué es lo placentero para ti.

-¿Qué es para ti lo más placentero en este momento?

-Ahora estar tranquila, en armonía con el día que empieza. Acostarme y decir: «¡Qué día!». Qué día más bonito, ya sea porque has estado con tu gente, tranquilamente en soledad o comprando un kilo de tomates.

-Vives en el más puro presente, nos dijiste hace años. ¿Aún hoy?

-Bueno... igual me largué un poco el rollo, jajaja, o quizá era ese momento en el que estaba, que me daba angustia mirar atrás o adelante y solté eso.

-Pero tú no tienes insomnio, ¿no?

-Bueno, cuando estoy preocupada duermo mal.

-¿Qué te quita el sueño?

-Las cosas no resueltas. La relación con los demás es lo difícil.

-Ya que naciste un 22 de diciembre, ¿cuál ha sido tu lotería, cuál ha sido el premio gordo de tu vida?

-Mi lotería han sido mis padres. La familia que te toca es la suerte más suerte que puedes tener. Tú no pides venir a este mundo. Con quién naces, quiénes sientan las bases de tu disco duro es definitivo. ¿La vida es suerte o determinismo? Pues podemos debatirlo... Pero tú no eliges dónde naces ni en manos de quién. Los niños son inocentes, están en manos del adulto. La familia que te toca es una lotería, una suerte muy grande que yo he tenido.

-Una vez nos hablaste de la magia de tu oficio, ¿cómo se mantiene con los años, la pasión de los primeros trabajos, la frescura, la entrega? ¿Pensaste alguna vez en abandonar?

 -No. Hay muchos momentos, hay momentos buenos y momentos malos, subes y bajas. Y siempre intentas mantener la ilusión de las primeras veces. Conservar esas ganas y esa magia es difícil, pero también lo más bonito de este oficio.