Manuel Blanco: «Piénsalo un poco más, dijo mi madre cuando supo que quería ser cura»

PALAS DE REI

ANGEL MANSO

El párroco de Pastoriza, Suevos y Meicende, de 48 años y nacido en Os Castros, iba para médico y abandonó su otra vocación por el sacerdocio, que lo ha llevado a dar la misa en la TVG

02 oct 2022 . Actualizado a las 23:14 h.

Iba para médico. Tras superar la selectividad con nota, consiguió la media necesaria para acceder a la carrera. Recibió la carta en la que le confirmaban el acceso. Había estudiado en el desaparecido colegio de las Carmelitas, en su barrio de Os Castros, y en los Maristas. «Recuerdo ir a las verbenas de Palas de Rei, de donde es la familia, y salir con los amigos por A Coruña. Íbamos a Pirámide y al Playa Club, pero no era muy de discotecas», recuerda Manuel Ángel Blanco Vázquez, desde hace menos de un año párroco de Santa María de Pastoriza, de San Martiño de Suevos, y de la iglesia de Meicende, que aunque no es parroquia hay misa los domingos. «Todavía llevo la L», apunta sonriente sobre su poco tiempo en este destino. Con todo preparado para iniciar su formación como médico, aquel joven decidió decirle a sus padres que había otra vocación que tiraba de él con más fuerza. «Siempre tienes incertidumbres, porque lo de Medicina también era vocacional, pero... Vi que lo del sacerdocio era lo mío», relata. Su padre le mostró todo su apoyo, y su madre, también, aunque al principio tuvo dudas. «Piénsalo un poco más, dijo mi madre cuando supo que quería ser cura», rememora este religioso de 48 años. Empieza octubre, un mes que hace años convertía Pastoriza en lugar de peregrinación para romeros de toda Galicia. «Ojalá el santuario vuelva a ser un faro de espiritualidad», avanza. 

«O cura da tele»

Hay gente que lo reconoce por la calle. «Me dicen: “O cura da tele”. Llevo desde el 2013 con la misa dominical de la TVG. La pandemia me dio mucha visibilidad porque todo el mundo estaba en casa. La emisión es desde la iglesia de San Fructuoso, detrás del Ayuntamiento de Santiago. Como sé que me dirijo a un público mayor, y en la mayoría de los casos enfermo, intento utilizar palabras frescas para alegrarles la vida. La tele me enseñó a hacer misas más breves. No puedes pasar de media hora», explica este coruñés que de pequeño admiraba la vida de los misioneros que le contaban en el colegio. Tras acabar los estudios y especializarse en comunicación, estuvo en el seminario menor, en Sigüeiro y en la zona de Ames y Negreira. «Al destinarme aquí puedo vivir con mis padres y estar a su disposición porque cada vez tienen más años y lo necesitan. Y disfruto de los caldos y sopas de mi madre. En Ames, donde vivía solo, los hacía yo, pero no salían tan ricos. Hay sacerdotes de menos edad, pero se puede decir que hasta los 50 formamos parte de los jóvenes», comenta mientras apura un descafeinado. Charlamos en La Granera de la plaza de Tabacos. Anda con algo de prisa porque tiene cita con una pareja que celebra el aniversario. «La Iglesia tiene mucho trabajo por delante, pero al mismo tiempo sus valores son imprescindibles para construir la sociedad que viene», analiza. 

La casa rectoral

En el bolsillo de la camisa lleva cuatro o cinco bolígrafos, algún papel y una libretita. «Escribo mucho. Casi todo lo que voy a hacer. Siempre predico con chuleta, es una buena manera de controlar el tiempo y el mensaje que se quiere enviar», asegura. Sigue la actualidad deportiva, no tiene Netflix, ve películas clásicas y los lunes por la mañana intenta tener libre para pasear y hacer algo que siempre le gustó, andar en bicicleta. Dice que los papeleos de la parroquia o la coordinación de las catequesis le absorben mucho tiempo, pero tiene muchas ilusiones puestas en Pastoriza. «Es la iglesia a la que mi madre me llevaba de pequeñito. Me gustaría poner en valor el patrimonio de la zona y convertir la casa rectoral en un centro de interpretación mariano o en un espacio para convivencias. Es un sueño», destaca Manuel, que también trabaja en el equipo de comunicación del arzobispado y colabora con la Cope. «La gente sigue teniendo mucho cariño a la Virgen y al santuario», sentencia.