Los padres del bebé de Lugo que sufrió ceguera y daños cerebrales: «Puede que lo meneásemos un poco al cogerlo»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

Los padres del bebé que sufrió daños cerebrales y ceguera, en el banquillo de la Audiencia Provincial de Lugo, acusados de un delito de lesiones y otro de maltrato habitual.
Los padres del bebé que sufrió daños cerebrales y ceguera, en el banquillo de la Audiencia Provincial de Lugo, acusados de un delito de lesiones y otro de maltrato habitual. A. SISO

La Fiscalía pide 14 años de cárcel para los acusados por lesiones y maltrato. Las enfermeras afirmaron en el juicio que los padres tardaron horas en llevar a urgencias al pequeño a pesar de que estaba convulsionando

18 oct 2022 . Actualizado a las 17:26 h.

«Jamás le hicimos daño a nuestro hijo. Puede que alguna vez lo sacásemos un poco fuerte de la cuna y lo meneásemos un poco al mecerlo, pero nunca lo golpeamos». De esta manera explicó M. A. S. V. cómo pudieron haber ocasionado unos daños cerebrales irreversibles y una ceguera en un ojo a su hijo pequeño, a quien la Fiscalía y la acusación particular ven como víctima de un delito de maltrato y lesiones por parte de sus progenitores. P. L. F., la madre, se excusó de manera similar, alegando que los moratones y erosiones que presentaba el pequeño podrían deberse a que «pudo caerse en la bañera o chocarse contra el borde de la cuna».

Los procesados, para quienes la Fiscalía pide 14 años de cárcel, negaron este martes en la primera sesión del juicio haber maltratado a su único hijo, un bebé de solamente dos meses de edad. Los hechos tuvieron lugar en la ciudad de Lugo, en el verano del año 2019.

El escrito del Ministerio Fiscal relata que, desde su nacimiento, el pequeño fue agredido por sus padres en reiteradas ocasiones, «golpeándolo y zarandeándolo cuando se ponía a llorar». Sostiene que los progenitores no atendían debidamente las necesidades del menor, no lo mantuvieron en condiciones higiénicas ni sanitarias saludables, y ni siquiera lo llevaron a las revisiones pediátricas correspondientes. En ese sentido, la Fiscalía remarca que las condiciones higiénicas de la vivienda eran «deplorables», con la basura acumulada en las habitaciones.

Debido a unas lesiones que la fiscal señala como causadas por los padres, el pequeño sufrió un daño cerebral irreversible, además de la pérdida de visión total en un ojo. Tras pasar aquel día por el centro de salud, la uci del HULA y el hospital madrileño de La Paz, el bebé fue intervenido en diversas ocasiones hasta que los médicos concluyeron que presentaba daños neurológicos que no eran tratables. El escrito es contundente y sostiene que «casi con toda seguridad requerirá de cuidados por terceras personas en mayor o menor medida durante el resto de su vida».

El 16 de agosto de ese año, los padres fueron detenidos tras llevar al niño al médico debido a la extrema urgencia de su estado de salud, ya que estaba convulsionando, no reaccionaba y tenía heridas por todo el cuerpo. Tras un registro en su vivienda, ubicada en la calle Hermanos Carro de Lugo, las autoridades encontraron una gran acumulación de muebles, basura y desechos. Posteriormente, fueron puestos en libertad con cargos hasta este martes, cuando se celebró la primera jornada del juicio.

«Jamás toqué a mi hijo»

«No éramos conscientes de cómo estaba la casa. Vivíamos fuera de la realidad, en una burbuja», afirmó ante el tribunal el padre del bebé, que justificó su modo de vida en la falta de ingresos que tenían él y la madre del pequeño. De hecho, estuvieron viviendo en casa de una amiga durante el último tramo del embarazo y las primeras semanas de vida de su hijo. 

Los primeros días con el niño fueron muy complicados, según su testimonio, ya que «éramos primerizos y no sabíamos muy bien qué hacer». Afirmó que estaban «muy nerviosos y nos estresaba que el niño llorase». Dijo el acusado que mecían y meneaban al niño para que dejase de hacerlo, y que, en alguna ocasión, «puede que lo sacásemos algo fuerte de la cuna al cogerlo».

La madre, también acusada, siguió la misma línea, negando tajantemente haber agredido nunca al pequeño y justificando sus heridas en accidentes como «algún golpe en la bañera o contra el borde de la cuna». La mujer alegó que ella y su marido vivían apartados del mundo real: «Ahora lo recuerdo y me da pena, pero entonces teníamos normalizado vivir así».

