Todos buscan a Oliva pero sin éxito

Tania Taboada

MEIRA

Óscar Cela / Daniel R. Portela

Fue vista por última vez el lunes por la tarde; el martes, cuando el cartero y la asistencia fueron a su casa, no estaba

19 ene 2017 . Actualizado a las 12:18 h.

Alrededor de su casa; monte arriba y monte abajo; prado arriba y prado abajo; pistas, alpendres y demás lugares próximos a la vivienda... Por tierra y desde ayer por la tarde también por aire. Guardia Civil, Protección Civil, familiares, más de cincuenta vecinos... todos unidos con un único objetivo: encontrar a Oliva López Tella, la mujer de 85 años y residente en el lugar de Murias, parroquia de Seixosmil, en Meira y de la que nada se sabe desde la tarde del lunes. Al dispositivo de búsqueda se unió desde ayer por la mañana Bado, un pastor alemán, especialista en grandes áreas y perteneciente al equipo cinológico de la Guardia Civil de Ourense. El perro, que tiene años, llegó a casa de la octogenaria sobre las 9.30 horas y con un guía canino rastreó en un radio entre 500 metros y un kilómetro alrededor de la vivienda de la desaparecida. Por la tarde, el rastreo se intensificó por aire, con la incorporación de un helicóptero de la Guardia Civil, pero no hubo éxito.

Personal del dispositivo de búsqueda indicó que el rastro es difícil porque a medida que pasan los días todo resulta más difícil. Los familiares esperan algún resultado aunque con el avance del tiempo van perdiendo la esperanza de encontrarla con vida. «A cousa está escura de momento. Veu o can da Garda Civil e o helicóptero pero non atopan rastro. Isto non pinta ben», indicaron varios familiares, quien reconocieron que en los últimos meses había perdido algo de memoria pero todavía acudía al pueblo en taxi o con vecinos para hacer la compra o ir al médico.

Voz de alarma

El último en ver a Oliva fue su vecino Benito, quién indicó que había estado hablando con ella el lunes por la tarde. La voz de alarma la dio José Luis, el cartero, y después la asistenta social. El primero, se personó el martes sobre las once en su domicilio para entregarle una carta certificada. «Había unha luz acesa. Chamei por ela varias veces pero non respondeu. Como era unha carta certificada, chamei a súa sobriña», indicó José Luis. Tras el cartero, llegó la asistenta social, que iba todos los días dos horas a atenderla, también se encontró sin Oliva.