Alvaröff, el artista lucense que crea lámparas con cualquier objeto: «Tengo clientes en Ámsterdam, Lisboa y Barcelona»

LUGO CIUDAD

Su última obra es una máquina de coser Singer que venderá a más de 500 euros, después de llevar semanas trabajando en ella
25 feb 2025 . Actualizado a las 12:39 h.El frescor del ambiente es lo primero que llama la atención al entrar en Alvaröff, una tienda vintage situada en San Roque, 49, pero esa sensación se ve sustituida por la curiosidad en apenas un instante. En las paredes, mesas y estanterías, objetos a los que el dueño de la tienda ha dado una nueva vida vigilan a los clientes. Enseguida el sonido de las herramientas dirige los pasos de los visitantes del local hacia el fondo del mismo, donde el propietario de la tienda trabaja en sus creaciones.
Esta vez Alvaröff, el nombre artístico del dueño de la tienda con el que insiste en ser identificado, trabaja en una antigua máquina de coser de la marca Singer. Trata de convertirla en una original lámpara que haga las delicias de los amantes de los objetos vintage. «Desmontarla me ha costado muchísimo, porque antes los materiales eran mejores, más resistentes», explica el artesano.
En el caso de esta pieza, podría llegar a costar más de 500 euros una vez esté convertida en lámpara. El resto de objetos reconvertidos en lámparas oscilan entre los 60 y los 1.000 euros, dependiendo de las horas de dedicación del artista. «A cada pieza le dedico un tiempo diferente. Con la máquina de coser ya llevo 40 horas y en cambio hay otras que en 3 horas ya están listas para vender», cuenta.
Alvaröff también trabaja por encargo, con objetos que trae la gente para que los convierta en lámparas «exclusivas y únicas». «No hay ninguna pieza igual que otra, porque hacer siempre lo mismo me aburre. Al empezar vendí 10 teléfonos convertidos en lámpara y desde entonces no he hecho ninguno», señala el artista.
Una de las partes más complicadas de su trabajo es escoger las bombillas con las que corona sus obras. «Cada pieza tiene una bombilla específica, porque no todas les quedan bien. Seleccionarla lleva su tiempo, tengo que pensarlo mucho», explica. Pone como ejemplo una pieza hecha con un pistón de coche o una obra en colaboración con el artista lucense Kiko Work. «Él pintó el maniquí y yo lo situé sobre una mesa, le puse bombillas y cableado, un sombrero llamativo… La idea es mezclar diferentes conceptos pero mantener siempre una estética retro», cuenta.

«Lugo todavía es demasiado tradicional»
A pesar de saber que «el arte no es fácil», Alvaröff mantiene la ilusión del primer día y confía en seguir vendiendo las creaciones que salen de su desbocada imaginación. «No conozco a nadie más que haga lo que hago yo, pero en realidad mi público no está aquí en Lugo», lamenta. Señala que aprendió a trabajar en estas creaciones gracias a sus viajes por todo el mundo, en los que descubrió este tipo de tienda que ha replicado en Lugo.
«Tiendas como la mía se encuentran fácilmente en Lisboa, Ámsterdam, Berlín o Barcelona, pero aquí es menos común. Lugo es muy tradicional todavía y aunque quería traer las cosas interesantes que he visto por el mundo a mi ciudad resulta muy difícil llegar al público», apunta. Por eso mayoritariamente vende sus obras por Internet a clientes que viven en estas grandes ciudades que menciona.
Además de las lámparas, en esta tienda también se venden equipos de música de los 60, 70 y 80. «Los clientes que los buscan sí que vienen a tiro fijo, porque no hay mucha gente en Lugo que venda este tipo de electrónica», explica. Sin embargo, la mayoría de la gente entra a la tienda sin saber qué se vende. «El otro día me preguntaron si vendía crucifijos y si trabajaba lápidas. Semanas antes entraron buscando abridores de botellas. No tienen muy claro lo que es esto», se ríe.
«Vi la luz y empecé a trabajar en mis creaciones»
Alvaröff no siempre se ha dedicado a hacer este tipo de obras de arte. Su trayectoria profesional está ligada a la música. «Hace treinta años que soy DJ y productor musical, pero lo he combinado con otros proyectos», explica. Precisamente de uno de estos proyectos, una tienda de segunda mano que tuvo que cerrar, ha terminado naciendo este establecimiento.
«Cuando cerré la tienda metí todos los productos en cajas y las guardé en la carpintería de mi padre. Después de dos años abandonadas allí, decidí colocar los objetos en estanterías para hacer inventario y me vino la idea de trabajarlos para darles una segunda vida», cuenta el artista. A partir de entonces, cada vez que quería despejar la cabeza iba a la carpintería y trabajaba en las piezas.

«Vi la luz literalmente. Pensé que si esas piezas no se vendían así, quizá de otra forma sí que interesarían. La primera lámpara que hice fue con una plancha de hierro», explica. Se dio cuenta de que haciendo un agujero en los objetos y pasando cables podía poner bombillas en casi todas las piezas, creando algo único y original.
«Con esta idea monté la tienda hace ya cuatro años y como tenía dos pisos más disponibles fui contactando con artistas de otras disciplinas para que se unieran al espacio creativo», continúa. De este modo, ahora en el edificio cuya planta baja ocupa Alvaröff trabajan también una fotógrafa, una costurera y un matrimonio venezolano con una tienda de ropa. «El espacio es de todos y está destinado a venir a pasar un buen rato, a curiosear y a preguntar», añade.
Con este objetivo, dos veces al mes se organizan eventos en los que se reúnen artesanos de distintas disciplinas para exponer sus productos. «Traemos un chef, ponemos bebidas y mezclamos el arte con la música para disfrutar de un ambiente creativo. Repetiremos pronto, porque al último evento acudieron 130 personas», concluye.