«Somos un montón de mulleres movendo a terra, temos futuro e estamos preparadas»

Patricia Blanco
PATRICIA BLANCO CARBALLO / LA VOZ

PALAS DE REI

ALBERTO LOPEZ

ELLAS INNOVAN Y EMPRENDEN EN EL RURAL | Ana Corredoira, Marta Álvarez, Cristina Vázquez y Mariluz Rama son cuatro testimonios de un nuevo rumbo en el agro, un tiempo en el que ellas están dándole valor añadido, un plus

27 sep 2017 . Actualizado a las 13:34 h.

A sus 27 años, Ana Corredoira no se imagina haciendo ninguna otra cosa en ningún otro lugar. A Cernada, una aldea de Palas de Rei (Lugo), es la tierra que la vio crecer a ella y a sus padres. Solo la dejó para licenciarse en Biología en Santiago, pero ni siquiera ahí se desvinculó del territorio ni de la profesión: la ganadería, el agro, el rural. Ya entonces tenía en mente sumarse a la explotación familiar, y lo hizo en el 2012, con su hermano, graduado en Química y ahora doctorándose. No obstante, el 2014 lo marcó todo y les exigió más esfuerzo, entrega: perdieron a su padre, alma del proyecto que, en el 2000, había iniciado el matrimonio: el cambio a ecológico y un obradoiro (yogures...) que les abría una novedosa vía de futuro.

En ese punto de inflexión, Ana encontró en Marta Álvarez, responsable de Granxa Maruxa (Monterroso, Lugo, también ecológica), una amiga y una hermana, una de esas mujeres imaginativas, luchadoras y emprendedoras que están cambiando el agro. Juntas, y con el hermano y la madre de Ana, formaron una cooperativa, As Vacas da Ulloa: en esas están, con la idea de salir al mercado a finales de año.

«Hoxe as mulleres están sendo o activo máis dinámico do rural. Apostan pola diversificación, a modernización, a singularización. Mulleres novas, formadas. O rural ten futuro, e o futuro está aí, nas mans das mulleres», dice Rosa Arcos, presidenta de la Federación de Asociacións de Mulleres Rurais en Galicia (Fademur). Sobre todo, apunta, si se crean condiciones para que sus proyectos se asienten, si hay respaldo de las Administraciones.

La Consellería de Medio Rural atestigua un cambio de actitud en el agro gallego: según sus cifras, el 54 % de las personas que emprenden en él son mujeres, porcentaje que casi duplica a las emprendedoras en el mundo urbano (30 %). Hoy, ellas están más formadas y capacitadas. «A historia de moitas granxas é historia porque as mulleres están detrás pelexando», afirma Ana. No solo gestionan una explotación, sino que «manteñen en pé unha vivenda, e unha granxa é unha extensión dunha vivenda, dunha familia rural». Un trabajo invisible y sin trascendencia que, valora, supone una carga de horas que les impide estar presentes en los centros de decisiones, donde se expone la realidad del sector. La presencia femenina en cursos y charlas es simbólica, y cree que cambiar esto es una tarea seria. Va lenta. Se pregunta a dónde van todos los años de trabajo de aquellas mujeres que tienen 40 o 50 y que solo tienen 10 cotizados: «É a historia que se borra cando se traslada a cifras».

Según Medio Rural, a día de hoy hay en Galicia 61.629 mujeres titulares de explotaciones agroganaderas: representarían el 43 % del total y la tendencia es que vayan a más. Sin embargo, para Rosa Arcos esas son cifras «imposibles». A su juicio, distorsionan una realidad con muchas aristas en un territorio «con problemas gravísimos»: envejecimiento, falta de relevo, declive demográfico, falta de servicios...

El sector lácteo

Ana recuerda a sus padres siempre preocupados: el sector lácteo lleva decenios en crisis. Aun así, jamás les escuchó arrepentirse del camino tomado. Tampoco ella lo hace: «Se para min isto segue merecendo a pena, levantarme ás sete da mañá e deitarme ás doce da noite, sen parar, entón é que estou onde teño que estar». La joven no se cuestiona si el rural tiene futuro; lo que se pregunta es si hay futuro sin rural: «Non». Asegura que Galicia tiene un medio rico y con posibilidades, «só hai que darlle unha voltiña». Sobre todo, ve preciso apoyo, que la Administración se implique, corrija carencias. Las 7 vacas con las que empezaron sus padres en el 87 son ahora una cabaña de 110: 55 en ordeño. Gestionar todo eso requiere «coñecementos amplos» y la formación nunca acaba: «Cando estudei e volvín para aquí a xente interpretaba que non conseguira traballo, e que tiña como segundo prato muxir vacas». Es un esquema mental a cambiar. Han sido años de emociones y sacrificio, pero prima «a felicidade de facer algo que elixín, algo que desexaba e onde desexaba. Necesito o espazo no que estou».

