Bomberos de Lugo en Valencia: «Asombrounos a magnitude da catástrofe, isto é o tamaño de cinco Lugos»
LUGO CIUDAD
Diez efectivos del parque municipal participan en las tareas de limpieza y reconstrucción en Alfafar. «O máis duro é ver a tristura da xente», cuentan
09 nov 2024 . Actualizado a las 20:01 h.En Alfafar, en Valencia, la dana no tuvo piedad. Arrasó, anegó y destrozó. Y en medio de ese caos es en el que diez bomberos de Lugo trabajan de sol a sol intentando ayudar al pueblo para llegar a una normalidad que puede tardar meses en llegar.
Cuando el pasado sábado, tras una reunión de coordinación de toda Galicia, el responsable de los Bombeiros de Lugo, Óscar Freire, preguntó por el grupo de guasap si alguno de sus hombres estaría dispuesto a ir a arrimar el hombro a Valencia, rápidamente se sucedieron los voluntarios. El lunes, diez de ellos pusieron rumbo a Levante y hasta el próximo domingo estarán trabajando sin descanso en el llamado sector tres.
Bregados en todo tipo de emergencias, iban preparados para encontrarse una ruina. «Pero o que nos atopamos foi aínda peor», cuentan. «Chama a atención a destrucción que te atopas. Moreas de coches apilados, centros comerciais destruidos. A curto prazo ves que non é posible que todo iso recupere a normalidade».
Pero quizás la imagen que más les sorprendió fue la magnitud de la catástrofe. «Xa non é que che sorprenda a gravidade do que te atopas, senón as dimensións. Isto é do tamaño de cinco Lugos».
Pero de idéntico tamaño es la solidaridad que se están encontrando en cada rincón de Alfafar, donde los coches agolpados y los enseres que se barrieron de los hogares se acumulan por doquier en las calles. «Aquí hai moitas rúas colapsadas de vehículos e de moitos enseres, o prioritario é dar acceso para que os servizos de emerxencia e a maquinaria pesada poidan empezar a abrir o paso», explican.
Ese está siendo precisamente la tarea que están haciendo los bomberos Pablo Yanes, Enrique Trashorras, Marcos Valiña, Iago Crende, Paulo Grandío, Juan Coto, Rubén Calvo, Gonzalo Castro, Rubén Vázquez y Gutier Castro. Arrancan el día en cuanto sale el sol y hasta el ocaso trabajan sin descanso. «Temos a sensación de que só aportamos un grao de area nunha praia, e iso a pesar de ver todo o que avanzamos cada día, pero é que o traballo que queda é inmenos. Onte achicamos un garaxe, revisámolo todo e cando rematamos vimos que aínda quedaba unha enorme manta de lodo».
El trabajo duro, aunque agota, no está pasando factura a los bomberos lucenses, que sin embargo reconocen que hay algo que les está tocando, «a pesar de que temos posta a coraza para traballar e avanzar é moi duro ver a tristura da xente. É o que máis che doe». En Alfafar, un pueblo dormitorio, los bajos de los edificios están repletos de viviendas en las que el agua y el fango llegaron hasta el techo. «Esta xente perdeuno absolutamente todo. Nós marcharemos para as nosas casas, pero eles seguirán aquí, sen ter nada», se lamentan.
Y en medio de ese torbellino de destrucción, el rayo de esperanza. «É inmensa a solidariedade que se ve aquí. Tráennos comida quente, están pendentes de nós, mesmo nos taren material».
Los diez bomberos lucenses estarán de nuevo el lunes en sus casas, donde dejaron a familias, algunas con niños muy pequeños, también preocupadas. Pero es su forma de entender el trabajo y su vida. De hecho, muchos compañeros que no pudieron ir a Valencia, ya que no podía dejarse sin la atención adecuada el parque de Lugo, se han ofrecido voluntarios por si hay una segunda tanda de trabajo en el Levante. Tanto los que se marcharon a la zona cero de la catástrofe como los que se quedaron reforzando turnos en la ciudad amurallada para cubrir el servicio convierten en real la palabra solidaridad.