Con respecto a la acusación de agresión sexual, el procesado rechazó también la versión de la joven y de la Fiscalía. En su lugar, confesó que «no me gusta mucho mantener relaciones sexuales, en general», y explicó que solo se acostó con la presunta víctima en una ocasión durante todo lo que duró su relación.
«No soy un animal, no soy un animal», repitió el acusado, insistiendo en que «jamás le haría algo así a mi mujer».
«Escapé la única vez que se dejó la puerta abierta solo con mi pijama y mis papeles»
Con únicamente un biombo que la separase de su supuesto violador, la joven de 23 años se sentó frente al tribunal de la Audiencia de Lugo. Con solo un hilo de voz y la ayuda de un intérprete, ya que testificó en árabe, contó su versión. «Al principio, solamente salía a la calle acompañado por él y por su familia, pero luego me lo prohibió. Incluso dejó de permitir que viniesen visitas a nuestro piso». Así comenzó su turno de palabra la presunta víctima, que ahora tiene 23 años, y que llegó a España en el año 2019 tras contraer matrimonio con el presunto agresor dos años antes.
«Su familia me empezó a hablar de él cuando cumplí los 18. Me lo pintaron muy bien, diciendo que vivía en España y que tenía trabajo, pero yo no lo conocí hasta que nos casamos. Sabía la diferencia de edad que había, pero nunca me dijeron que me tendría que ir a España a vivir con él», admitió la denunciante.
En su caso, tuvo que esperar dos años para obtener los documentos necesarios para salir de Marruecos, momento en el que habría empezado su pesadilla. Aun así, confesó que su permiso no era necesario para que se llevase a cabo la unión: «Si su familia quería que nos casásemos, poco importaba lo que yo dijese».
«Me decía que me quitaría los papeles si salía de casa sin su permiso o si hablaba con los vecinos. Me pegó cuando le dije que tenía que buscarse un nuevo trabajo para tener dinero y poder comer», explicó entre sollozos la joven, insistiendo en que vivía encerrada en su piso. «Estuve un mes entero sin salir ni una sola vez», terminó.
Durante unos días, además, ella enfermó, pero él se negó a llevarla al hospital. Según su versión, además, solamente le recargó el saldo de su teléfono móvil en una ocasión. Por ese motivo, no podía hacer llamadas, y solamente tenía wifi cuando acudía a un negocio cercano, algo que casi nunca ocurría. Estaba prácticamente incomunicada con el exterior.
«Yo tenía 18 años y él 43 cuando nos casaron. No lo conocí hasta poco antes de la boda»
Fue una noche de primavera cuando la joven decidió que no podía más. Era la una de la madrugada cuando, según ella explicó y como sostiene la Fiscalía, «M. C. la agarró de un brazo, la tiró contra la cama de su dormitorio, la desnudó y la forzó a mantener relaciones con él». Fue la primera y la última vez que se acostaron, según dijo la propia chica, pero resultó tan traumática para ella que tomó la decisión de huir.
Mientras relataba este turbulento evento, la abogada de la defensa, la letrada Elena López, le preguntó qué ropa llevaba puesta en el momento en el que, presuntamente, fue violada por su pareja, 25 años mayor que ella. Insistió, además, en hacerle cuestiones como si la escucharon gritar los vecinos o si se resistió a la presunta violación. La joven afirmó que sí gritó, pero que paró casi al momento porque le tenía «miedo» a su marido.
«Aproveché el único día que dejó la puerta sin cerrar con llave para escapar. Me fui en pijama, en sandalias y con los papeles del matrimonio en una bolsa», relató la joven. Se fue a la estación de autobuses, desde donde llamó a la única conocida que tenía en Lugo. Se trataba de otra joven, amiga de la vecina de acusado y presunta víctima, que la acogió en su domicilio tras haber huido.
«No quería salir de mi casa porque tenía miedo de encontrárselo por la calle. Estaba traumatizada. Me decía que no la dejaba salir de casa y que la forzó a tener sexo aunque ella tenía la menstruación», relató la testigo durante su turno, en el juicio.
La presunta víctima, debido a ese «miedo», tardó en acudir a comisaría a denunciar, pero, finalmente, se armó de valor. El proceso cumple ya casi tres años este mayo.
La Voz
Un vecino de Lugo se enfrentará el próximo jueves a casi 20 años de prisión por un delito de maltrato habitual, uno de detención ilegal, uno de agresión sexual y uno de maltrato en el ámbito familiar. La Fiscalía explica en un duro escrito de acusación que el hombre maltrataba a su pareja, que no la dejaba salir de su domicilio bajo amenaza de denunciar que estaba sin papeles en España y que la forzaba a mantener relaciones sexuales.
Ambos llegaron a Lugo desde Marruecos en el año 2019. Una vez comenzó la convivencia en la ciudad amurallada, el acusado «sometió a su pareja [20 años más joven que él y con la que se había casado tras un matrimonio concertado en Marruecos] a continuos insultos y vejaciones; la llamaba tonta, estúpida, loca, no la dejaba salir de casa, no le daba dinero para comprar comida o ropa, le controlaba el teléfono móvil», según la Fiscalía.
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