La pareja de un acusado por violación y malos tratos en Lugo: «Me forzó a tener relaciones con él y me tuvo un mes encerrada en casa»

André Siso Zapata
André S. Zapata LUGO / LA VOZ

LUGO CIUDAD

El acusado de encerrar y violar a su pareja, 20 años menor que él, llegando a la Audiencia de Lugo.
El acusado de encerrar y violar a su pareja, 20 años menor que él, llegando a la Audiencia de Lugo. C. C.

El procesado y la víctima se casaron por un matrimonio concertado cuando ella tenía 18 años y él 43. El hombre negó los hechos en el juicio: «Jamás le haría daño, no soy un animal»

26 may 2022 . Actualizado a las 21:42 h.

Un matrimonio concertado le cambió la vida para siempre a una joven marroquí de solo 18 años. En el 2017, la familia de su marido la forzó a casarse con él, 25 años mayor que ella. Ahora, a él se le juzga por haberla maltratado, violado y encerrado en su casa de Lugo durante un mes seguido. 

La vista del juicio en la que se piden casi 20 años de cárcel para M. C. se celebró en la Audiencia Provincial este jueves. El acusado llegó en un furgón de la Guardia Civil, esposado, procesado por un delito de maltrato habitual, uno de detención ilegal, uno de agresión sexual y uno de maltrato en el ámbito familiar.

El acusado cuenta con antecedentes impuestos por el juzgado de Vilanova i la Geltrú (Cataluña) por un delito de quebrantamiento de condena. Además, faltó a la cita del juicio por estos mismos hechos, fijado para marzo, según su abogada, Elena López, «no porque se hubiera fugado, sino porque encontró trabajo fuera de Lugo y se le olvidó avisar de que no estaría en la ciudad en esas fechas». Esta vez, fue trasladado a la Audiencia bajo supervisión policial.

No tardó en negar los hechos. Durante su larga intervención frente al tribunal, aceptó responder las preguntas tanto de la Fiscalía como de la acusación particular y de su propia abogada. «Yo jamás le puse la mano encima ni la insulté. Cada mañana me levantaba para ir a trabajar y le daba un beso en la frente. No soy un animal», resumió el acusado durante su turno de palabra. Mantuvo esa versión durante todo lo que duró el juicio, insistiendo en que el relato de la fiscal no se ajustaba a la realidad y que él ni encerró ni violó a la que era su pareja en aquel momento. 

La joven empezó viviendo con la familia del acusado

Con respecto al supuesto secuestro al que sometió a la joven, M. C. afirmó que «era ella la que no quería salir de casa», porque «no sabía hablar español». La presunta víctima llegó a España desde Marruecos en marzo del año 2019, después de conseguir todos los documentos necesarios para entrar en el país, amparada por su matrimonio con el acusado. Primero, se fue a vivir con su nuevo marido y la hermana y sobrina de este a un piso de Lugo. Fue tras unos meses cuando ambos se trasladaron a un piso de la rúa Isaac Díaz Pardo, donde se habrían producido los hechos. 

El acusado explicó que su pareja tenía una copia de las llaves del piso, y que fue él quien la instó a empezar una relación de amistad con la dueña de la vivienda en la que estaban alquilados, que residía en la vivienda adyacente. «Ella podía salir de casa cuando quisiese y hablar con los vecinos, pero no quería», insistió M. C.

«Es una chica que no tiene nada, ni trabajo, ni dinero, ni estudios. Era yo el que la mantenía y el que la cuidaba», llegó a decir el acusado, para quien se piden 20 años de cárcel.

La Fiscalía afirma que este sujeto perdió el trabajo que tenía en Lugo en algún momento de la primavera del 2019, poco antes de que se produjeran los hechos por los que se le juzga. La fiscal explicó en el juicio que, llegado el momento, el dinero e incluso la comida empezaron a escasear en su domicilio. El acusado lo negó, contraatacando con que su hermano les traía comida del Banco de Alimentos y él cobraba el paro, por lo que «nunca faltó comida para ella en casa».

Lo que sí admitió es que la presunta víctima le pidió que buscase un nuevo trabajo. No obstante, niega haberle dado «una bofetada» cuando le instó a encontrar un empleo, como sostiene ella y apoya la fiscal. La abogada de la joven, sin embargo, le recordó que tiene una hija con una pareja anterior, sobre la que jamás le habló a la presunta víctima. Trató de explicar, por tanto, que la única vez que mantuvo relaciones con la joven fue de forma consentida. 

Le ocultó a la policía el motivo de la huida de la chica

«Nuestra relación aún así era buena, pero fue ella la que empezó a alejarse de mí, no sé por qué, hasta que se terminó yendo de casa», dijo el acusado. A las preguntas de la fiscal, afirmó que él y su hermano llamaron a la chica cuando esta huyó del domicilio, aprovechando que él dejó la puerta sin cerrar con llave. «Nos dijo que se había ido y que estaba en Almería», comentó.