Marta Álvarez (46 años) estudió empresariales. Su padre tenía arrendada una granja en Monterroso y un día del 2000 se le escaparon las vacas. Fueron a parar a la casa que tenían a un kilómetro: «Leveinas de volta á granxa, pareceume fácil e pensei que podía converterme en empresaria do leite. Así, directamente», ríe. El contrato finalizaba y, sí, ella se hizo cargo: «A ignorancia de non saber o traballo e o complicado que é a gandería: necesítanse coñecementos de meteoroloxía, veterinaria, administración, agricultura...». Su vinculación con el agro no había sido la de Ana, así que le tocó aprender todo: ordeñar, andar en el tractor... Empezaba a despegar cuando, en el 2002, llegó el primer revés: «Matáronme todas as vacas por un brote de tuberculose que ao final deu negativo». Se repuso. Compró otras y, en el 2007, optó por el mundo ecológico: «Se traballas a terra, queres coidar dela». Tres años más tarde llegaron las Maruxas, galletas de nata producidas con la leche de sus vacas (tiene 40) y que, junto con una socia, le reportaron premios y visibilidad. Ahora, las maruxas ya no son un proyecto de Marta, pero se ha vuelto a levantar. Con las tres chicas de Milhulloa y su hermana ha lanzado Muuhlloa, cosmética gallega con base en leche y plantas. Y con Ana tiene en marcha As Vacas da Ulloa, «proxecto ilusionantísimo» en el que, en una planta de ventanales y hermosas vistas en A Cernada, unirán el fruto de su trabajo: «Queremos recuperar o leite de antes, o de verdade, cremos nisto. Queremos facelo todo aquí, no rural, non levalo a un polígono». Habrá yogures, postres lácteos, mantequilla... Ha llorado mucho y nada fue fácil, pero dice que las mujeres tienen «resiliencia». En su entorno conoce muchas con proyectos innovadores: «Somos un montón de mulleres que estamos movendo a terra. Xente preparada, que estudamos, que queremos este retorno. Temos futuro, estamos preparadas». Una «revolución».

«Era renovarse ou parar», comenta Cristina Vázquez (1970) desde Verduras Chelín, una sociedad civil de cuñados y hermanos que iniciaron en el 2004 en Rañobre (Arteixo). Venían de otras áreas, pero en sus casas «sempre houbo disto». Ella es, además, la presidenta de la Asociación de Profesionais Horta do Noroeste, creada hace casi tres años, y en cuya directiva hay más mujeres. En Verduras Chelín tratan de ir al «mínimo residuo», a la última tecnología, a la innovación, a una forma distinta de entender la agricultura. El 100 % de su producción se lo lleva Gadisa. Como Ana y Marta, incide en que, al contrario de lo que se piensa, el agro requiere conocimientos, «como calquera empresa». Lamenta que no sea valorado, ni por la sociedad ni tanto como debería por las Administraciones. «O agro ten futuro, tes que ter os pés na terra», sopesa.

Desde Vilartrigueiro, en Coristanco, afirma Mariluz Rama que, ella, «nunca xamais» imaginó dedicarse a la apicultura. Limpió, trabajó en hostelería, emigró... y las abejas no entraban inicialmente en sus planes. Su marido trabaja en la construcción y todavía había pesetas cuando compró la primera colmena. Era el hobby de él y ella colaboraba. Aunque ya desde antes estaba «de alta en Agraria», hace dos años, animada también por su hijo, decidió dar el paso y hacerse con el etiquetado A raíña das abellas: «Vin que era unha opción máis». Ella es la titular y tiene 40 colmenas cuya producción venden en la comarca, Carballo, A Coruña... Esto le obliga a dedicar menos tiempo al autoconsumo que siempre tuvo, esa lechuga, huevos o patatas. Gestiona un tiempo que la hace feliz, pero ve muchos «atrancos» para el pequeño productor.

Ana, Marta, Cristina y Mariluz son de esas mujeres que han decidido echarse la tierra a la espalda y luchar por ella. Era Galiza/ un país en paxes / na cabeza das mulleres, escribió el poeta y percebeiro Paco Souto. Era y es.