«Jamás toqué a mi hijo. Antes preferiría que me pasase eso a mí», dijo ante el tribunal, al mismo tiempo que afirmaba no explicarse cómo su hijo pudo llegar a urgencias con esas gravísimas lesiones neurológicas y físicas (moratones, erosiones, un ojo totalmente inutilizado...).

La amiga, con la que vivieron durante las últimas semanas de embarazo y las primeras tras el parto, relató su experiencia en calidad de testigo este martes en la Audiencia Provincial de Lugo

«Yo me ofrecí a darles un techo, comida, ropa y demás porque sabía que estaban mal de dinero. Yo a la madre la conocí hace años porque le dio clases particulares a mi prima y nos hicimos allegadas. Yo tenía la experiencia de ser madre, así que traté de ayudarles en lo que pude», explicó ante los magistrados. 

La testigo, durante su turno, recordó varias negligencias que recordaba que cometían los padres. «Se ponían muy nerviosos con el niño, sobre todo ella. Insultaban al bebé porque no dejaba de llorar. Lo llamaban "gilipollas". Yo les decía que parasen, que era un recién nacido, pero no me escuchaban. No eran capaces de cambiarlo, de cogerlo bien o de bañarlo. Lo hice yo todo las primeras semanas», contó. Ella lo dejó claro: «No estaban listos para ejercer de padres».

«Insultaban al bebé porque no dejaba de llorar. Lo llamaban "gilipollas". Yo les decía que parasen, que era un recién nacido, pero no me escuchaban»

Se gastó el poco dinero que tenían en emborracharse

Cuando el niño estaba a punto de cumplir dos meses, sus padres y él abandonaron la vivienda y regresaron a su casa. «Cuando les llegó el dinero de la ayuda de maternidad, el padre se bajó al bar y se lo gastó el alcohol ese mismo día. La mujer fue con él y con el bebé, pero no era capaz de hacerlo volver a casa. Ella vino a pedirme ayuda y yo le dije que fuese ella sola, que yo me quedaba con el niño. Los padres volvieron ya de noche y él estaba muy borracho. Mi marido y yo discutimos con ellos y se marcharon con el niño», explicó la mujer. «Estuve semanas sin verlos, salvo a ella un día en la calle, que iba con el niño con el pañal sin cambiar en el carrito. Pero nunca me imaginé que era algo tan grave», concluyó.

Los testimonios más contundentes de la primera jornada del juicio en términos técnicos fueron los de las pediatras que atendieron al recién nacido durante las revisiones y el día que detuvieron a sus padres. Una de ellas, la facultativa encargada del pequeño en el Sergas, afirmó que la madre faltó un día a una revisión alegando que era domingo, «algo imposible, porque no damos citas los domingos». Ante el tribunal, relató que siempre vio al pequeño «con mal olor y una importante falta de higiene». Según su versión, la madre «presentaba un relato incongruente. No sabía muchas cosas del cuidado del niño, parecía desinteresada». 

Convulsionando durante horas en casa

Finalmente, llegó el día de los hechos. El 16 de agosto, el bebé fue llevado al centro de salud de la Praza de Ferrol con una sintomatología muy grave. No reaccionaba a los estímulos, tenía los ojos en blanco, moratones, heridas en un ojo y rigidez general. Tras unos minutos en el ambulatorio, empezó a convulsionar. Fue trasladado al HULA y, urgentemente, al Hospital de La Paz de Madrid. «Estaba en un malísimo estado en términos generales. Por eso lo derivé lo antes posible, porque allí no podíamos tratar algo tan serio», explicó la enfermera que estaba de guardia ese día.

Al igual que el resto de facultativas que comparecieron en el juicio, afirmó ante el tribunal que ese tipo de lesiones cerebrales y físicas no se las pudo producir el propio bebé, sino que necesitan un agente externo. Ella señaló al Síndrome del Bebé Zarandeado, una patología que sufren los recién nacidos a quienes sus cuidadores agitan demasiado o tratan a golpes y a, precisamente, zarandeos. «El zarandeo es maltrato, y los síntomas nos hacían pensar en un caso de este tipo», dijo. Estos movimientos dañan el sistema nervioso del bebé y pueden llegar a producir episodios de convulsiones. En el caso de este pequeño, esta reacción se habría producido durante horas. Según los padres, el bebé estuvo llorando y quejándose desde el día anterior a las ocho de la tarde. No acudieron a urgencias hasta las doce de la mañana del día siguiente. Estuvo durante toda la noche lamentándose hasta que dejó de responder. Y empezaron las convulsiones. «Podrían y deberían haberlo traído mucho antes», concluyó una de las pediatras.