Aún conociendo, supuestamente, que la joven se había ido de manera voluntaria, no le dijo nada a la policía cuando fue a denunciar su marcha. «No dije que sabía dónde estaba, y que se había ido porque ella quería, porque entonces ya iban a empezar a decir que si yo la maltrataba, y cosas así», explicó, encendido, el procesado.

Con respecto a la acusación de agresión sexual, el procesado rechazó también la versión de la joven y de la Fiscalía. En su lugar, confesó que «no me gusta mucho mantener relaciones sexuales, en general», y explicó que solo se acostó con la presunta víctima en una ocasión durante todo lo que duró su relación. 

«No soy un animal, no soy un animal», repitió el acusado, insistiendo en que «jamás le haría algo así a mi mujer».

M. C. negó los hechos y afirmó no ser «un animal».
M. C. negó los hechos y afirmó no ser «un animal». Carlos Castro

«Escapé la única vez que se dejó la puerta abierta solo con mi pijama y mis papeles»

Con únicamente un biombo que la separase de su supuesto violador, la joven de 23 años se sentó frente al tribunal de la Audiencia de Lugo. Con solo un hilo de voz y la ayuda de un intérprete, ya que testificó en árabe, contó su versión. «Al principio, solamente salía a la calle acompañado por él y por su familia, pero luego me lo prohibió. Incluso dejó de permitir que viniesen visitas a nuestro piso». Así comenzó su turno de palabra la presunta víctima, que ahora tiene 23 años, y que llegó a España en el año 2019 tras contraer matrimonio con el presunto agresor dos años antes.

«Su familia me empezó a hablar de él cuando cumplí los 18. Me lo pintaron muy bien, diciendo que vivía en España y que tenía trabajo, pero yo no lo conocí hasta que nos casamos. Sabía la diferencia de edad que había, pero nunca me dijeron que me tendría que ir a España a vivir con él», admitió la denunciante.

En su caso, tuvo que esperar dos años para obtener los documentos necesarios para salir de Marruecos, momento en el que habría empezado su pesadilla. Aun así, confesó que su permiso no era necesario para que se llevase a cabo la unión: «Si su familia quería que nos casásemos, poco importaba lo que yo dijese».

 «Me decía que me quitaría los papeles si salía de casa sin su permiso o si hablaba con los vecinos. Me pegó cuando le dije que tenía que buscarse un nuevo trabajo para tener dinero y poder comer», explicó entre sollozos la joven, insistiendo en que vivía encerrada en su piso. «Estuve un mes entero sin salir ni una sola vez», terminó.

Durante unos días, además, ella enfermó, pero él se negó a llevarla al hospital. Según su versión, además, solamente le recargó el saldo de su teléfono móvil en una ocasión. Por ese motivo, no podía hacer llamadas, y solamente tenía wifi cuando acudía a un negocio cercano, algo que casi nunca ocurría. Estaba prácticamente incomunicada con el exterior.

«Yo tenía 18 años y él 43 cuando nos casaron. No lo conocí hasta poco antes de la boda»

Fue una noche de primavera cuando la joven decidió que no podía más. Era la una de la madrugada cuando, según ella explicó y como sostiene la Fiscalía, «M. C. la agarró de un brazo, la tiró contra la cama de su dormitorio, la desnudó y la forzó a mantener relaciones con él». Fue la primera y la última vez que se acostaron, según dijo la propia chica, pero resultó tan traumática para ella que tomó la decisión de huir. 

Mientras relataba este turbulento evento, la abogada de la defensa, la letrada Elena López, le preguntó qué ropa llevaba puesta en el momento en el que, presuntamente, fue violada por su pareja, 25 años mayor que ella. Insistió, además, en hacerle cuestiones como si la escucharon gritar los vecinos o si se resistió a la presunta violación. La joven afirmó que sí gritó, pero que paró casi al momento porque le tenía «miedo» a su marido. 

«Aproveché el único día que dejó la puerta sin cerrar con llave para escapar. Me fui en pijama, en sandalias y con los papeles del matrimonio en una bolsa», relató la joven. Se fue a la estación de autobuses, desde donde llamó a la única conocida que tenía en Lugo. Se trataba de otra joven, amiga de la vecina de acusado y presunta víctima, que la acogió en su domicilio tras haber huido. 

«No quería salir de mi casa porque tenía miedo de encontrárselo por la calle. Estaba traumatizada. Me decía que no la dejaba salir de casa y que la forzó a tener sexo aunque ella tenía la menstruación», relató la testigo durante su turno, en el juicio. 

La presunta víctima, debido a ese «miedo», tardó en acudir a comisaría a denunciar, pero, finalmente, se armó de valor. El proceso cumple ya casi tres años este mayo.