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Operación Pokémon: Así termina la macrocausa judicial que dejó a Lugo sin ORA durante siete años

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

De izquierda a derecha: José María Tutor, gerente de Vendex; Javier Reguera, delegado de Vendex en Galicia, y Francisco Fernández Liñares, exconcejal del PSOE en Lugo
De izquierda a derecha: José María Tutor, gerente de Vendex; Javier Reguera, delegado de Vendex en Galicia, y Francisco Fernández Liñares, exconcejal del PSOE en Lugo LA VOZ

La Fiscalía comparó la relación entre la empresa Vendex y el concejal Fernández Liñares con la «una organización criminal». La compañía se hizo con más de 13 millones de euros de forma ilícita al amañar un contrato público a cambio de sobornos

24 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Solamente hay dos ciudades en toda Galicia que no cuentan con Zona Azul, el servicio de Ordenanza Reguladora de Aparcamiento (ORA). La primera es Pontevedra, cuyo gobierno local lleva décadas expulsando al tráfico del centro de la urbe, lo que hace que no sea necesaria una ORA allí. La segunda es Lugo. Lo es desde el año 2015, pero por un motivo totalmente distinto. 

El día 20 de septiembre del año 2012, una bomba hizo temblar los cimientos de la política gallega. La jueza murciana Pilar de Lara, titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Lugo y que ya era conocida por comandar la Operación Carioca, ordenó arrestar a varios políticos de primer nivel de Galicia. Entre ellos estaban los alcaldes de Ourense y Boqueixón o el presidente de la Confederación Hidrográfica Miño-Sil y exconcejal socialista de Lugo, Francisco Fernández Liñares. Este nombre es uno de los pocos que se ha mantenido en la causa desde su nacimiento hasta su final.

Aquel día, comenzó una operación judicial y policial de dimensiones inauditas en la historia de Galicia. Cientos de miles de folios, escuchas telefónicas, detenciones, interrogatorios... Y archivos. La Operación Pokémon, que nació como la némesis de la corrupción en la comunidad gallega, va muriendo poco a poco, más de una década después del inicio de las investigaciones, con muchos más archivos y exculpados que condenas en firme.

Todo empezó con las escuchas telefónicas de Pilar de Lara durante la instrucción de la Operación Carioca. Esas diligencias la llevaron hasta uno de los representantes de una empresa llamada Grupo Vendex, dedicada a la gestión y al mantenimiento de servicios. 

Durante años, esta compañía se benefició de contratos públicos en A Coruña, Ourense, Santiago y, por supuesto, Lugo. En la ciudad amurallada, se hicieron en junio del año 2009 con la adjudicación del servicio de la ORA. Aquella concesión desató un vendaval cuyos efectos todavía sufren los vecinos de Lugo en la actualidad.

Trece años después de las primeras investigaciones que llevaron a Pilar de Lara a sospechar que podía haber irregularidades en esta concesión, solamente tres personas han acabado condenadas. Se tratan de José María Tutor, delegado del Grupo Vendex en Galicia, Javier Reguera, representante de la empresa en Lugo y Francisco Fernández Liñares, exconcejal de urbanismo durante la alcaldía de Xosé López Orozco. 

Toda la trama giró en torno a cómo operaron los responsables de la empresa para, a través de sobornos, conseguir adjudicaciones como esta. La de Lugo, precisamente, dejó un reguero de interrogatorios, por ejemplo, entre empleados del Concello. También se registraron las oficina es de instituciones públicas o las casas de Fernández Liñares, donde los agentes de Vigilancia Aduanera encontraron una cantidad ingente de documentos, desde facturas de comidas hasta jamones que le regalaban empresarios.

De hecho, todavía quedan por juzgar tres causas judiciales en las que se investiga a representantes de Vendex. Se tratan de tres procesos de los 33 en los que el juzgado separó la macrocausa de la Operación Pokémon. Una pertenece al juzgado de A Coruña, otra al de Ourense y la última al municipio catalán de Barberá del Vallés. 

Y es que esta empresa fue la principal responsable, junto con el concejal Liñares, de que la ciudad de Lugo continúe hoy en día sin servicio de ORA. No fue hasta hace apenas cuatro meses cuando el Concello decidió retirar las cajas de los parquímetros de la ciudad, que llevaban siete años sin uso. La alcaldesa, Lara Méndez, ordenó su retirada para evitar la confusión que producía en los visitantes, que no sabían que estaban fuera de servicio. 

Ahora, con la causa judicial central de la Pokémon finalizada, todavía queda por saber si existe una intención real por parte de la alcaldía de Lugo de reinstaurar un servicio de regulación del aparcamiento en el municipio de nuevo. Para ello, debería convocarse un concurso desde cero, como en el año 2008. Desde el Concello jamás han hecho declaraciones a este respecto. 

Los protagonistas: un «pésimo delincuente», «el de los mejillones», y «el pillo»

Francisco Fernández Liñares, Javier Reguera y José María Tutor han sido los protagonistas indiscutibles de este proceso ya desde su inicio. El exconcejal fue detenido el mismo día de la explosión de la Pokémon, y los responsables de Vendex en Lugo y Galicia estuvieron en el punto de mira de la jueza casi desde el origen de las investigaciones. 

El político socialista ha estado implicado en varios escándalos de corrupción durante los últimos años. De hecho, está condenado (a la espera de la resolución de un recurso en el Supremo) por sus actividades irregulares al frente de la Hidrográfica. Para la jueza, el concejal era, literalmente, «un pésimo delincuente». Esta frase trascendió tras un interrogatorio que de Lara le hizo a Reguera, en el que la magistrada reflexionó en voz alta, confesando que Liñares era, para ellos, «un libro abierto»: «Y Liñares, por otra parte, es que es un libro abierto. Es un pésimo delincuente. Porque aparte de guardarlo todo en su casa... Si lo hubiéramos sabido no estaríamos interviniendo meses y meses los teléfonos. Hubiéramos ido directamente a casa de Liñares y no nos hubiera hecho falta nada más».

Javier Reguera, en su caso, era «el de los mejillones». Era, también, alguien hecho a sí mismo, según las investigaciones. Las informaciones que llegaban a la jueza apuntaban a que un hombre que había comenzado aparcando coches en los campos de las fiestas y colocando los cepos a los mal aparcados en las calles de Lugo podría tener un gran patrimonio inmobiliario. Además, varios testigos incluso apuntaron a que le gustaban los regalos. Incluso le valían sacos de mejillones, lo que derivó en este mote.

A Tutor no hizo falta ponerle un apodo. Lo hizo él mismo. Era, a todas luces, «el pillo». En una de las escuchas que Pilar de Lara grabó de Tutor y Reguera, el primero le comentó al segundo, entre risas: «¡Qué pillos fuimos!». Esta confesión fue una referencia a las funciones que, poco a poco, habían ido consiguiendo para su empresa, encargada de gestionar la ORA.